◄ CRÓNICA DE UNA TARDE DE DOWNHILL NOVELDERO ►
Tengo que hacerlo, tengo que probarlo, me atrae la idea de volar, la inyección de adrenalina, sentirme en el aire por unos instantes respirando la libertad que se siente enmedio del monte. Mi bici está preparada para hacérmelo sentir y yo................ ¿NO?.
Así empezó la tarde del último día del mes de abril. A las 16:30 habíamos quedado en la Tahona el Bere, Niko y yo. Finalmente fuimos Niko y yo. Niko es un miembro de la penya downhillera "Nasíos pa bajaar", penya con bastantes miembros que todos los sábados se reúne para alquilar una furgoneta, cargar las pesadas burras de descenso en ella, encaramarse en lo alto de una cima cualquiera y disponerse a hacer piruetas y descensos vertiginosos que hasta el día pensaba exigían algo de técnica y más de valor y decisión, así como también poco aprecio a la burra. Pero tras mi experiencia, nada más lejos de la realidad... Mucha técnica, demasiado valor y sí, poco aprecio a la burra, aunque como pude comprobar, ella sale en la gran mayoría de los casos, mucho mejor parada que tú...
Tras comentarnos el Bere que no podía venir, nos dispusimos a emprender la marcha. Salimos con destino a las faldas del Cid, justo antes de comenzar el asfalto, en el famoso cartel rojo. Tras un ligero descenso, una senda a la izquierda hacía que el recorrido fuera totalmente nuevo para mí. Unas cuantas subiditas y, tras hinchar bien las ruedas para evitar el llantazo, comienza el espectáculo. Niko se lanza y yo trato de seguirle. Empezamos a bajar por una torrentera que es roca madre. Nada de tierra. Tramo técnico donde los haya. Si no diriges la bici, lo acaba haciendo ella y terminas por quedarte bloqueado. De momento todo bien, sin problemas. Llegamos a un tramo en el que hay un corte en la roca de aproximadamente más de medio metro. Niko me lo enseña y me comenta por dónde y cómo se debe bajar. Escucho atentamente. Veo como lo baja y me armo de valor. Hoy estoy decidido. Cojo mi burra. Confío en ella. Somos uno. Me acerco, lo veo y.... Noto como el amortiguador se hunde los 120 mm. que tiene de recorrido y absorbe perfectamente el envite del terreno. Bien, José, biennn!!. Prueba superada. Seguimos. Estaba disfrutando como un enano. Acabamos enlazando con parte del recorrido de la Marcha BTT a Novelda, en la zona más atractiva. Comienza la bajada, intento de nuevo seguir a Niko. No puedo, es inevitable, se me va... No mucho, pero se va alejando... Cómo va este tío... Tocamos un pelín de asfalto en el camino de la Loma Badá y volvemos a toda velocidad de nuevo al monte, siguiendo la ruta de la marcha. Finalmente acabamos desviándonos por una pequeña senda. Otro tramo que tampoco conozco. Subidón de adrenalina hasta los topes. Me encuentro de nuevo siguiendo a Niko. Miro la velocidad: 49.9 km/h. Niko a 3 m. delante de mí. De pronto, cuando menos me lo esperaba, lo veo volando y girando la rueda delantera al más puro estilo "freeride". Tengo tiempo para frenar y pensármelo, pero no, yo he venido a experimentar nuevas sensaciones. En una fracción de segundo decido seguir. Tomo el montículo a toda velocidad y en un momento se congela el tiempo y me noto flotando en el aire. ¡¡¡Siiii, siiiii!!! ¡¡Estoy volando!! Un montón de sensaciones me abordan en ese segundo de salto. Pero, de entre todas, hay una que no me gusta nada. Una que me dice que algo no he hecho bien y que estoy perdiendo el equilibrio, que estoy desplazando mi peso inevitablemente hacia delante, que mi cara está más cerca del suelo que mi trasero. Ummm, mal vamos... Y mal acabamos. Cae la rueda delantera en primer lugar, el amortiguador se emplea a fondo pero todo mi peso está por delante del manillar, al cual me mantengo fuertemente agarrado. La rueda trasera toca el suelo, derrapa y acabo dando con mis huesos al suelo. Aqui acaba la hazaña, con la burra en el suelo y yo mordiendo el polvo. Niko no se había dado cuenta. Me levanto y procedo inmediatamente a evaluar los daños: a verrrr... La burra... ¡¡Perfecta!! ¡¡Parece mentira pero ni un sólo rasguño, tan sólo polvo!! Me miro yo y... Yo si, yo no soy como la burra... La pierna derecha llena de arañazos y restregones, el brazo derecho sin problemas pero porque llevaba manga larga, y la rodilla izquierda también con un quite... Pero bueno, dentro de lo que cabe, todo bien. Al fin y al cabo son gajes del oficio y están al orden del día dentro de este mundillo. El que la busca la acaba encontrando. Me levanto, me quito la tierra y el polvo. 20 metros más adelante veo a Niko que observa lo que ha ocurrido. Me monto encima de la bici y encaro una pequeña bajada que acaba en otro salto, éste menos técnico y más suave, pero ya no me fío. La caída ha minado mi confianza. Me he vuelto más precavido. Son cosas del sentido común que, como dicen, es el menos común de los sentidos. Le explico a Niko lo sucedido y me comenta lo que he hecho mal y cómo debería de hacerlo correctamente. Volvemos atrás y lo veo con mis propios ojos. Visto en directo impresiona, ya lo creo. Verlo volar sin ningún miedo. Vuelve de nuevo la adrenalina pero... Ya no es lo mismo. Me monto en la burra y hago el segundo salto pero ya más lento. Apenas me despego del suelo. Niko lo hace dos veces más, mientras observo su técnica con detenimiento. Quizá otro día, pienso. Dejamos atrás la zona de mi debacle, enlazando con la rambla que termina en Salinetes. Pequeña subida a la lomita y nos encontramos enfilando la Senda del Kalifa. Vuelvo a perder el miedo (aunque no del todo), y comienza una nueva y frenética bajada. Vuelve a alejarse Niko ante mi atónita mirada mientras pienso: ¿Cómo hace eso? ¡Este tío está loco! Acabamos en el camino del río, no sin antes haber subido por el tramo del AVE ya que el túnel está inundado, para variar... Carretera del Castillo y para casa, que ha sido una tarde movidita.
Una experiencia única, curiosa y, aunque un poco perjudicial para la salud, bastante didáctica y placentera (quitando los rasguños y el moratón que luzco desde ayer martes en el gemelo derecho, pequeña caricia de la botella derecha del amortiguador). 29 +1 km. de sensaciones, adrenalina a borbotones y ganas de repetir. (el +1 es el km. del que tan sólo quiero sacar la experiencia y el aprendizaje, jejeje).
Tras comentarnos el Bere que no podía venir, nos dispusimos a emprender la marcha. Salimos con destino a las faldas del Cid, justo antes de comenzar el asfalto, en el famoso cartel rojo. Tras un ligero descenso, una senda a la izquierda hacía que el recorrido fuera totalmente nuevo para mí. Unas cuantas subiditas y, tras hinchar bien las ruedas para evitar el llantazo, comienza el espectáculo. Niko se lanza y yo trato de seguirle. Empezamos a bajar por una torrentera que es roca madre. Nada de tierra. Tramo técnico donde los haya. Si no diriges la bici, lo acaba haciendo ella y terminas por quedarte bloqueado. De momento todo bien, sin problemas. Llegamos a un tramo en el que hay un corte en la roca de aproximadamente más de medio metro. Niko me lo enseña y me comenta por dónde y cómo se debe bajar. Escucho atentamente. Veo como lo baja y me armo de valor. Hoy estoy decidido. Cojo mi burra. Confío en ella. Somos uno. Me acerco, lo veo y.... Noto como el amortiguador se hunde los 120 mm. que tiene de recorrido y absorbe perfectamente el envite del terreno. Bien, José, biennn!!. Prueba superada. Seguimos. Estaba disfrutando como un enano. Acabamos enlazando con parte del recorrido de la Marcha BTT a Novelda, en la zona más atractiva. Comienza la bajada, intento de nuevo seguir a Niko. No puedo, es inevitable, se me va... No mucho, pero se va alejando... Cómo va este tío... Tocamos un pelín de asfalto en el camino de la Loma Badá y volvemos a toda velocidad de nuevo al monte, siguiendo la ruta de la marcha. Finalmente acabamos desviándonos por una pequeña senda. Otro tramo que tampoco conozco. Subidón de adrenalina hasta los topes. Me encuentro de nuevo siguiendo a Niko. Miro la velocidad: 49.9 km/h. Niko a 3 m. delante de mí. De pronto, cuando menos me lo esperaba, lo veo volando y girando la rueda delantera al más puro estilo "freeride". Tengo tiempo para frenar y pensármelo, pero no, yo he venido a experimentar nuevas sensaciones. En una fracción de segundo decido seguir. Tomo el montículo a toda velocidad y en un momento se congela el tiempo y me noto flotando en el aire. ¡¡¡Siiii, siiiii!!! ¡¡Estoy volando!! Un montón de sensaciones me abordan en ese segundo de salto. Pero, de entre todas, hay una que no me gusta nada. Una que me dice que algo no he hecho bien y que estoy perdiendo el equilibrio, que estoy desplazando mi peso inevitablemente hacia delante, que mi cara está más cerca del suelo que mi trasero. Ummm, mal vamos... Y mal acabamos. Cae la rueda delantera en primer lugar, el amortiguador se emplea a fondo pero todo mi peso está por delante del manillar, al cual me mantengo fuertemente agarrado. La rueda trasera toca el suelo, derrapa y acabo dando con mis huesos al suelo. Aqui acaba la hazaña, con la burra en el suelo y yo mordiendo el polvo. Niko no se había dado cuenta. Me levanto y procedo inmediatamente a evaluar los daños: a verrrr... La burra... ¡¡Perfecta!! ¡¡Parece mentira pero ni un sólo rasguño, tan sólo polvo!! Me miro yo y... Yo si, yo no soy como la burra... La pierna derecha llena de arañazos y restregones, el brazo derecho sin problemas pero porque llevaba manga larga, y la rodilla izquierda también con un quite... Pero bueno, dentro de lo que cabe, todo bien. Al fin y al cabo son gajes del oficio y están al orden del día dentro de este mundillo. El que la busca la acaba encontrando. Me levanto, me quito la tierra y el polvo. 20 metros más adelante veo a Niko que observa lo que ha ocurrido. Me monto encima de la bici y encaro una pequeña bajada que acaba en otro salto, éste menos técnico y más suave, pero ya no me fío. La caída ha minado mi confianza. Me he vuelto más precavido. Son cosas del sentido común que, como dicen, es el menos común de los sentidos. Le explico a Niko lo sucedido y me comenta lo que he hecho mal y cómo debería de hacerlo correctamente. Volvemos atrás y lo veo con mis propios ojos. Visto en directo impresiona, ya lo creo. Verlo volar sin ningún miedo. Vuelve de nuevo la adrenalina pero... Ya no es lo mismo. Me monto en la burra y hago el segundo salto pero ya más lento. Apenas me despego del suelo. Niko lo hace dos veces más, mientras observo su técnica con detenimiento. Quizá otro día, pienso. Dejamos atrás la zona de mi debacle, enlazando con la rambla que termina en Salinetes. Pequeña subida a la lomita y nos encontramos enfilando la Senda del Kalifa. Vuelvo a perder el miedo (aunque no del todo), y comienza una nueva y frenética bajada. Vuelve a alejarse Niko ante mi atónita mirada mientras pienso: ¿Cómo hace eso? ¡Este tío está loco! Acabamos en el camino del río, no sin antes haber subido por el tramo del AVE ya que el túnel está inundado, para variar... Carretera del Castillo y para casa, que ha sido una tarde movidita.
Una experiencia única, curiosa y, aunque un poco perjudicial para la salud, bastante didáctica y placentera (quitando los rasguños y el moratón que luzco desde ayer martes en el gemelo derecho, pequeña caricia de la botella derecha del amortiguador). 29 +1 km. de sensaciones, adrenalina a borbotones y ganas de repetir. (el +1 es el km. del que tan sólo quiero sacar la experiencia y el aprendizaje, jejeje).
"NADIE DIJO QUE EL MOUNTAIN BIKE FIERA FÁCIL" escuché una vez de alguien con conocimiento de causa.
ResponderEliminarPues bien, no lo es en ninguna de sus modalidades, y mucho menos en la de down hill, máxime si se practica a partir de cierto nivel. esta modalidad no consiste sólo en dejarse caer por una senda y ya está, es mucho más que eso.
el otro día, querido primet, lo pudiste comprobar con tus propias carnes y espero que las sensaciones fueran buenas. Quién sabe, ésto puede ser sólo el comienzo....
Gran verdad, querido primo, gran verdad... ¿Mis sensaciones? Estupendas si quitamos las que sentí durante los dos minutos siguientes a la caída. Una experiencia muy recomendable, siempre y cuando no abandonemos la prudencia hasta que se haya aprendido a saltar, que es mi tarea pendiente. El único problema es que para aprender ese tipo de cosas, necesitaré usar la otra burra, pq quiero mucho a ésta y se merece el trato de una persona ya con experiencia. A ver cuando te animas y te enseño lo que hicimos. Yo creo que es perfectamente rotable siempre y cuando no se vaya a la velocidad a la que fuimos el lunes. Y Vicentet tb debería de venir a verlo, ya con la Yetish, jejeje.
ResponderEliminarEstán locos estos romanos...
ResponderEliminarEn verdad te digo, que se empieza así y se acaba filmando vídeos en el Gran Cañón tirándose desde un helicóptero en marcha y bebiendo hectólitros de Red Bull!!
ResponderEliminarPues no creas que me gustaría, pero, eso sí, verlo, pq te digo que el otro día lo que vi eran saltitos de medio metro y el subidonaco era brutal, jejeje, así que si le añadimos 14.5 m. más de desnivel, el paro cardíaco es irreversible de no ser que sea regado con red bullaco.
ResponderEliminarKe paxa super Jose, malegro de ke lo pasaras bien el otro dia catando un poco lo de las bajadas.Ke sepas ke eso es solo la punta del iceberg, ya ke aquello fue mas bien endurillo, asinke habra ke ir progresando,pero poco a poco ehin?? ke ya vi ke vas bastante lanzado, seguro ke algo de free corre por tus venas.
ResponderEliminarUna cosilla,la peña ke tenemos se llama Nasíos pa bajaar,(Nasíos pa FREEpar es el DVD).
Espero con entuisiasmo la próxima fusión entre los roteros y los FREEpaos.
Ese Nico ahi! Subsanado el errorcillo de vuestra penya downhillera. "NASIOS PA BAJAAR". Me alegra que te hayas dao un paseo por el blog y mucho más que hayas dejao un comentario. Espero que te haya gustao la crónica. Y por lo que dices de que "algo de free corre por mis venas", estás en lo cierto, pero conforme avanzan los años, y después de lo visto el otro día, la prudencia me hace pensar las cosas antes de hacerlas. La próxima la haré más con la cabeza que con el instinto, jejejeje.
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