MEMÒRIES D'UN PINET DEL SIT
Parece que oigo las risas. Alguien se queja. “¿Cuándo almorzamos?”. “¿Luego bajaremos a Rincón Bello?”. Ruido de tendón rotuliano agarrotado. Olor a jamón serrano. Chubasquero a pelo. Calcetines de deporte y pedales con rastrales. Melenas al viento. Canciones de Kortatu suenan en la subida. “No fuiste anoche en la Máquina!”. Los veo, alcanzan mi posición, los saludo sin que lo sepan. Mi vista alcanza apenas 300 metros de su ruta. Son habituales. Divertidos. Amigos. Queridos por mi. Pocos muchachos de su edad transitan por mi vera.
El de los malos pelos asciende el primero. Sus raíces vascas le otorgan un extra de sufrimiento. Sus melenas le delatan. Le sigue a la zaga un muchacho de pelo negro peinado con escuadra y cartabón. La misma mirada de siempre. Sus mismas gafas. Nariz roja por el frío y braga negra en la garganta. El tío marca un ritmo vigoroso en busca de la cabeza del grupo, arrancando consigo las tripas del más joven del grupo. Apenas 5 meses, pero de la añada del 78. Parece sacado de un pelotón alemán. Sus ojos le brillan al admirar su Judy. Su burra lleva nombre de ganadora. Coge el ritmo y los pasa a todos. La burra más vieja de todas, roída por los años pero con vigoroso porte, la conduce alguien cuya mirada altiva no busca la cima, sino nuevos caminos. Le preocupa la defoliación de nosotros los pinos. Mira a su lado y sus ojos resuelven atisbar la silueta encogida del alma del grupo. Agarrado a unos impresionantes cuernos dignos del mejor de los trofeos de caza del chorizo Roca. El grupo al coronar la cima, iniciará un conmovedor descenso arrastrado por la pequeña del grupo. Una burra de tonalidad grisácea cuyo nombre le viene como anillo al dedo, dirigida por pura pasión ciclista. Senda abajo. Buscando la civilización…
No sé cuánto tardarán en pasar de nuevo. Será en otra mañana de sábado.
El de los malos pelos asciende el primero. Sus raíces vascas le otorgan un extra de sufrimiento. Sus melenas le delatan. Le sigue a la zaga un muchacho de pelo negro peinado con escuadra y cartabón. La misma mirada de siempre. Sus mismas gafas. Nariz roja por el frío y braga negra en la garganta. El tío marca un ritmo vigoroso en busca de la cabeza del grupo, arrancando consigo las tripas del más joven del grupo. Apenas 5 meses, pero de la añada del 78. Parece sacado de un pelotón alemán. Sus ojos le brillan al admirar su Judy. Su burra lleva nombre de ganadora. Coge el ritmo y los pasa a todos. La burra más vieja de todas, roída por los años pero con vigoroso porte, la conduce alguien cuya mirada altiva no busca la cima, sino nuevos caminos. Le preocupa la defoliación de nosotros los pinos. Mira a su lado y sus ojos resuelven atisbar la silueta encogida del alma del grupo. Agarrado a unos impresionantes cuernos dignos del mejor de los trofeos de caza del chorizo Roca. El grupo al coronar la cima, iniciará un conmovedor descenso arrastrado por la pequeña del grupo. Una burra de tonalidad grisácea cuyo nombre le viene como anillo al dedo, dirigida por pura pasión ciclista. Senda abajo. Buscando la civilización…
No sé cuánto tardarán en pasar de nuevo. Será en otra mañana de sábado.
Entradas
...Gracias primo por hacer que vuelva atrás en el tiempo por un momento, llegando incluso a sentir las sensaciones que vivimos ese día. Sin duda pienso que estos "REMEMBER" son lo mejor del blog. Pequeños fragmentos de texto con cuidada elaboración que le hacen a uno sentirse pletórico y con ganas de volver a rotar. Grasies, cosí.
ResponderEliminarUn plaser mu plasentero
ResponderEliminarNo iba a todas, pero eschucharos hablar de ellas cuando volvíais,la forma en que me las contábais hacía que pareciera que las hubiera vivido en persona. La verdad es que eso fue una de las cosas que más me unió a grupo aun en momentos difíciles. Sólo espero que ese sentimiento se transmita ahora al resto.
ResponderEliminarRIBA, RIBA!!!!