AÑORO LA LLUVIA
Hace ya unos cuantos meses que por estos lares cayó la última tromba de agua. Caprichoso como está el tiempo durante este dos mil siete, hemos pasado de reptar entre el barro como auténticos jabalíes, a revolvernos entre mares de tierra suelta y piedras calizas ávidas de líquido elemento.
En estas calurosas tardes estivales, una vez terminado el Tour y releídas las revistas especializadas de julio, uno no puede sino pensar en la lluvia. En su constante tintineo sobre los tejados, en la gravidez de sus gotas, en sus regueros desparramados por los caminos.
En estas calurosas tardes estivales, una vez terminado el Tour y releídas las revistas especializadas de julio, uno no puede sino pensar en la lluvia. En su constante tintineo sobre los tejados, en la gravidez de sus gotas, en sus regueros desparramados por los caminos.
Me imagino mi sendero favorito agazapado por una leve capa húmeda, mientras el olor a tierra mojada, el ruido acongojante del trueno, el penetrante olor a tomillo y romero del mediterráneo, llegan de nuevo soñando a mi cabeza.
A veces mi materia gris solo acierta a relatar memorias de tiempos pasados. Y me transporta en el tiempo inevitablemente, sumido entre el calor que me envuelve… y recuerdo aquellos días de verano pre-obras del AVE, en el que caminar por los caminos de la Serreta era algo parecido al ideal de “verano perfecto” para un niño.
Recuerdo el caminar veloz motivado por el descomunal cumulus congestus formado al amparo del Montagut y el Cid. Esa calma tensa que figura en el ambiente, anunciante de que algo gordo va a suceder.
Las tardes de lluvia eran incluso un motivo suficiente para desperdiciar una buena siesta. Allí arriba, en las mismas faldas del Puntal Gros, elevados apenas sesenta metros sobre el fondo del valle que conforma el Vinalopó, nos apostábamos sobre la pérgola toda la familia. Y caía la primera gota, y luego la segunda, y así sucesivamente hasta saciar de sed al terruño. Y allí sentados, permanecíamos como admirando un espectáculo en la mejor de las gradas.
Quizá sea aún pronto. Después de julio vendrá agosto, y quién sabe si con él las deseadas tormentas de verano, que mitigaran la ceguera pasajera que los ojos roteros sufren en cada una de sus salidas, y que causan a veces y a la luz de la luna, tremendos ostiones en mitad del Kalifa.
El sábado pasado sin embargo, mi vista atisbaba anclados en muretes de mampostería y cantiles rocosos, los verdes retazos de robles y fresnos, de romeros y helechos, que nos hablan de una primavera húmeda y una tierra amable con el bosque, allá en las alturas de Aitana.
Mi mente grabó al detalle las pozas del río Guadalest, sus saltos de agua y sus turquesas aguas represadas en el pantano. Todo, a la espera de oír de nuevo el incesante lloro de unas nubes envalentonadas por el húmedo viento de levante.
Mientras tanto, tragaremos polvo hasta toser como posesos, inventaremos el ruido hídrico de los barrancos, y regaremos a golpe de camelbak el tomillo reseco, con la esperanza sostenida de que un negro nubarrón se apodere de la comarca y en forma de agua, vierta de vida la montaña.
Ay! cómo añoro la lluvia!
A veces mi materia gris solo acierta a relatar memorias de tiempos pasados. Y me transporta en el tiempo inevitablemente, sumido entre el calor que me envuelve… y recuerdo aquellos días de verano pre-obras del AVE, en el que caminar por los caminos de la Serreta era algo parecido al ideal de “verano perfecto” para un niño.
Recuerdo el caminar veloz motivado por el descomunal cumulus congestus formado al amparo del Montagut y el Cid. Esa calma tensa que figura en el ambiente, anunciante de que algo gordo va a suceder.
Las tardes de lluvia eran incluso un motivo suficiente para desperdiciar una buena siesta. Allí arriba, en las mismas faldas del Puntal Gros, elevados apenas sesenta metros sobre el fondo del valle que conforma el Vinalopó, nos apostábamos sobre la pérgola toda la familia. Y caía la primera gota, y luego la segunda, y así sucesivamente hasta saciar de sed al terruño. Y allí sentados, permanecíamos como admirando un espectáculo en la mejor de las gradas.
Quizá sea aún pronto. Después de julio vendrá agosto, y quién sabe si con él las deseadas tormentas de verano, que mitigaran la ceguera pasajera que los ojos roteros sufren en cada una de sus salidas, y que causan a veces y a la luz de la luna, tremendos ostiones en mitad del Kalifa.
El sábado pasado sin embargo, mi vista atisbaba anclados en muretes de mampostería y cantiles rocosos, los verdes retazos de robles y fresnos, de romeros y helechos, que nos hablan de una primavera húmeda y una tierra amable con el bosque, allá en las alturas de Aitana.
Mi mente grabó al detalle las pozas del río Guadalest, sus saltos de agua y sus turquesas aguas represadas en el pantano. Todo, a la espera de oír de nuevo el incesante lloro de unas nubes envalentonadas por el húmedo viento de levante.
Mientras tanto, tragaremos polvo hasta toser como posesos, inventaremos el ruido hídrico de los barrancos, y regaremos a golpe de camelbak el tomillo reseco, con la esperanza sostenida de que un negro nubarrón se apodere de la comarca y en forma de agua, vierta de vida la montaña.
Ay! cómo añoro la lluvia!
Plas, plas, plas!! Agradable lectura que hasta refresca. Casi he sentido las gotas de agua cayendo sobre mi cara. Sigues en tu onda, secre. Añoraba una de tus interesantes divagaciones...
ResponderEliminarHa sido muy agradable entrar al blog y ver dos entradas ajenas, y cada una de un rotero distinto. Seguid así, chicos!!!
ResponderEliminarRIBA RIBA!!
P.D.: psico, y la tuya pa cuando?
Puuuufffff!!!,ni se sabe. Lo bueno, siempre se hace esperar!!!!!
ResponderEliminarparásito, ta.
ResponderEliminar(Del lat. parasītus, y este del gr. παράσιτος, comensal).
1. adj. Biol. Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo. U. t. c. s.
2. adj. Blog. Individuo que usa el blog estando registrado pero NO aporta nada a cambio. U. t. c. s.
CORRECTO!!!!!
ResponderEliminarEs muy probable que este viernes haya convocatoria del Secre!!
ResponderEliminarA tomal pol qlo si pensábais que os ibáis a librar de mi tan fácilmente.
Psicoloco, con lo que estás tardando, creo que estarás escribiendo algo así como "Memorias frígidas sobre una burra" de cuatro o cinco volúmenes. Me equivoco?
ResponderEliminarMe lo firmarás cuando lo publiques?
;)
Cuenta con el secre, mi primer ejemplar sera para ti!!!, je, je, je....
ResponderEliminarSerá un honor!
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