18 vs 30 : ..:: BLOG DE LA PENYA EL ROT ::..

martes, 29 de mayo de 2007

18 vs 30

El mtb a los treinta tacos no es como a los dieciocho. Tampoco como a los cuarenta o los cincuenta, supongo. Toda la vida queriendo cumplir años para poder “tener edad” para hacer esto o aquello… y cuando te das cuenta te has metido en los treinta y nunca tuviste la edad suficiente para hacerlo.


Digamos que tener dieciocho años mediada la década de los noventa, no es como los dieciocho de ahora. Partamos de esa base.En aquellos tiempos todavía vivía “la más grande”, Lady Di y el príncipe Charles se ponían los cuernos mutuamente, el Tenerife empezó a amargarle la vida al Madrid en los finales de liga… en fin sucedían esas cosas importantes que suceden diariamente en el mundo.

Sin embargo, los jóvenes se interesaban en la cantina del Instituto por cosas tremendamente trascendentales, tales como apostarse jarras de cerveza jugando al parchís, ver si Litarte se la metía al entrar a toda leche con la moto al Instituto, decidir a qué sitio ibas a ir en bici el próximo sábado…

Sí. Has oído bien: en “bicicleta”.

Los jóvenes de los 90 no fueron como nos quisieron hacer ver que fuimos. Tuvimos nuestras inquietudes. A nosotros no nos gustaba Yeltsin, ni lo que hacía con los chechenos. Tampoco que la clase se “calentase“ con una estufa de gas butano vacía. Por eso hacíamos huelga. Pero huelga como los japoneses, a dar clase en mitad del Instituto sentados en círculo, mientras el profesor y los denominados “pollos” seguían con las explicaciones oficiales en el aula.

En fin, que entre las cosas que más podemos sentirnos orgullosos, es la de haber desarrollado un concepto lúdico-afectivo, basado en esas dos ruedas de tacos gordos.

La bici fue para nosotros algo especial. Hizo que promulgáramos nuestros filosofales comportamientos de la época a los cuatro vientos. Consiguió que alucináramos con las tremendas vistas comarcales que nos revelan las alturas del Cid, emancipando risas y desprendiendo esa complicidad entre el grupo que perdurará por y para siempre, aunque no te veas casi nunca.

Consiguió también que currásemos al sol entre hileras de viña, con el único fin de cobrar 30.000 pesetas y gastarlos en unos Shimano 737, sabiendo el sudor que habían costado.

Aprendimos a poner un parche a la rueda para parchear también nuestro corazón, evitando que se escapase el aire de nuestras cámaras interiores ante los pinchazos de la vida.

Nos enfrentamos al desnivel traumático del Barranc de Caseta, saliendo victoriosos. Incluso llegamos a cronometrar el tiempo empleado en subir aquellos muros. Si lo analizas, cronometramos el tiempo de sufrimiento hasta alcanzar la cima, medimos el kilometraje de las rutas, la distancia hasta casa… pero nunca tuvimos en cuenta las horas que pasamos riendo, ni el número de estupideces amistosas por minuto, que proferíamos en cada salida de sábado. El sufrimiento es medible, la alegría inconteniday desbordada no.

Las limitaciones de nuestras burras no eran tales. Simplemente al menor atisbo, nuestra materia gris las rechazaba sistemáticamente, por eso nuestros ojos no las veían, y nuestras cabezas no las intuían.

Hoy el panorama ha cambiado en algo. No digo que a peor, pues soy de los que piensa que “cualquier tiempo pasado fue… diferente al actual”, pero sí cabe aceptar que la cotidianeidad de las cosas emprendieron un giro crucial entre los veinte y los “veintipico”. Pero algunos inconformistas pensaron “no esperemos tener tal o cual edad para hacer algo, ¡hagámoslo ahora!”.

Paralelamente, el mtb pasó por unos momentos cruciales en su historia como deporte. Han aparecido conceptos nuevos dentro del mountain. Lo que hemos hecho siempre, ahora se llama enduro. También la herramienta de trabajo principal del biker ha mejorado en demasía. Las impagables 54.000 pesetas de la Orbea Cervino se han convertido en 3.000 euros en la Yeti 575.

Pero el “secret del safrà” sigue intacto. Ese secreto en forma de ingrediente necesario para un buen guiso se añadió hace tiempo, allá mediados los noventa, y se ha cocinado durante estos últimos diez años de manera lenta para servirse el próximo sábado en el plato. Un plato al que están invitados de nuevo los mismos comensales. Unos comensales que disfrutarán del guiso, pero también y lo que es más importante: de la compañía en la mesa…

BON PROFIT!

2 comentarios:

  1. Como de costumbre, he disfrutado de una agradable lectura, pero esta vez ha sido distinto... No sé pq pero me he sentido mayor, y no me considero aún como tal. Pienso que ahora mismo nos encontramos en una "segunda juventud" distinta, pero ni mejor ni peor que la anterior. Así pues, como dices, vivamos el presente al máximo recordando el pasado tan sólo para contarlo como anécdota, y preparando con ilusión el futuro...
    “cualquier tiempo pasado fue… diferente al actual”

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