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lunes, 14 de enero de 2008

EL DÍA EN EL QUE LA BICI DE MONTAÑA FUE MÁS LIBRE QUE NUNCA. Crónica del 13-E, València-

No ha sido un domingo cualquiera. Todos sabíamos que nos jugábamos mucho, nuestras bicis también. Nunca tuvimos la oportunidad todos juntos, de expresar los sentimientos que nos brinda la bici de montaña como en este trece de enero de dos mil ocho. Así que nos organizamos como nunca, para reivindicar ante todo el mundo, nuestros derechos de siempre.


Valencia asistió atónita a la sostenibilidad y el compañerismo en grado sumo. Nos encaramamos a nuestros sillines y gritamos bien fuerte que amamos la montaña, en estos tiempos de cruel atropello hacia ella.
Conseguimos parar el tráfico, congestionar la ciudad con el simple vaivén de unos pedales, y nos ganamos el respeto de cuantos ciudadanos se toparon con la alegría y el murmullo de 12.000 ruedas.
Jamás asistirá Valencia a una confraternidad tan exquisita entre todas las diferentes formas de entender la bicicleta. Por su asfalto, circularon las más variopintas bicis y una multitud ensordecedora que llenó de colorido sus adormecidas calles, sumergidas en la cotidianeidad, y acostumbradas al devenir continuado de vehículos motorizados.
Ciclistas de montaña, bicis de carretera, tándems, hombres, mujeres, niños y niñas, familias enteras que no entienden de sinrazones, y que están dispuestos a luchar para que a quien corresponda, se le abra la mente y no legisle donde no debe haber ley.
Para siempre quedará en nuestros corazones el respeto ganado al asfalto a golpe de pedal, el disfrute de una Valencia libre para las bicis en mitad de una espléndida mañana de enero. Por un día, la ciudad para ellas, para nuestras compañeras de ruedas gordas, que nos hacen entender la vida de una manera más fácil. Que nos explican el sentido de palabras olvidadas como “compañerismo”, “respeto”, “risa” y “naturaleza”.
Seis mil bicis libres, que al llegar al corazón de la Valencia antigua fueron aupadas por sus dueños entre vítores y ojos al borde de las lágrimas. Sentimiento a flor de piel, bocas mudas ante tamaña manifestación de esperanza por mantener lo que nos hace sentir vivos. Recuerdo llamar a mi mujer, quien desde la distancia es capaz de sentir lo que transmite esta masa de ciclistas de montaña engrandecida y convencida de que lo que pide es justo.
Las escenas propias de un domingo, fueron interrumpidas por el paso de miles de personas, y al llegar a la Plaza de la Virgen, emitimos el último grito por cuantos tuvimos la oportunidad con esta manifestación, de hacer más grande este deporte, que aportamos nuestro granito de arena para conseguir el respeto de la Administración Pública, y que lo dejamos todo ese día, para reivindicar nuestra unión y luchar para que la palabra “libertad”, siga estando del lado de las bicicletas de montaña.
Mañana volveremos a las sendas por separado. Volveremos a beber de esa fuente, a sentarnos bajo ese pino de proporciones extraordinarias, asistiremos a nuevas mañanas repletas de sensaciones, sabiendo esta vez, que cuando alguien decida de nuevo coartar el mejor invento del hombre que combina a la perfección con la Naturaleza, ahí estaremos todos de nuevo, dispuestos a plantar cara y a gritar que nuestros pedales no los para, nada más que la montaña.

Cabe dar las gracias a quienes organizaron la manifestación y se desvivieron porque este encuentro fuese posible.
Cabe dar las gracias a todos cuantos participaron en el día más grande del ciclismo de montaña valenciano.

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