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jueves, 13 de septiembre de 2012

MONTANBAI EN EL PAÍS DE LOS VASCOS.


Como la masa rotera que desgraciadamente no pudo subirse al rulo norteño de este verano, pide a gritos pelos y señales del euskaltour rotero, y tal y como ya hemos hecho con algunas buenas rotadas por la Terreta, ahí van unos breves apuntes de lo que sentimos durante 5 intensos días, con el fin de que podáis haceros al menos una idea de lo vivido. Cosa que resulta muy difícil, teniendo en cuenta el marco donde andamos y ciclamos.

Pero bueno, vamos a intentarlo:


La base de operaciones. Es increíble la independencia y capacidad de reacción de un grupeto compuesto por tres roteros. En nuestro particular refugio, escondido en algún lugar entre el Anboto y el Udalatx, el despertador solía moverse en la franja horaria compuesta entre las 7 y las 8 de la mañana.


Galartza abría su robusta puerta y dejaba entrever por norma general, un cielo encapotado y gris plomizo, que aletargaba los cuerpos y no mostraba demasiados buenos augurios. Un día incluso creímos oír la lluvia, por lo que dimos media vuelta en la cama y seguimos con lo nuestro, hasta que comprobamos que un potente escarabajo baserritarra, luchaba por ponerse recto entre las maletas que ocupan el espacio vital del caserío, provocando un ruido parecido a un txirimiri. Espacio que dicho sea de paso, no sufrió un alunizaje de sujetos y material pseudociclista como el año pasado, todo hay que decirlo.


La torre de Galartza volvió a acogernos gracias a la familia Ugalde, quienes una vez más se desvivieron por nosotros, y ya van dos! Este año no fuimos vecinos del "campamento de verano", lo cual dió pie a una mayor tranquilidad, que se tradujo en relax total en torno a cualquier sidra bien tirada por el autóctono del grupo, queso y la cerveza artesana del lugar, que triunfó en todas sus variantes.

L'arrancà. La almorzanda de rigor era frugal pero suficiente, y a la que te dabas cuenta el Seat Totx ya se encontraba subiendo la rampa que te lleva desde el gigantesto pino insigne de delante de la casa hasta diminutos pueblecitos de sonoros nombres, léase Amezketa o Alkiza. Salvo el día que rotamos desde Galartza, lo común fue moverse en torno a una hora en coche, dirección San Sebastián, atravesando peajes donde se saluda con un "epa!" mañanero y te despiden con un "esker" o un completo "eskerrik asko" al oír sintonizada Euskadi Gaztea, atravesando luego colinas plagadas de prados este año con sed, pinares y bosques de robles y hayas. El alto de Deskarga, el caserío de Olaberria, Bergara, Anoeta, Tolosa y sus "monumentos"... quedan entre el recuerdo de nuestras aproximaciones en coche.

El café bombón, es tan desconocido en estas tierras como una figa de pala, y el gentilicio "alicantino" es para los habitantes de este país de los vascos, un sinónimo de exotismo y buen origen, cosa que pudimos comprobar con todas aquellas personas con las que compartimos barra, mostrador comercial, acera de la calle o sendero en las montañas. Cosa que también agradecimos.

Dignos de mención fueron la gente de "Amigos de Aralar", caseta en lo alto de la montaña, que confundimos con un refugio y donde llegamos con sed, obsequiándonos con sendas Voll Damm y una Cola, sin saber que estábamos en su casa y no en una barra de refu. Desde aquí las gracias por todo, y lamentamos el entuerto!!

Uno tiene la sensación extraña, de estar muy lejos por la diferencia de paisaje, y muy cerca a la vez de su tierra por la calidez de la vida diaria. Uno querría absorber absolutamente todo lo que ve, todo lo que oye, todo lo que huele. Pero es imposible, harán falta más segundos, minutos, horas y días, en esta Euskadi que se nos antoja un verdadero paraíso para el ciclismo montañés, y un sitio donde saben vivir bien.

De rutas. Una vez pones el culo encima del sillín, los inicios de ruta fueron, ejem, cómo lo diría... descomunales?, demoledores?, duros de cojones?. Salvo la salida de Ernio, que resultó muy progresiva, el resto tuvo un inicio asfaltoso de los de acumular cifras en la pantalla del GPS. Hasta tal punto, que pronto entras en órbita, cosa que se agradece por ponerte a tono las paticas aunque no quieras, que llegan a doler menos por el estupendo paisaje que conforma la campiña cantábrica, con su cercado, su vaca que muge, su perro que ladra, su oveja que bala, su caballo que relincha y su ganadero que sale del caserío y te anima al verte sufrir sobre dos ruedas, en euskera claro.

Pero el terror aquí, no procede de las rampas de los caminos y sendas, no. El terror lo infunde el olor a majano de ganado, no por el olor en sí, sino por ser la antesala al sufrimiento infundido por unos seres malignos, feos como orcos, pero pequeños como un taco de small block eight, con alas, voraces, molestos, cansinos y dolorosamente insoportables: los tábanos, o tápenas, como fueron bautizados en la jerga.

Ellos, y algún que otro mastín, fueron los causantes directos de aumentar la velocidad media de las rutas, de subir sin bajarse de la bici por cuestones infames, de dibujar el pánico en nuestras caras. Es lo que tiene proceder de un sitio, donde la ganadería extensiva solamente se da en la playa y en los meses de verano.

El abrir y cerrar de cercados ganaderos también fue otra constante, acción que gana enteros al pasar por pasos canadienses, pues ya lo decían nuestros abuelos, "no hay nada mejor para la espalda, como levantar una bici endulerla!". Al principio le echas fotos, a la que hace 20 ya no sacas la cámara. Con disciplina rotera las abrimos y cerramos todas. Faltaría!. Sucede como con las ensaimadas del ganado vacuno, al principio las tratas de esquivar por muy retorcido que sea el sendero, pero a la que llevas 34.894 litros sudados, vas acumulando bonus en cada recoveco del cuadro a base de hierba digerida y bien cagada. Cualquiera de las tres burras lo podrían atestiguar.

La verdad es que hemos tenido unos contactos de auténtico lujo. Mikel y Carlos nos han dejado descubrir unos paisajes tremendamente bonitos, en unos rutones muy inteligentes en cuanto a recorrido, buscando siempre el sendero, el bosque, las vistas, el prado de altura, y garantizando una bajada final sencillamente espectacular por todo lo malo, com cal. En definitiva, unas rutas muy bien paridas, muy bien trabajadas, del gusto y agrado de todos nosotros. Agradecemos también cómo no, el asesoramiento del amigo Arturo a la hora de decantarnos por alguna.

En realidad no difieren mucho de las que hacemos aquí, en montañas como Serrella, Aitana, Bèrnia, Mariola, Migjorn, Maigmó, etc. salvando la distancia en cuanto a paisaje. Los montes vascos y la Montaña alicantina se parecen en porte, dimensión, vigor del relieve y cercanía al mar.



Los desniveles acumulados han resultado asequibles, rondando los 1400 el primer día, los 800 el segundo, y los 1200 el tercero, en 27, 21 y 24 kilómetros. Esta vez no nos hemos enfrentado a etapas típicas de los Pirineos, de esas que pasan factura al día siguiente. Constaban básicamente, de una subida larga y tendida y de una bajada con un desnivel negativo casi pirenaico, acercándose a los 1000 mts, en su mayoría por sendero estrecho o trialera. Los ascensos como los nuestros, a veces ciclables (con buena forma física se dejan hacer), otras veces porteables y las más empujables.


El planteamiento de las rutas fue no apretar en los madrugones, pero saliendo a buena hora, debido a lo plomizo de las mañanas que según las previsiones levantaban a mediodía para nublarse de tarde. Cosa que se cumplió al 100%, lloviéndonos solamente un poco al final de la bajada de Aralar.

Al ser pocos, la historia daba para ir comiendo poco a poco, aguantando el bocata de txorizo para arriba, daba igual que fuesen las 14 que las 17 h.

El turrón. La verdad es que nos ha impactado el nivel de las trialeras. El año pasado costó pillarle el punto al terreno, pero este un poco menos. Así y todo, las bajadas han sido tremendas. La de Aralar ha sido probablemente la bajal más turronera y más cañera a la que nos hemos enfrentado. Bien es verdad que no conocerla, y el estado húmedo y mojado de la roca, al final fueron hándicaps importantes, pero es que la condensación de roca no suelta es imponente, en una trialera kilométrica donde también tuvimos que sortear los caballos que debido a la niebla, desconfiaban de nosotros.

Aretxabaleta esconde senderos empinadísimos entre hayedo y pinar, tramos de saltos (bien disimulados) fuera de nuestro alcance, y un tramo de pasarelas curiosas. Pero lo mejor fue la bajada con pasos de fe, que te dejan con un subidón impresionante al llegar al embalse del Urkulu.

La bajada desde el Ernio tiene dos caras, la primera rocosa, con patio y ambiente de alta montaña, y una segunda rápida en su mayor parte y con un sendero entre hayas rapidísimo, donde tuvimos un tramo que nos llevó al éxtasis total uno detrás de otro. Un buenísimo fin de fiesta.


La post rotada. Todos sabemos que tan importante como la rotada es la post rotada, así que para ello se montó un buen dispositivo y una organización más que digna. El bar Itxaso nos volvió a acoger como en casa, y las txuletas fueron igualmente el tentempié digno de tres tipos desnutridos a base de pedaladas y empujancias por el monte.

 

El primer día, unas pizzas en el ambiente nocturno del caserío tampoco estuvieron nada mal, así como los bokatak del Plus Ultra. Para irse al sobre, nada mejor que una xarraeta a la fresca y cualquier brebaje, sin pasarse...

En fin, anécdotas, imágenes, momentazos, sentimientos, risas, alegrías, incluso llantos en alguna Z mal pegada... infinidad de matices imposibles de explicar con una simple foto o una frase hecha, así que para quienes tuvimos la suerte de asistir a este viaje rotero, nos quedará en resumen, como 5 días tranquilos, llenos de montaña, bicicleta y amigachos, ¿os suena?

Agur!

9 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Algún día lo comprobarás por ti mismo, oh prrrimo!

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  2. que gran reportaje!!!

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  3. Buena crónica Totxica!!Me alegro de que al final el viaje fuera para adelante a pesar de que estaba todo muy en el aire...

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    1. La verdad es que yo no me las tenía conmigo tampoco. Mereció la pena, ya lo creo.

      Cerebelo que os haya gustao.

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  4. Monumental crónica de 5 días mu bien reveníos!!! Se agradece y mucho.

    Grasies cosinet. Tú lo vales.

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