EL INFIERNO KÁRSTICO DEL ¿POP?
Parcent es un bonito pueblo enclavado en un escenario, que supura esencia mediterránea por los cuatro puntos cardinales. Allí, donde todo es de un bucólico que te cagas en la badana, los muretes de piedra no se han caído con el paso del tiempo, las laderas de las montañas aún guardan centenarios senderos de cuando los moriscos ni se afeitaban, las dóciles carreteras de montaña están repletas de esbeltas ciclistas norteuropeas, los puertos culminan en forma de bareto de montaña donde alemanas vestidas de tirolesas sirven tanques de cerveza del tamaño de troncos de pino, y el valle recibe el regocijante nombre de "la Vall de Pop".
Ante semejante carta de presentación, ¿quién iba a imaginarse que nuestro periplo por la divisoria entre las dos Marinas, iba a ser un infierno fraguado a base de empujadas por senderos corroídos por el torrencial otoño, hirientes cresteríos que nunca acaban, y portentosas bajadas con turrón para cuatro Navidades?
Ainsss, si es que ya lo dice el refranero rotero: "nunca se sabe cuando una rotada se puede convertir en épica"!
La mañana empezaba fresca y ya empezábamos a sortear charcos de la llovida de ayer, peroooo ¿ayer acaso llovió?. Y es que, para unos alicantinos sureños como nosotros, el microclima cambiante y pseudo húmedo de esta porción de la Montaña, pasa casi por completo desapercibido.
El terreno tenía su puntillo, así como el senderillo inicial que poco a poco entra en materia. Antes de dar con el buen camino nos pegamos un buen electrocardiograma gratuito, ya que como en los viejos tiempos, vamos tirando de mapa.
El sendero que pensábamos sería camino, se pone peludo, más bien parece un aluvión de piedras de múltiples tamaños. A la que vamos ganando altura, se empuja mucho más que se cicla. El caso es que esta zona inicial era la menos preocupante de todas, así que ya nos ponemos en guardia. En cualquier caso, la opción nos parece más oportuna que subir por asfalto hacia el puerto de montaña al que nos dirigimos.
A medida que empezamos a ver el collado final, compruebo definitivamente y por enésima vez, que desde el salón de casa Google Earth puede ser maravilloso, pero que la realidad puede no ser la deseada.
Una cuantas Zs y una mayor ciclabilidad (aunque a Javi la ciclabilidad se la trae floja y decide tirar ladera a través), nos dejan con buena cara en el cruce con la carretera. Las vistas ya empiezan a ser importantes, como lo ha sido siempre el Coll de Rates, nombre actual derivado del original "de Raptes", dado lo solitario del puerto en una posición que sirvió de contacto entre el Alicante norteño y el sureño, antes de hacer los túneles del Mascarat.
La comodidad nos llega de pronto, en forma de camino hormigoneado, que por una vez nos hace el papel y nos permite auparnos a lo alto de la sierra dando pedales, cosa que sería imposible con un camino en mal estado, tan típico de la zona, dado el elevado desnivel que tiene el tramo, en el cual invertimos cerca de 40 minutos de constante pedaleo.
Arriba de la caseta de vigilancia la risa tonta vuelve a la cara. Flipamos las gambas navideñas con el asedio de montañas de la Terreta, y el desnivel y el relieve que se gastan. Sin duda, un patio de recreo como para no entrar a clase.
Nos queda mucho bacalao por degustar, así que una vez le hemos dado buena cuenta al bocata, nos enfundamos las protes, que ya no nos abandonarán hasta los coches, 4 horas después. Rozamos el mediodía, y lo que viene ahora, es toda una incertidumbre.
Incertidumbre que se torna afilado cresterío, por el reborde superior de la montaña. El firme no puede ser más malo para andar, así que pensar en ciclar es toda una ilusión. Una loma, y otra, sin ver el final, ¡no parece tener fin! Javi va bastante adelantado, Chopy sufre con el relieve ahora fallado, ahora en forma de lapiaz, y a mi me invaden muchas sensaciones de tantas otras tundas montañeras del mismo pelaje. De hecho, con todas sus diferencias, no sé porqué esta ruta me esta recordando a las vascas de este verano.
En un par de ocasiones nos permitimos el lujo de montar, incluso damos alguna pedalada, pero el terreno vence una y otra vez. Finalmente, un morro de tonalidad blanquecina y un padrerío verde donde debe ponerse las botas el ganado, nos cierra las puertas de no sé cuántas lomas de aspecto mordoriano. Estamos en el paraje de "es Fondet d'en Donís", en lenguaje tarbenero, y curiosamente a la misma altitud que en el almuerzo: 977 mts sobre un Mediterráneo que se funde en tonalidades azules con un cielo sin nubes. La visión sobre la cresta impresiona. Nos reímos. Nos sentamos, doy las gracias. "No siempre salen las cosas bien", dice Javi. Pienso que esa afirmación cambiará de un momento a otro, porque la bajada, que ya habíamos visto desde el punto del bocata, se antoja antológica.
Y así fue. Toda una antología del turrón en multitud de actos, porque ¡válgame la válvula Schrader! ¡aquello es imposible bajarlo del tirón! Pero imposible, imposible. Escalón tras escalón, aparace un escalonarro. Y entre escalonarro y escalonarro, dieciocho pasos de fe seguidos, que multiplicados con lo retorcido del sendero, lo empinada que está ladera, y la petación senil que llevamos, eleva a la enésima potencia la posibilidad de galletón.
Yo a la que cambiamos de rumbo o vertiente paro a darle a la foto, porque si mágico era el paraje con visión hacia la imponencia de Serrella, Xortà, Aitana, Puig Campana o Ponoig, también lo es ahora al ver a sus primas menores pero no por ello menos bellas Foradà, Montgó, Cocoll, la Safor, Benicadell o Cavall Verd. Un horizonte redondo de color "azul mar", lo envuelve todo. Y una oscura sombra baleárica, encierra el telón de fondo por un lado, y el agudo espadán del Penyagolosa por el otro. Tremendo.
Tremendo... tremendo el tramazo yolondrero que nos hemos calzao a vista y en libre. Cual Kurt Albert del pedal. Tan a vista y en libre, que nos hemos pasao tres pueblos, o mejor, tres romeros, y nos hemos equivocado de enlace. El entuerto nos lleva casi media hora de reloj, ya ronda la una y veinte del mediodía y hay quien sugiere seguir a la brava a buscar el pueblo. En un entorno como éste, una desbandada jabalinesca puede suponer un buen aprieto en cualquier barrancada. Por fin encontramos la senda madre, tirando de mapa claro, y la inquietud se torna flipamenta en forma de dos tramos prodigiosamente labrados entre una ladera empinadísima. Una hostia puede suponer la muellllte o un helicopterazo garantizado. Pero cualquiera pide cautela a tres roteros poseídos por el endorfinamiento masivo, así que ¡hale, venga va!, ¡un yolo!, ¡y otro!, y cuatro más!, veeengaaaaaa.
"Aggghhhh recontra que repetao que voy". Enésima paraeta en un tramo complicado, que obliga a desmontar por rocaje que impide avanzar. Tramo norteño, umbrío, mojado de vete tú a saber qué llovidón, y de nuevo la muelllte de cerca. La miramos a la cara, y de nuevo... ¡hale, venga va!, ¡un yolo!, ¡y otro!, y cuatro más!, veeengaaaaaa!!
"Copón, ¿pero esto no para?, ¿no tiene fin?". Pues como todo en la vida, menos la hermosura, sí. No sin antes sentir músculos que jamás antes habías sentido, sin haberte entregado en cuerpo y alma a tu bici, que cruje como una posesa, y que sufre y disfruta a partes iguales. Benditos hierrajos!!
La Font de la Foia pone punto y final a una bajada antológica, tal y como vaticinamos varios kilómetros arriba. Nada tiene que envidiar a otras antologías del pedrolo, y por el escarpado terreno por el que traza, merece una reverencia rotera en toda regla. Reconocer abajo que el cresterío infame anterior ha merecido la pena, es lo mejor que podríamos decirle a la bajada. Y eso le dijimos, además de guapa, con gesto desencajado eso sí, por el sofocón físico.
¡Que viva el Anti-Flow!
Yo cruzo los dedos para que el populus vote por seguir la ruta prevista. Son las dos de la tarde. "Pues nada, a ver si el tramo de carretera pasa rápido y a por la última bajal", dice Javi. "¡Grande!", pienso para mi. Ahora toca remontar dos anecdóticos kilómetros del puerto del Coll de Rates, donde nos pasan volando holandeses en flacas a casco porro. 20 minutillos a buen ritmo, y de nuevo en el garito con olor a carne a la brasa, que dejaremos para otro día de esparcimiento con más tropa. Otro empadronado en Utrecht con un peluco equivalente a media hipoteca hispana, nos saca la única foto de ¿grupo?, y a la que podemos enfilamos el Camí de la Pansa, o de les Revoltes. Apellido común en la Terreta, que en endulerdo significa turrón, Zs, escalones y gritos de júbilo. Esta vez con menos decibelios porque el grado de petación es inaudito.
Tras una docena larga de Zs enlazadas, un encuentro con una banda motorizada rompesendas centenarias (holandesa, claro), y doce dislocamientos óseos después, Parcent en masa nos recibe. El alcalde nos entrega la llave, la vara de mando del pueblo, y hasta el brazo incorruptible del santón local. Y no sólo eso, además, y por unanimidad de los vecinos, ante semejante majadería rotera y como sentido homenaje a la gesta, el valle desde ahora mismo pasará a llamarse "la Vall del Jevi Metal", nada de Pop ni medias gaitas.
Pero nosotros echamos la vista atrás y alzamos la mirada. Observamos la caseta del almuerzo. El cresterío, la ladera por donde se despanzurran las dos megabajales de hoy. Nos miramos entre nosotros, nos echamos una sonrisa cómplice... y nos largamos a contároslo.
Bueno, antes también vimos a un par de princesas dando pedales.
Holandesas, claro.
Ante semejante carta de presentación, ¿quién iba a imaginarse que nuestro periplo por la divisoria entre las dos Marinas, iba a ser un infierno fraguado a base de empujadas por senderos corroídos por el torrencial otoño, hirientes cresteríos que nunca acaban, y portentosas bajadas con turrón para cuatro Navidades?
Ainsss, si es que ya lo dice el refranero rotero: "nunca se sabe cuando una rotada se puede convertir en épica"!
La mañana empezaba fresca y ya empezábamos a sortear charcos de la llovida de ayer, peroooo ¿ayer acaso llovió?. Y es que, para unos alicantinos sureños como nosotros, el microclima cambiante y pseudo húmedo de esta porción de la Montaña, pasa casi por completo desapercibido.
El terreno tenía su puntillo, así como el senderillo inicial que poco a poco entra en materia. Antes de dar con el buen camino nos pegamos un buen electrocardiograma gratuito, ya que como en los viejos tiempos, vamos tirando de mapa.
El sendero que pensábamos sería camino, se pone peludo, más bien parece un aluvión de piedras de múltiples tamaños. A la que vamos ganando altura, se empuja mucho más que se cicla. El caso es que esta zona inicial era la menos preocupante de todas, así que ya nos ponemos en guardia. En cualquier caso, la opción nos parece más oportuna que subir por asfalto hacia el puerto de montaña al que nos dirigimos.
A medida que empezamos a ver el collado final, compruebo definitivamente y por enésima vez, que desde el salón de casa Google Earth puede ser maravilloso, pero que la realidad puede no ser la deseada.
Una cuantas Zs y una mayor ciclabilidad (aunque a Javi la ciclabilidad se la trae floja y decide tirar ladera a través), nos dejan con buena cara en el cruce con la carretera. Las vistas ya empiezan a ser importantes, como lo ha sido siempre el Coll de Rates, nombre actual derivado del original "de Raptes", dado lo solitario del puerto en una posición que sirvió de contacto entre el Alicante norteño y el sureño, antes de hacer los túneles del Mascarat.
La comodidad nos llega de pronto, en forma de camino hormigoneado, que por una vez nos hace el papel y nos permite auparnos a lo alto de la sierra dando pedales, cosa que sería imposible con un camino en mal estado, tan típico de la zona, dado el elevado desnivel que tiene el tramo, en el cual invertimos cerca de 40 minutos de constante pedaleo.
Arriba de la caseta de vigilancia la risa tonta vuelve a la cara. Flipamos las gambas navideñas con el asedio de montañas de la Terreta, y el desnivel y el relieve que se gastan. Sin duda, un patio de recreo como para no entrar a clase.
Nos queda mucho bacalao por degustar, así que una vez le hemos dado buena cuenta al bocata, nos enfundamos las protes, que ya no nos abandonarán hasta los coches, 4 horas después. Rozamos el mediodía, y lo que viene ahora, es toda una incertidumbre.
Incertidumbre que se torna afilado cresterío, por el reborde superior de la montaña. El firme no puede ser más malo para andar, así que pensar en ciclar es toda una ilusión. Una loma, y otra, sin ver el final, ¡no parece tener fin! Javi va bastante adelantado, Chopy sufre con el relieve ahora fallado, ahora en forma de lapiaz, y a mi me invaden muchas sensaciones de tantas otras tundas montañeras del mismo pelaje. De hecho, con todas sus diferencias, no sé porqué esta ruta me esta recordando a las vascas de este verano.
En un par de ocasiones nos permitimos el lujo de montar, incluso damos alguna pedalada, pero el terreno vence una y otra vez. Finalmente, un morro de tonalidad blanquecina y un padrerío verde donde debe ponerse las botas el ganado, nos cierra las puertas de no sé cuántas lomas de aspecto mordoriano. Estamos en el paraje de "es Fondet d'en Donís", en lenguaje tarbenero, y curiosamente a la misma altitud que en el almuerzo: 977 mts sobre un Mediterráneo que se funde en tonalidades azules con un cielo sin nubes. La visión sobre la cresta impresiona. Nos reímos. Nos sentamos, doy las gracias. "No siempre salen las cosas bien", dice Javi. Pienso que esa afirmación cambiará de un momento a otro, porque la bajada, que ya habíamos visto desde el punto del bocata, se antoja antológica.
Y así fue. Toda una antología del turrón en multitud de actos, porque ¡válgame la válvula Schrader! ¡aquello es imposible bajarlo del tirón! Pero imposible, imposible. Escalón tras escalón, aparace un escalonarro. Y entre escalonarro y escalonarro, dieciocho pasos de fe seguidos, que multiplicados con lo retorcido del sendero, lo empinada que está ladera, y la petación senil que llevamos, eleva a la enésima potencia la posibilidad de galletón.
Yo a la que cambiamos de rumbo o vertiente paro a darle a la foto, porque si mágico era el paraje con visión hacia la imponencia de Serrella, Xortà, Aitana, Puig Campana o Ponoig, también lo es ahora al ver a sus primas menores pero no por ello menos bellas Foradà, Montgó, Cocoll, la Safor, Benicadell o Cavall Verd. Un horizonte redondo de color "azul mar", lo envuelve todo. Y una oscura sombra baleárica, encierra el telón de fondo por un lado, y el agudo espadán del Penyagolosa por el otro. Tremendo.
Tremendo... tremendo el tramazo yolondrero que nos hemos calzao a vista y en libre. Cual Kurt Albert del pedal. Tan a vista y en libre, que nos hemos pasao tres pueblos, o mejor, tres romeros, y nos hemos equivocado de enlace. El entuerto nos lleva casi media hora de reloj, ya ronda la una y veinte del mediodía y hay quien sugiere seguir a la brava a buscar el pueblo. En un entorno como éste, una desbandada jabalinesca puede suponer un buen aprieto en cualquier barrancada. Por fin encontramos la senda madre, tirando de mapa claro, y la inquietud se torna flipamenta en forma de dos tramos prodigiosamente labrados entre una ladera empinadísima. Una hostia puede suponer la muellllte o un helicopterazo garantizado. Pero cualquiera pide cautela a tres roteros poseídos por el endorfinamiento masivo, así que ¡hale, venga va!, ¡un yolo!, ¡y otro!, y cuatro más!, veeengaaaaaa.
"Aggghhhh recontra que repetao que voy". Enésima paraeta en un tramo complicado, que obliga a desmontar por rocaje que impide avanzar. Tramo norteño, umbrío, mojado de vete tú a saber qué llovidón, y de nuevo la muelllte de cerca. La miramos a la cara, y de nuevo... ¡hale, venga va!, ¡un yolo!, ¡y otro!, y cuatro más!, veeengaaaaaa!!
"Copón, ¿pero esto no para?, ¿no tiene fin?". Pues como todo en la vida, menos la hermosura, sí. No sin antes sentir músculos que jamás antes habías sentido, sin haberte entregado en cuerpo y alma a tu bici, que cruje como una posesa, y que sufre y disfruta a partes iguales. Benditos hierrajos!!
La Font de la Foia pone punto y final a una bajada antológica, tal y como vaticinamos varios kilómetros arriba. Nada tiene que envidiar a otras antologías del pedrolo, y por el escarpado terreno por el que traza, merece una reverencia rotera en toda regla. Reconocer abajo que el cresterío infame anterior ha merecido la pena, es lo mejor que podríamos decirle a la bajada. Y eso le dijimos, además de guapa, con gesto desencajado eso sí, por el sofocón físico.
¡Que viva el Anti-Flow!
Yo cruzo los dedos para que el populus vote por seguir la ruta prevista. Son las dos de la tarde. "Pues nada, a ver si el tramo de carretera pasa rápido y a por la última bajal", dice Javi. "¡Grande!", pienso para mi. Ahora toca remontar dos anecdóticos kilómetros del puerto del Coll de Rates, donde nos pasan volando holandeses en flacas a casco porro. 20 minutillos a buen ritmo, y de nuevo en el garito con olor a carne a la brasa, que dejaremos para otro día de esparcimiento con más tropa. Otro empadronado en Utrecht con un peluco equivalente a media hipoteca hispana, nos saca la única foto de ¿grupo?, y a la que podemos enfilamos el Camí de la Pansa, o de les Revoltes. Apellido común en la Terreta, que en endulerdo significa turrón, Zs, escalones y gritos de júbilo. Esta vez con menos decibelios porque el grado de petación es inaudito.
Tras una docena larga de Zs enlazadas, un encuentro con una banda motorizada rompesendas centenarias (holandesa, claro), y doce dislocamientos óseos después, Parcent en masa nos recibe. El alcalde nos entrega la llave, la vara de mando del pueblo, y hasta el brazo incorruptible del santón local. Y no sólo eso, además, y por unanimidad de los vecinos, ante semejante majadería rotera y como sentido homenaje a la gesta, el valle desde ahora mismo pasará a llamarse "la Vall del Jevi Metal", nada de Pop ni medias gaitas.
Pero nosotros echamos la vista atrás y alzamos la mirada. Observamos la caseta del almuerzo. El cresterío, la ladera por donde se despanzurran las dos megabajales de hoy. Nos miramos entre nosotros, nos echamos una sonrisa cómplice... y nos largamos a contároslo.
Bueno, antes también vimos a un par de princesas dando pedales.
Holandesas, claro.
Buah, Secre, que grande contando las rotadas.
ResponderEliminarIncreible, qué bueno.
Subidónnnnnn!!!!!!
ResponderEliminarAún me duele todo el cuerpo.
ResponderEliminarDespues de leerlo me tiemblan las piernas de acordarme de las dos bajadas.
GRANDE SECRE no dejes nunca de preparar rutones de este calibre.
Subidónnnnnnnnnn!!!!!!¡
Larga vida al Jevy Metal !!!!!
ResponderEliminarComo me ponen las crónicas del Secre dioooooos !!! espero poder coincidir prontito con la tropa Rot y comentar esas dos mega bajales de la cuna de la marina.
grandes grandes
Ufff compadres, esta ruta me ha pillado por completo.
ResponderEliminarLa verdad es que los grupetos reducidos, le dan mucho valor añadido a estas tundas sin saber por dónde vamos.
Oye que me alegro que os guste la crónica. A ver si volvemos pronto.
ResponderEliminar"Y así fue. Toda una antología del turrón en multitud de actos, porque ¡válgame la válvula Schrader! ¡aquello es imposible bajarlo del tirón! Pero imposible, imposible. Escalón tras escalón, aparace un escalonarro. Y entre escalonarro y escalonarro, dieciocho pasos de fe seguidos, que multiplicados con lo retorcido del sendero, lo empinada que está ladera, y la petación senil que llevamos, eleva a la enésima potencia la posibilidad de galletón."
ResponderEliminarEste párrafo hace que todo lo sufrido valga la pena. Sólamente espero que, por lo leído de lo duro de la llegada hasta ese punto, se tenga en mente repetir la ruta, o pulirla en algunas partes si se puede, porque después de semejante descripción del día que pasásteis estoy que no me aguanto encima de la silla.
Espectacular crónica, cosí. He vivido la rotada como si hubiera estado allí con vosotros (os tuve en mente todo el día, joíos!).
Volveremos, verdad?
Volveremos en cuanto quiera la manada.
ResponderEliminarEste sábado entre los presentes, estimamos como necesario hacer una de este pelaje o si no del tipo, sí "lejana", una vez cada 4 ó 5 fines de semana.
esa es la actidud ;)
EliminarAnde hay que firmar pa eso?
EliminarMuy buena cronica!!!.
ResponderEliminarEn las fotos y en la cronica se ve que el terreno precisamente no parecia facil de lidiar. Esos si, el paisaje es la leche!!!. Pero compensa esta ruta por la dificultad que creo que tiene el terreno?.
Compensa de la hostia.
ResponderEliminarjuas juas juas
El Chopy lo vi ayer, y tenia un brillo diferente en los ojos..... No se si sera de lo contento que estaba una vez acabada la ruta, o de lo mucho que habia llorado una vez acabada la ruta.....
ResponderEliminarEl Chopy hace unas semanas que ya no hace falta mearle en el pecho pa que huela a hombre. ajjjjajjjj
ResponderEliminarGrande la cronica k leyendola hace k uno piense si se libró o se perdió algo grande... pero yo a la próxima no kiero k me lo cuenten
ResponderEliminarK lastima Vicente k por motivos laborables no pude ir, pero mi agradecimiento infinito por la invitación!!!
Nos vemos pronto SI o SI
PD: Montduver os espera nenes
Un abrazo y feliz año a toda la tropa
Montduver rulcessssssssss!!!
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