- EL ARTE DEL REBOCE (The reboce's art) -
Galleta. Rijostio. Lechazo. Morrazo. Reboce. Guarrazo. Mantecao. Tonyina.... Y así unos cuantos nombrajos más como muestra del extensísimo vocabulario que engloba la jerga rotera, en la que, con una palabra hacemos mención a aquello de lo que no se ha librado ningún rotero, al igual que ningún biker que se encuentre a merced de la gravedad de nuestro planeta. Sirva pues esta entrada para rendir un merecido homenaje al "besiclista" que experimenta, ha experimentao o experimentará el "trago" que supone pasar por una caída, a modo de análisis morfológico-sintáctico-práctico, y visto desde la perspectiva rotera.
Ya desde hace un tiempo, el hombre se percató gracias a Newton de que todos los cuerpos eran atraídos por la tierra, y el rotero se encarga de verificarlo de vez en cuando, aunque, todo sea dicho, y por fortuna, muy pocas son las veces en las que la cosa acaba en dolor y casi ninguna cuando el tema es más serio. Pero lo que se va a tratar a continuación no es el grado de "rijostiamiento", sino la curiosa postura que adopta el rotero tras esa caída que no pasa de ser un ligero "reboce", y que, no es otra que sacudirse el polvo, coger la burra y volver a subir de nuevo para intentarlo otra vez.
El rotero es "cabotó" por naturaleza, y a no ser que se "ascle" algo él o su montura o, directamente y antes de tirarle no lo vea (lo cual suele denotar un ocasional derroche de lucidez y sentido común), no puede irse a casa sin vencer ese pasito, esa zeta que se le ha puesto por montera, ya que, de hacerlo así, durante lo que queda de ruta y probablemente el resto de la tarde/noche mientras recarga el bono-bici en el centro comercial de marras con la palomita, ese pasito va a estar taladrándole el coco cual broca de black&decker.
Y es que, señores, el sábado pasado experimentamos un nuevo capítulo que narraba todo lo que he comentado en estos párrafos de arriba. Lo que venía siendo una rotada por el Sit, disfrutando de la senda del Zubi, y tras encaminarnos hacia los Totxak, decidimos hacer antes las zetas del Pou del Bitxo, unas zetas muy divertidas y que acaban como traca final en forma de sinuosidades muy juntas y de macabro desnivel, invitando al galletaco al menor error de cálculo.
Ocurrió lo que normalmente suele pasar: el primer rotero que va en cabeza, se arma de valor, se enfrenta a la zeta, ofrece al público dos giros imposibles, doble carpado + tirabuzón y se marca la bajal perfecta. Ovación cerrada. El público jadea y aplaude con locura. La cosa parece fácil. Bien. Ahora tan sólo hay que hacer lo mismo que él ha hecho. El siguiente toma aire, fija la mirada en la primera zeta que tiene delante y que es la más difícil, piensa con rapidez y da la primera pedalada, enfilándose con decisión hacia el tema que nos incumbe. Coloca la rueda delantera con precisión de cirujano. Perfecto. Traza la zeta espectacularmente, pues se ha abierto como debe ser. Entonces llega el momento en el que la rueda trasera debería de colocarse como lo ha hecho el rotero anterior, pero algo falla: la rueda comienza a subirse por el montículo del al lado mientras la delantera ya está bajando irremediablemente, siguiendo la trazada. Se vence el centro de gravedad y ya entramos en un punto de no retorno que acaba con el rotero volando y deleitando al personal con un abrazo de oso contra el pino que hay enfrente. Polsaguera?
...Y es aquí cuando se obra el milagro: ante el aluvión de preguntas acerca de la integridad del interfecto, éste responde diciendo que "todo bueno", se levanta, se saca el polvo, recoge la burra y mientras escucha al personal comentando dónde ha estado el error, sube de nuevo al punto de partida a volver a esperar su turno de intentar vencer a esa zeta que le ha ganado la batalla, pero no la guerra. Valiente guerrero con una idea forjada a golpe de cincel en lo más profundo del cerebelo y que sólo tiene ojos para esa zeta. El resto de la gente se mantiene atónita, volviendo de nuevo cada uno a su lugar: el/los fotógrafo/s en su sitio (uno arriba y otro abajo, capturando todo detalle), el portero de balonmano volviendo a subir los brazos esperando la nueva salida y el resto expectante. Repeat & loop.
El pasito/trialera/zetanga cuando es descubierto por primera vez despierta verdadera pasión entre la manada. A continuación es calificado por los susodichos por "muelte" o "molongo", generando multitud de opiniones no exentas de polémica en determinadas ocasiones, hasta que sale el osado que pretenderá demostrar que es molongo, pulsando el "power" en ese botón imaginario que pone en marcha los engranajes de un gran bombo que hace girar bolas en las que están escritos nuestros nombres, y una Carmen Sevilla bien engalanada se encarga de repartir, no suerte, sino unas cepas que lo flipas. Así pues, estás dispuesto a correr el riesgo? Pues en el 99% de los casos, sí, pues si algo bueno tenemos, es que con la experiencia y el avance de la edad, uno se vuelve más precavido y ese instinto de protección está bien arraigado en la Penya (haciendo mención especial a ese papel impagable del portero de balonmano). Y si no, os invito a que reflexionéis y os daréis cuenta de que así es, amén de que también controlamos más la gestión de yolos.
...Y el resultado acaba siendo en la mayoría de los casos, un buen rato de risas, técnica, pilotaje y pericia que son el azúcar que endulza nuestras rutas.
Rotero, no cambies nunca.
Ya desde hace un tiempo, el hombre se percató gracias a Newton de que todos los cuerpos eran atraídos por la tierra, y el rotero se encarga de verificarlo de vez en cuando, aunque, todo sea dicho, y por fortuna, muy pocas son las veces en las que la cosa acaba en dolor y casi ninguna cuando el tema es más serio. Pero lo que se va a tratar a continuación no es el grado de "rijostiamiento", sino la curiosa postura que adopta el rotero tras esa caída que no pasa de ser un ligero "reboce", y que, no es otra que sacudirse el polvo, coger la burra y volver a subir de nuevo para intentarlo otra vez.
El rotero es "cabotó" por naturaleza, y a no ser que se "ascle" algo él o su montura o, directamente y antes de tirarle no lo vea (lo cual suele denotar un ocasional derroche de lucidez y sentido común), no puede irse a casa sin vencer ese pasito, esa zeta que se le ha puesto por montera, ya que, de hacerlo así, durante lo que queda de ruta y probablemente el resto de la tarde/noche mientras recarga el bono-bici en el centro comercial de marras con la palomita, ese pasito va a estar taladrándole el coco cual broca de black&decker.
Y es que, señores, el sábado pasado experimentamos un nuevo capítulo que narraba todo lo que he comentado en estos párrafos de arriba. Lo que venía siendo una rotada por el Sit, disfrutando de la senda del Zubi, y tras encaminarnos hacia los Totxak, decidimos hacer antes las zetas del Pou del Bitxo, unas zetas muy divertidas y que acaban como traca final en forma de sinuosidades muy juntas y de macabro desnivel, invitando al galletaco al menor error de cálculo.
Ocurrió lo que normalmente suele pasar: el primer rotero que va en cabeza, se arma de valor, se enfrenta a la zeta, ofrece al público dos giros imposibles, doble carpado + tirabuzón y se marca la bajal perfecta. Ovación cerrada. El público jadea y aplaude con locura. La cosa parece fácil. Bien. Ahora tan sólo hay que hacer lo mismo que él ha hecho. El siguiente toma aire, fija la mirada en la primera zeta que tiene delante y que es la más difícil, piensa con rapidez y da la primera pedalada, enfilándose con decisión hacia el tema que nos incumbe. Coloca la rueda delantera con precisión de cirujano. Perfecto. Traza la zeta espectacularmente, pues se ha abierto como debe ser. Entonces llega el momento en el que la rueda trasera debería de colocarse como lo ha hecho el rotero anterior, pero algo falla: la rueda comienza a subirse por el montículo del al lado mientras la delantera ya está bajando irremediablemente, siguiendo la trazada. Se vence el centro de gravedad y ya entramos en un punto de no retorno que acaba con el rotero volando y deleitando al personal con un abrazo de oso contra el pino que hay enfrente. Polsaguera?
...Y es aquí cuando se obra el milagro: ante el aluvión de preguntas acerca de la integridad del interfecto, éste responde diciendo que "todo bueno", se levanta, se saca el polvo, recoge la burra y mientras escucha al personal comentando dónde ha estado el error, sube de nuevo al punto de partida a volver a esperar su turno de intentar vencer a esa zeta que le ha ganado la batalla, pero no la guerra. Valiente guerrero con una idea forjada a golpe de cincel en lo más profundo del cerebelo y que sólo tiene ojos para esa zeta. El resto de la gente se mantiene atónita, volviendo de nuevo cada uno a su lugar: el/los fotógrafo/s en su sitio (uno arriba y otro abajo, capturando todo detalle), el portero de balonmano volviendo a subir los brazos esperando la nueva salida y el resto expectante. Repeat & loop.
El pasito/trialera/zetanga cuando es descubierto por primera vez despierta verdadera pasión entre la manada. A continuación es calificado por los susodichos por "muelte" o "molongo", generando multitud de opiniones no exentas de polémica en determinadas ocasiones, hasta que sale el osado que pretenderá demostrar que es molongo, pulsando el "power" en ese botón imaginario que pone en marcha los engranajes de un gran bombo que hace girar bolas en las que están escritos nuestros nombres, y una Carmen Sevilla bien engalanada se encarga de repartir, no suerte, sino unas cepas que lo flipas. Así pues, estás dispuesto a correr el riesgo? Pues en el 99% de los casos, sí, pues si algo bueno tenemos, es que con la experiencia y el avance de la edad, uno se vuelve más precavido y ese instinto de protección está bien arraigado en la Penya (haciendo mención especial a ese papel impagable del portero de balonmano). Y si no, os invito a que reflexionéis y os daréis cuenta de que así es, amén de que también controlamos más la gestión de yolos.
...Y el resultado acaba siendo en la mayoría de los casos, un buen rato de risas, técnica, pilotaje y pericia que son el azúcar que endulza nuestras rutas.
Rotero, no cambies nunca.
Jajajajaja
ResponderEliminarQué bueeeeeeenooooooo!!!!!
Qué bien reflejado todo, tronco.
Plas plas
El paso "Paquito Txocolatero" del Pou del Bitxo dio mucho de sí. Que se lo digan a mi muslo tó ennegrecío!!
Gran paréntesis esta mañana con tu relato. Me ha encantao.
Me uno al Secre, jajajajajajajaja
ResponderEliminarQue panza a reir.
Muy bueno JoseleZ!!!!
Que narrativa más descriptiva, que bien has plasmado el momento "Paquito Txocolatero", lo has clavado a la perfección!!! jajajajaja
Esos momentos de "esencia rotera", a mitad de la rotada, endulzan más si cabe, la jornada matutina del sábado en mitad de la montaña con un buen puñado de amigos.
Gracias incondicionales al "portero de balonmano", su labor y sola presencia, es imprescindible.
P.D.: Brutal la prosa que tienen los primos Navarro. Que grande hacéis este ciber espacio.
muy bueno
ResponderEliminarmientras lo podamos contar .......
Qué poco se prodiga el personal.
ResponderEliminarPoco no. Más bien nada.
ResponderEliminarBueno yo acabo de llegar de viaje, y no he podido ni entrar hasta ahora, pero ya dije lo que quería hacer.
ResponderEliminarComó estoy desde el móvil y no se si podré poner entrada, mi hermano y yo manana hacemos mortirolo por beties
Que vaya bueno, Javi. Yo mañana no tico.
EliminarYo mañana vuelvo a currar 😓
ResponderEliminarYo mañana no tico. En el momento vea hueco, sea el día que sea lo haré saber por aquí.
ResponderEliminarRiba riba!
Gran divagacion!!!
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