BIAR-BANYERES 03/03/07 : ..:: BLOG DE LA PENYA EL ROT ::..

martes, 6 de marzo de 2007

BIAR-BANYERES 03/03/07

Mi cabeza está apoyada sobre el respaldo del conductor, dentro de una furgoneta petada por cinco bikers y sus respectivas monturas. Camino de Biar, una vez más. Maldigo la noche que he pasado, en la que solamente pude quedarme dormido observando embobado la explosión de peces multicolores de l’Oceanogràfic, y entreoyendo la música de fondo de este “programa” que emiten para noctámbulos en el Punt2, en una hora en la que mejor es estar de fiesta si no puedes conciliar el sueño.
Así pues, entre canciones que significaron himnos para nosotros, sorbos de bebida energética y cachondeo generalizado, llegamos a nuestro punto de partida.
El tiempo es agradable. Biar nos recibe perezoso. Tranquilo. Conforme lo dejamos hace algunas semanas. Aún no hemos salido y ya hemos tenido que cambiar un par de cámaras, resultado de la incompetencia de algún profesional de poca monta dentro del mundillo ciclista. Mejor no citar nombres, pero taladrar a pelo una llanta de una bici expuesta para ser vendida de primera mano, no parece digno de alguien llamado a formalizar sueños de biker, que más tarde se convierten en pesadillas en medio de la nada.
Por fin los tacos de nuestras ruedas gordas se dirigen hacia un festival de sentidos y emociones. Justo la que algún miembro experimenta al llegar al Santuari de Ntra. Senyora de Gràcia. Me doy cuenta que ese miembro y yo, compartimos un profesor de gimnasia que nos permitió saborear la naturaleza y el compañerismo, haciéndonos a todos un poco más amigos y más respetuosos con el entorno.
Las condiciones climáticas imperantes estas últimas semanas, han convertido los caminos de este sector de la Montaña alicantina en un tremendo arenal. Sí, entiendo porqué esta profusión de pino piñonero. El terreno que atravesamos es inestable, y las subidas se convierten en una suerte de arena mezclada con rocas y raíces. Huelo el pinar y recuerdo momentos sublimes…
Es impresionante ver ascender al grupo. Mirar hacia delante viendo la cabeza de la penya, y girar la vista viendo cerrar la expedición, es una perspectiva sólo apta para el ecuador del pelotón. Resulta gratificante. Sumido en tu propio esfuerzo, oyes también el de tu compañero.
Sin darme cuenta me encuentro boca arriba, con las piernas en alto y estiradas por mi querido primo. Creo que está tratando que me llegue sangre de nuevo al cerebro. Mi colega me tiende la mano ofreciéndome un potingue biker que me sabe a gloria, y me permite de nuevo percibir el olor a romero.
Hinchamos la rueda de alguien nuevo en estas lides. Está sufriendo una mala compra. A todos nos puede pasar en los inicios. Efectivamente, nadie dijo que entender de MTB fuera fácil.
El grupo decide replanificar la ruta. La ascensión a l’Alt de la Creu por Fontalbres, quedará para otro día. Descendemos y ascendemos de nuevo, gradualmente. El bosque es precioso, sublime. Nos encontramos de frente con la realidad. Cadena rota. La última vez me sucedió a mi cerca del Pocico Alonso, siendo el mecánico el mismo que la arregla ahora. El destino se ha cebado de nuevo con la misma persona. Pero conseguir ser aguerrido en este deporte, significa avanzar sobre este tipo de dificultades. Con todo, se demuestra una vez más, la necesidad de autosuficiencia en el mountain bike. Aunque para llegar a ella, antes debes haberte quedado tirado como un perro un par de veces.
Problema arreglado. Almuerzo imprevisto y nuevo cambio de cámara.
Avanzamos por el Camí dels valencians hasta lo alto de un collado a 920 mts. de altura. Pese al descenso trepidante, nuestros ojos atisban masías descomunales. El paisaje en esta primavera avanzada, es espectacularmente agradable.
Pasado el mediodía llegamos a una bifurcación. Decidimos volvernos. Nos encontramos a 3,5 kilómetros del nacimiento de nuestro querido Vinalopó. Otro día visitaremos su cristalina emergencia, hoy es un poco tarde. Volvemos a coger el Camí de Benassait en constante subida. La conversación es agradable. El desnivel la permite.
Sobre la una del mediodía conquistamos de nuevo el collado. Nos tumbamos, charlamos, unas fotos… Nos reagrupamos de nuevo y derrochando adrenalina llegamos a la Cova Negra. Desvío a la derecha. Las trialeras nos llaman. No podemos irnos sin hacerles una visita. No hay rotada sin trialera. Las sombras del bosque hacen confundir las raíces y las piedras. Las dobles llegan primero, las rígidas después. Lección darwiniana.
La hora y el lugar nos sumergen en un laberinto, con la meta al alcance de la vista. Finalmente, y escalones arriba, entramos en nuestra querida Biar. Le estamos pillando gustillo.
Solo falta estirar un poco y volver a casa…

3 comentarios:

  1. Cómo mola leer estas crónicas. Es un pasote volver a recordar los buenos ratos de la rotada anterior, y más si es de esta manera, con tanta dedicación en los detalles. Primo, nuevamente un 10.
    No obstante, espero en breve poder dar el toque definitivo a estas crónicas añadiendo una galería fotográfica en la que poner todo el material gráfico de las rotadas.

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  2. Me perece holer a romero!! o Es tomillo? desde luego, esta crónica huele muy bien

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