SENSACIONES ALLÁ ARRIBA.
Sensaciones de satisfacción hay muchas en el recorrido de la vida de las personas. De mil colores, de mil sabores, de mil formas, aromas y sonidos distintos. Pero hay una que personalmente, me reporta un equilibrio espiritual y un sosiego, que incluso a mi me resulta difícil de creer visto el descalabro mental que me producen los abismos artificiales. Subir allá arriba de ese pedazo de roca descomunal, es algo... solo comparable a otras escasas sensaciones de satisfacción, que apenas se cuentan con la palma de una mano.
Bueno, quizá de las dos.
No comprendo lo que me cuesta pasar de un lado a otro de un pedazo de hierro lineal colgado a unos 80 metros de altura, y lo mucho que me atrae desfilar -como buenamente puedo, claro- por una sinuosa lazada de apenas dos palmos de ancho anclada a la vertiginosa ladera de una de nuestras montañas. Intentar alcanzar una cima que se intuye venteada, constituye de por si, una forma de entender la vida, sea el mecanismo que sea con el que accedas a ella. Crestear, bordear con tus ruedas el matorral cimero espinoso, meter riñón en ese escalón de blanca caliza, asomarse por el rabillo del ojo a los dos valles, otear siquiera un segundo el efímero pastizal de mayo que se refugia al Norte, mientras metes la cabeza en el manillar y tratas de aguantar el equilibrio... o simplemente ver danzar a los compañeros trazada arriba, como entre dos mundos, acosados por vencejos y haciéndose más pequeños mientras no alcanzas a decir más que clic clic clic con tu cámara.
Y arriba el pico, como mandan los cánones: sin vértices blancos que anuncien entidades estatales, sin banderas ondeando, sean del color que sean. Sin execrables antenas ni radares cimentados sobre miles de años geológicos. Sin religiosidades varias en forma de cruces. Cimas impolutas, bestias, colgadas, abismales, redondeadas o incluso suavizadas. Pero cimas al fin y al cabo. Reducto momentáneo de gente que sufre para llegar a ellas, y que atesoran la más absoluta de las calmas, siempre que el viento quiera. Lugar donde evadirse un tiempo, escuchando a la montaña y encuchándose a si mismo.
Mientras cierras el último velcro de tus rodilleras, absorbes el camel, miras abajo, y entre fastidiado porque no sabes cuándo volverás de nuevo allá arriba sabiendo lo que costó alcanzar la cima, y embobado con el tremendo paisaje; miras al resto con los ojos en brillo, montas en la bici y empiezas a deslizarte mirando dos metros por delante tuyo... sintiendo otra de las sensaciones de satisfacción que tanto nos gusta, y que solo es comparable a otras escasas sensaciones de satisfacción, que apenas se cuentan con la palma de una mano.
Bueno, quizá de las dos.
Bueno, quizá de las dos.
No comprendo lo que me cuesta pasar de un lado a otro de un pedazo de hierro lineal colgado a unos 80 metros de altura, y lo mucho que me atrae desfilar -como buenamente puedo, claro- por una sinuosa lazada de apenas dos palmos de ancho anclada a la vertiginosa ladera de una de nuestras montañas. Intentar alcanzar una cima que se intuye venteada, constituye de por si, una forma de entender la vida, sea el mecanismo que sea con el que accedas a ella. Crestear, bordear con tus ruedas el matorral cimero espinoso, meter riñón en ese escalón de blanca caliza, asomarse por el rabillo del ojo a los dos valles, otear siquiera un segundo el efímero pastizal de mayo que se refugia al Norte, mientras metes la cabeza en el manillar y tratas de aguantar el equilibrio... o simplemente ver danzar a los compañeros trazada arriba, como entre dos mundos, acosados por vencejos y haciéndose más pequeños mientras no alcanzas a decir más que clic clic clic con tu cámara.
Y arriba el pico, como mandan los cánones: sin vértices blancos que anuncien entidades estatales, sin banderas ondeando, sean del color que sean. Sin execrables antenas ni radares cimentados sobre miles de años geológicos. Sin religiosidades varias en forma de cruces. Cimas impolutas, bestias, colgadas, abismales, redondeadas o incluso suavizadas. Pero cimas al fin y al cabo. Reducto momentáneo de gente que sufre para llegar a ellas, y que atesoran la más absoluta de las calmas, siempre que el viento quiera. Lugar donde evadirse un tiempo, escuchando a la montaña y encuchándose a si mismo.
Mientras cierras el último velcro de tus rodilleras, absorbes el camel, miras abajo, y entre fastidiado porque no sabes cuándo volverás de nuevo allá arriba sabiendo lo que costó alcanzar la cima, y embobado con el tremendo paisaje; miras al resto con los ojos en brillo, montas en la bici y empiezas a deslizarte mirando dos metros por delante tuyo... sintiendo otra de las sensaciones de satisfacción que tanto nos gusta, y que solo es comparable a otras escasas sensaciones de satisfacción, que apenas se cuentan con la palma de una mano.
Bueno, quizá de las dos.
no fumes mas, killo.
ResponderEliminarjejeje
Tas quedao a gusto, eh? De la mas profundo de la patata te ha salido eso, nen... me quito el parachute en tu honor ;-)
ResponderEliminarLa leche, Vicent. Como sabes subir las pulsaciones "allá arriba".
ResponderEliminarGracias por estos momentos!!
Cómo me molan estos ratillos de agradable lectura. Será pq compartimos esos mismos sentimientos.
ResponderEliminar...Y es que al llegar allá arriba, quisieras que parase el tiempo. Las vistas, el aire puro, la montaña, los colegas, las risas, el bocata, el vinito y el bajadón posterior hacen que te hinches de gozo.
Un pasote, tú.
P.D.: me quedo con el penúltimo párrafo, cosí.
Los "males de altura", je, je, je....
ResponderEliminarBuena divagacion!!!.
reyeah!!
ResponderEliminarY el sábado llega o no llega?? Que ja estic nervióóóóóóóóós!!! :D
ResponderEliminarLLEGÓ!!!!!!!
ResponderEliminarMEMBERS ZONE PEGANDO PETARDÁS!!!
Divagancias Rulz !!!!
ResponderEliminarPor cierto, si no quereis que vaya, pues es que no hace falta ni que lo menteis. Ya sé que las convocatorias son Only Roters, y que últimamente hay varios listos que se adueñan irrespetuosamente de las rutas y de nuestros tracks.
ResponderEliminarLo dicho, que este finde me voy por mi cuenta y punto. No conteis conmigo.
Ya te llevaré la camiseta rotera, Juan.
ResponderEliminarEin???, que camiseta?. O no me he enterado, o no te pillo.
ResponderEliminarA full !!!!!!!!! jejejeje
ResponderEliminarNada, Juanako. Tirando algo de salsa.
¿qué se sabe del tema de hoy?