Nadie sabe a ciencia cierta cómo se formó, ni tan siquiera hay una fecha concreta ni un momento de inicio. El primer capítulo de esta historia, la primera vez que se pronunció, se pierde en la profundidad de nuestros recuerdos.
Lo cierto es que encontrar tantas similitudes en el carácter es difícil, y reunirlas en un mismo grupo, resulta ya de por sí, harto complicado. Pero he aquí la grandeza del término, pues esconde su mayor atributo, que es precisamente ése: la similitud en el carácter.
Claro está que en la vida no conviene generalizar, cada uno es de un padre y de una madre, pero sí es cierto que las organizaciones, aunque sean piratas, se basan en una forma de entender algo de igual forma.
Nos gusta dibujar círculos imaginarios a lomos de una bici. Sentir el chasquido de la tierra debajo de nosotros, alzar la vista y divisar un horizonte de todo menos plano.
También inmiscuirnos en el devenir de esa trialera que circunda una montaña, aprendiendo de quien te guía las cubiertas, y esperando la llegada de un merecido descanso, allá en aquel lejano pino, donde poder zamparte a gusto el bocata que traes desde casa.
Pero durante estos últimos meses, el término ha cogido más relieve, más cuerpo. Han sido muchos los litros sudados, muchas las piedras absorbidas por nuestras horquillas, muchos los ánimos manifestados. Y apareció, como por arte de magia, el nexo de unión definitivo: la red de redes. El símbolo de la globalización bien entendida.
Un blog, éste, que ha servido de comunicación diaria y virtual entre una comunidad de masocas penitentes, capaces de empujar al compañero hacia arriba o hacia abajo, según las vicisitudes del camino.

Queda mucho por recorrer, amigos, queda mucho por sentir y soñar, para seguir dotando de cuerpo y visiones, a un término que todos nosotros sentimos como nuestro, aunque a 5.000 millones de personas, no les diga absolutamente nada.
Siéntete pues, rotero, afortunado por entender su significado.