El 14 de noviembre, pensé en ponerme de barro hasta las orejas, no sé si como medida sórdida hacia cualquier coacción, no sé si por liberar tensiones, no sé si por sentirme ciclista, no sé porqué, pero pensé llenarme de barro hasta las orejas.

"Uff, me voy a poner las botas y en llegar a casa, ducha caliente y a seguir la marcha, incluso si llueve un poco mejor que mejor". Una medida muy mediterránea de entender las cosas: protestar desde el ocio.

Bonita manera de enviar a tomar por saco banderas, banderolos y banderines, mandar a tomar por saco pancartas, carpantas, y papanatas. Mandar también a freír vientos a quienes día tras día desde la tele se ríen de mi, de ti, de todos mis compañeros, como decía el último al jugar al escondite. En un ejercicio de liberación personal, pensé en ponerme el batín de casa y las pantuflas, junto con el casco y las protes, claro. Coger la bici capitalista que tanta plusvalía me costó y... apartarla de mi vista, y decicarle cariño, remilgos y comprensión a esa sutil añoranza de juventud de acero oxidable. Muy paria, muy obrero, muy currela todo.

"Me sacaré la foto arriba del sendero con mi sombra puño en alto, me cagaré en las tijeras, en la metida de mano al bolsillo que me ha robado MI paga, me desahogaré gritando 300 mts por encima de la sociedad un ¡abajo la reforma laboral!, me sorprenderé levantando el índice hacia esas máquinas que susurran muerte y vida a partes iguales, me, me, me...", me cagontó que fácil es jugar a las revoluciones con 7000 euros debajo del sillín...

Los he visto hoy a todos, o los he oído, que casi es lo mismo. Los unos defensores de las reglas del juego, los otros enarbolando su verdad verdadera. 10 minutos antes de pasar por esa infernal máquina dactilar que demuestra que soy un buen trabajador para unos y un esquirol para otros, me lo pensé tan solo una vez más: "barro o arcilla"...

y me llené de arcilla hasta los pelillos de las orejas.

Ya lo decían los Potato... se entera o no se entera, la clase obrera?