LOS CALARES DEL RÍO MUNDO: LA MADRE DE TODAS LAS MARCHAS : ..:: BLOG DE LA PENYA EL ROT ::..

miércoles, 31 de octubre de 2007

LOS CALARES DEL RÍO MUNDO: LA MADRE DE TODAS LAS MARCHAS

Es noche cerrada, pero ya hay tractores y todoterrenos deambulando por las calles de Salobre. El ganado rotero ha desayunado, llenado camelbaks y tomado un consistente desayuno. Al ritmo de Manu Chao enfilamos las cuestas del puerto que separa el campamento base rot, del valle circundado de montañas sobre el que se asienta la población manchega de Riópar.
Una niebla de cuento nos acoge a las afueras del pueblo. Mientras montamos las burras entre el frío matinal, oleadas de bikers van llegando.


Hay nervios, ganas de soltar cagarros y más ganas de dar pedales por esos frondosos montes que se adivinan en un horizonte limitado.
La Avenida de los Plátanos es un hervidero a las nueve de la mañana de este esperado seis de octubre de dos mil siete. Saludamos al Kalifa y nos metemos en el bullicio de la salida. Caras foreras conocidas, flashes de cámaras…

Acción!

La Avenida de los Plátanos se llena del típico ruido pertrechado por dos mil ruedas gordas. Olor a reflex. Salimos al primer camino. “Hostia cómo van aquéllos!” al primero lo debemos llevar ya a más de un kilómetro. Entramos en el silencio del bosque. Bueno, es un decir porque la jauría de bikers sedientos de sendas no le deja espacio al vacío sonoro. Cuando el camino empieza a estrecharse en mitad de un pinar de pinus pinaster, llega el primer apelotonamiento serio de la jornada. Nos lo tomamos a risa, y entre el cachondeo de unos y otros, se pasa el cabreo, por otra parte aquí hemos venido a oler a pino y no al reflex de los primeros.
El montón de burriclistas se ve adelgazado en una subida dura con giro a izquierdas. Voy llamando a los rots que van detrás por sus nombres. Todos responden. La gente habla sobre el ruido que despide la Beistegui Hermanos del Zambullo. “Cagüendios” es lo que sale de su boca cada vez que nuestro aguerrido rotero pretende cambiar de marcha. Las primeras subidas no son para tanto, y ha permitido cierto descanso en cuanto a montoneras se refiere. Olor a monte. Monte limpio, pinar alto, maduro. Fresco matinal. Humedad ambiental. Sonrisa de oreja a oreja.
La primera y segunda senda resultan orgásmicas, preludio de un buen polvo ciclista. Surfeamos entre senderos tapizados de acículas desprendidas de los pinos. Gente animando, chillando cuando se acerca una cara conocida. Sensación sublime en mitad de la senda. Pararía el tiempo. Volvería a subir los 50 metros que acabamos de planear para volverlos a hacer.
Subimos de nuevo. Poco a poco. Parece que vamos escalando posiciones. Pero al cabo del rato me encuentro sufriendo junto a un Calambre del Levante que nos hará compañía toda la ruta. Sendero entre piedras. Sol arriba y terreno embarrado. Gente con maillots multicolores, prisas en algunas caras, respeto y acojone en otras. Sonrisas en las nuestras. “Cómo va?”, “me saltan los piñones, no puedo cambiar". Se nos desdibujan las sonrisas. “Vamos Zambu!”. No se queja, pese a la preocupación evidente de todos. P’abajo por camino recto hacia la multitud que nos espera. Abandonamos el camino a la izquierda y pillamos una senda. Gritamos y nos animan. Ovación cerrada. “Ooooppppaaaaaaaaaaa!” senda a toda hostia para abajo. Hasta el infinito y más allá.
Se acaba la senda en un camino de asfalto. El ritmo es alegre, el sol empieza a calentar, al lado tenemos el pico de El Padroncillo, con sus antenas que antes veíamos altivas y ahora está al alcance de la mano.

El río Mundo.

Llegamos a la zona del río Mundo. Senda divertida. Sombra, parón y primer cruce de río. De uno en uno. Frío en los pies mojados. No sé si fueron cuatro o cinco veces más las que cruzamos ríos, arroyos y regatos...
Se podría terminar ya la marcha y ya habría merecido la pena. Pero no. Nos quedan dos repechos antes de la subida al Calar.
Primer repecho, a bloque, xino xano, desfile rotero. Nos vamos llamando uno a uno sin volver la vista atrás ya que la senda es estrecha y la vegetación espesa. Estamos todos.
Avituallamiento líquido, ayuda urgente al cambio del Zambu y pin, pan, pin, pan, “fotre que bé m’encontre” –me digo-, y el grupo no se ha deshecho. El pinar ha dejado paso al bosque de ribera primero y a la vegetación compuesta por quercíneas después. Jose y Gotxo delante, Juan se me va, pero los veo, también oidgo el resoplido del Zambu. Esperamos arriba y en menos de medio minuto estamos todos. Hablamos con la gente, no sabemos cuántas subidas llevamos. Sí esta parece la tercera y no no hemos enterado. “Nos queda como una rotada de Novelda al Cid, un CHLC, vamos”. Leñe, pues sí que nos queda. En nuestra mente la subida al Calar resuella como un toro. Sendas umbrías. Terreno húmedo pero no empapado. Perfecto, diría yo. Giro a lz izquierda a la altura de un chaval que nos indica que “esta es una de las bajadas que más me gusta a mi”, “hala pues vamos a ver si también es la que más nos gusta a nosotros”. Senderito con Zs y terreno arenoso. Es que aquí no tienen piedras. Me paro a bajar el sillín y se me atasca el cierre. Les digo que tiren y me esperen bajo. La senda se está yendo a tomar viento a cada rueda que pasa, me acojono y la bajo fatal. Luego me arrepentiré. Unidos de nuevo. Llaneando y picando levemente para arriba a la altura de la carretera. El río abajo. Montonera seria a la altura de una de las bajadas más sublimes que no podemos hacer porque parece la M·30. Qué pena y qué barranco que se ve ahí abajo. Una Moots a mi lado, dos tías que nos ríen, un chaval que nos dice que el primero hace hora y media que ha pasado. Pues buen provecho. Y nunca mejor dicho al final de la senda tras 500 metros, nos topamos con el avituallamiento.

Sandwiches y subidas inabarcables.

Sudorosos y con hambre, nos apostillamos en un lado del camino, sobre un margen entre una multitud de cascos y burricletas esparramadas por el suelo. En el lugar se intuye, que aún hay vuelta atrás, aunque en ningún momento se nos pasa por la cabeza. Sabemos que estamos ante la mismísima puerta hacia el infierno, ante el camino que lleva al vencimiento del Calar. El todo o la nada.
El pan de molde se me pega al paladar como los pedos al culotte, rellenamos el camelbak, hablamos, reímos, y p’arriba. Lo nuestro ha sido coger fuerzas de verdad y al abandonar el gentío percibimos que somos pocos en muchos kms a la redonda ya.
El camino es ancho y pica hacia arriba, constante. A nuestra vera, un arroyo, y unos cuantos bikers que van yaciendo en la cuneta. Zambu y yo ponemos pie a tierra en una subida parecida al Barranc de Caseta, junto al Calambre de Levante que nos viene haciendo la goma todo el rato. Berridos de los roteros que van delante. Un esfuerzo más, el sudor cae por la cara, estamos empezando a sufrir como cerdos el día de San Martín.
El camino se estrecha, alguien que desciende le comenta a un novato en la marcha como nosotros que son las doce y media, que llegará a las cuatro de la tarde, que queda lo insufrible y que aún puede volver atrás. Los pasamos empujando la burra desde el manillar incrédulos, y a prudencial distancia Zambu me pregunta si puede ser eso cierto. Intento sobreponerme y que mi rostro no parezca cariacontecido, me giro y le digo “qué va, hombre!, llegaremos… sobre las dos y media” y me giro de nuevo pensando “ay madre la que se nos viene encima”.una biker va por delante, el grupo más o menos uniforme, que van pasando y son pasados, está compuesto por unos cuantos murcianos de rutasMTBmurcia.com, una biker, el Calambre, uno rígido hasta las cejas, dos granadinos de granabike u más gente que no recuerdo ahora. Se me atraganta el sandwich de fiambre con bocas de mar... de hecho, creo que lo odiaré el resto de mi vida.
El camino se deja a la derecha por una senda encomiable que nos concede un descanso en forma de llano, con pérdida de mis gafas de cortabloquista gentileza del Charly que finalmente fueron encontradas; subida trialera con foto que me hace el Zambu; y trialera guapa técnica con mogollón de raíces que nos lleva a un punto que a mis ojos le suenan. Tras un paso comprometido en el que te dejas la piel por la gente que te está mirando enfilas de nuevo la subida. A pocos metros José, Juanaco y Gotxo nos esperan y formamos de nuevo un quinteto, que avanza inexorable por la ladera de la sierra en busca de la ansiada cima del puerto. La visión se torna un tanto espeluznante, a nuestro lado campan decenas de bikers desparramados en los bordes del camino. Igual que la mierda en forma de plásticos y envoltorios que pseudobikers van dejando tirados en el suelo, esperando a alguien que los recoja. Demencial. Aprendices de ciclistas de montaña.
El sol calienta, como no lo ha hecho hasta el momento, y por vez primera me bajo los manguitos. El caso es que cojo el ritmillo, sin llegar a Gotxo y José que poco a poco veo cómo se van tan campantes, detrás de mi Juan lucha contra los elementos y algo más atrás Zambu lucha contra si mismo. Me encuentro bien, pienso mientras calculo la distancia en el cuentakilómetros y voy pasando gente. En un momento de pie a tierra me pasa Juan, al que controlo delante de mi, hasta que mi mente peta por segunda vez.
Subo de nuevo a la Yeti, que va como la seda en un día tan exigente como el de hoy, y mi nublada visión empieza a contemplar retazos de robles y arces de aspecto robusto. Uno de los granadinos, tirado en el borde del camino llama berreando a su amigo, que yace cuatro curvas más abajo tirado bajo una carrasca mientras anima a todo aquél que le pasa. “Va a tardar, tu colega se lo está tomando con calma”, le informo y tras ser correspondido con “gracias tío”, enfilo la que creía última rampa…
No es así, y mis ruedas enfilan un tramo precioso de robledal repleto de ganado bravo, pero bravo, bravo, de ese que acojona cuando intenta cruzar tu camino y no ves más que pitones ibéricos.
No veo a nadie, me mosqueo con los tres roteros que llevo delante por no haberse esperado, no me salen las cuentas en el kilometraje, me desespero, hasta que oigo unos gritos y unos comentarios. “Opa Secre!!”, y mi gesto desencajado musita una leve sonrisa, apenas apreciable por el dolor en que me encuentro sumido. Tras casi dos horas de prolongado ascenso veo el final del túnel, solo me faltaba Juan tocando la moral con algún cometario de los suyos, que me hace explotar. Estoy megapetado, me duelen hasta las cejas, así que me tomo 4 aquarius del tirón. Sí, cuatro vasos.
Al poco llega Zam, y emprendemos la lucha final. Porque quedan aún dos kilómetros para coronar, aunque parezca imposible subir más.
Nada más emprender la marcha Juan sufre calambres, y paramos aprovechando el momento para hacernos fotos, pues el paisaje parece casi alpino y la altura es ya considerable.

La madre de todas las bajadas.

Senda trialerosa, praderío, penitentes sobre bicis, el final del final. Sigo por el sendero a los dos granadinos que han llegado a nuestra altura. Paramos, José llama al Bere me parece recordar, otro pide una foto de grupo al amable miembro del Club Riópar, que nos explica dónde estamos, los nombres de los picos, etc.
A la sombra del Pico del Argel, a 1694 mts, estamos… vaya!” –pienso-, mientras imagino que ahí detrás están las colosales caídas del nacimiento del Río Mundo.
Los murcianos jóvenes y no tan jóvenes que habíamos adelantado antes en la subida, nos han pasado en el avituallamiento, y desfilan hacia abajo descubriéndonos el hilillo de senda por el que se desciende los subido en apenas unos kilómetros.
Lo bueno chavales, llegó lo bueno!!”, las caras nos cambian y emprendemos un impresionante descenso. No hay palabras que describan la sensación de enfilar desde allá arriba un descenso como éste. La primera parte, combina sendero roto entre cojines de moja y salviares, con pradería repletas de ganado. Hasta que llegamos a la senda, empezamos en este punto a sobrepasar gente bajada de la bici, José y yo tiramos delante en una senda que difícilmente olvidaremos en mucho tiempo. Senderistas que nos abren camino, una casa de piedra con gente sobre la hierba y olor a carne que a estas horas desata una fiebre devoradora infalible.
P’abajo, redios qué pasote, qué caña!, qué intensidad!, más gente bajada de la burra y nosotros surfeando piedras, sorteando raíces y comiendo escalones. Vamos lanzados, le sigo la trazada a José, en ocasiones el cartelito de marras nos avisa de la “bajada muy peligrosa”, y el sendero se empina al máximo entre un túnel vegetal que me recuerda a las selvas canarias. Pillamos a dos más y formamos un cuarteto, mientras uno de la organización avisa de un traicionero escalón, empiezo a chillar emocionado y me lo trago enterito, José no lo ha visto pero lo ha oído. Minutos más tarde, junto al río, esperamos a los demás exhaustos por la intensidad del momento. Nos reagrupamos todos de nuevo, junto al Calambre, y nos arrastramos hacia el pueblo de Riópar, que nos recibe a las tres y media de la tarde, con coches yéndose a sus destinos, y una meta desierta en la cual recogemos la comida y el maillot, fruto del esfuerzo, sacrificio y dolor escampado por estas montañas a golpe de pedal. Nos acordamos de nuestro amigo que no ha podido acompañarnos, pero que ha estado presente en nuestras conversaciones y le compramos una camiseta conmemorativa.
Los Calares del río Mundo, es un cúmulo de sensaciones que todo biker debe experimentar alguna vez en su vida, una suma de dolores físicos y secuelas mentales, que en vez de erosionar cuerpo y mente, lo fortalecen y ayudan a superar los traumas que acontecen a lo largo y ancho de nuestras vidas.

10 comentarios:

  1. Tío me has dejado sin palabras, esta es la MADRE DE LAS CRÓNICAS, si señor, qué recuerdos.

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  2. Buah, qué pasote! Estaba esperando esta segunda parte como agua de mayo, secre. Muy guapa!.

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  3. Fotre, Secre, que descripcion mas buena. Solo de pensarlo...., que bien estaria volver a repetirlo. Y cuanto antes, mejor!!!!.

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  4. Bueno nenes ya está completita la crónica.
    Hala para la posteridad!!!

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  5. Homeeeeeeeee!! Faltaba la fotarrangarranga! Y peazo fotarranga!!

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  6. Ya ves!
    His-tó-ri-ca!
    Será eternamente recordada.

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  7. Bere, llama al Charly y mirar a ver si podéis comprale alguna tontera al Gelow.
    Ya he llamado yo a tol mundo y hablado con el Panach.
    20,30 en el Gringo
    21,45 en el Panach
    Fale?

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  8. Zambu..., esa pancha que sale en la fotarranga es super autentica, juas, juas, juas.....

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  9. Aunque mi careto...., tampoco tiene desperdicio, juas, juas, juas....

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  10. Nice post, kind of drawn out though. Really good subject matter though.

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