HOLA MAMONCETE ¿QUÉ HACES POR AQUÍ?, ¿BUSCAS ALGO QUE COMPRAR?
Es cierto que nuestro deporte preferido -o quizá debiera decir “obsesión preferida”- es individual. Porque a menos que vayas sobre un tándem, lo que hagas por esos caminales de Dios, tu bici y tú os lo coméis. A veces, literalmente incluso. Pero no es menos cierto, que tomar como costumbre la práctica del muntanbai en plan “Llanero Solitario” no es ni lo más idóneo, ni lo más divertido.
Hombre, una cosa es largarse ipso facto y repentinamente por necesitar el metadoneo personal entre semana, en forma de pedrolos y senderillos estrechos por insoportabilidad personal supina en casa y trabajo. Caso ya de enfermedad grave, y que necesita tratamiento de yonki puro, esto es: “darle yolondros a éste, y a ver si en una de éstas se nos queda, y un problema menos. Por pesao y cansino. Tú.”. Y otra cosa bien distinta, es ser un antisocial y salir a tragar diedros sólo porque me molo. Joder, si no hay nada como largarse un buen pedo subiendo y que se lo coma el que sube detrás!!
Ainsss, qué sería nuestro deporte sin esas pequeñas cosas, sin esos pequeños matices y “aromas”…
No se puede negar que el rotero, en sí mismo, tiene un elevado grado de sentido de pertenencia grupal. Nos lo hemos ganado a pulso, a base de años y años de rutas, risas, bocadillos al sol y a la sombra, de barrancos de mírame y no me toques, de laaargas subidas, de grandes bajales, de montañas, de bosques umbríos y solanas infames, hasta de llantos y dolor de articulaciones tirados sobre un arbusto, que además el muy jodido suele ser el que más pincha en toda esa ladera.
Ante tal bagaje, el lector comprenderá que la difícil misión que supone en este mundo decir la verdad, es algo cotidiano entre nosotros, dada nuestra relación entre congéneres. Relación que daría más que para una entrada en solitario dedicada al tema, ¡¡para todo un blog!!
Pero no es este el objetivo que estas letras persiguen. Más bien, quería decir algo que siento y casi nunca digo, y que tienen que ver con la dureza de nuestras montañas, y lo difícil que resulta ir de transeúnte por ellas a lomos de un biciclo montañés.
Por puro masoquismo, por cenutrismo exacerbado, o por obcecación mental no transitoria (los yonkis del pedrolo siempre negamos nuestra adicción), mi mente, tu mente, suele fijarse en lo que hay o se intuye allá arriba. Si además un mapa, un track, una simple fotografía o un comentario de alguien conocedor del terreno, te dan la llave de la puerta hacia Mordor… el lío ya está montado, y en menos que cruje una cigarra en agosto, la manada de yonkarras ya andarán sin rumbo definido por la ladera de la montaña, plenamente poseídos por su necesidad psíquico-física.
Sin embargo, a pesar de saber a ciencia cierta que cohabito entre un grupo de ciclistas de montaña muy extraño, que se vanagloria del dolor tras una dura jornada de monte, y que canta la canción de Dora la Exploradora en la ducha, cuando el agua le cae a borbotones sobre las heridas de piernas y brazos producidas tan solo unas horas antes. A pesar de eso, decía, uno se siente un poco ególatra y por qué no decirlo, también culpable, ante el calvario que suponen algunas rotadas de tamaño mayúsculo en la que has metido a tu querido grupo por tu ida de pinza.
Sí, es cierto que cuando se comenta en vivo y en directo o sobre este pequeño reducto del ciberespacio luego, todos coincidimos al señalar que quien va a buscar la dosis es porque quiere. Por yonkismo puro, vaya. Pero no es menos cierto que estas tundas serranas, estas rotadas inverosímiles buscando el camino más difícil, buscando el abrigo de un barranco, las vistas desde una cima, o atravesar tal o cual paraje, conllevan un peaje que fin de semana tras fin de semana, pueden acabar por sobresaturar a más de uno.
El caso es que no sé porqué motivo, cuando mi mente vuela y piensa en montar un sarao, lo hace malignamente, muyyyy malignamente, y al fijar una montaña y un punto A y un punto B, entre medio se me lía el subconsciente hasta el punto de entretejer un laberinto compuesto por canchales de ruido sordo al pisar las piedras, de rocosos pasos en los que hay que cederle la bici al que está debajo, de senderillos con tramos cortos de pedaleo disfrutados a velocidad absurda con la posición media de la tijapija metida, y a exclamaciones que suenan a becerro a cada recodo de pasto salvaje que nos topamos de repente.
Joder qué guay! Si solo de escribirlo me lo imagino y se me acelera el pulso!
Pero entiendo que mi necesidad de metadoneo no sea a veces la tuya, y que mi ego personal te conduzca a la muelte en mitad de la nada. Incluso entiendo que ciertos comentarios se los quede uno para sus adentros porque en general, lo aquí expuesto nos gusta en mayor o menor medida a todos, y uno acabe por cortarse.
Así que, tras vencer a mi yo interior, tras estar desconectado un tiempo de las rotadas de este prolífico dos mil once, le pongo la zancadilla a mis sueños para que pongas tú sobre la mesa los tuyos, con el sencillo afán de buscar la “mercancía” que a todos nos gusta, no solo la que a los yonkis de extrarradio nos satisface.
Así pues, ¿qué propones ir a buscar allá afuera?
Hombre, una cosa es largarse ipso facto y repentinamente por necesitar el metadoneo personal entre semana, en forma de pedrolos y senderillos estrechos por insoportabilidad personal supina en casa y trabajo. Caso ya de enfermedad grave, y que necesita tratamiento de yonki puro, esto es: “darle yolondros a éste, y a ver si en una de éstas se nos queda, y un problema menos. Por pesao y cansino. Tú.”. Y otra cosa bien distinta, es ser un antisocial y salir a tragar diedros sólo porque me molo. Joder, si no hay nada como largarse un buen pedo subiendo y que se lo coma el que sube detrás!!
Ainsss, qué sería nuestro deporte sin esas pequeñas cosas, sin esos pequeños matices y “aromas”…No se puede negar que el rotero, en sí mismo, tiene un elevado grado de sentido de pertenencia grupal. Nos lo hemos ganado a pulso, a base de años y años de rutas, risas, bocadillos al sol y a la sombra, de barrancos de mírame y no me toques, de laaargas subidas, de grandes bajales, de montañas, de bosques umbríos y solanas infames, hasta de llantos y dolor de articulaciones tirados sobre un arbusto, que además el muy jodido suele ser el que más pincha en toda esa ladera.
Ante tal bagaje, el lector comprenderá que la difícil misión que supone en este mundo decir la verdad, es algo cotidiano entre nosotros, dada nuestra relación entre congéneres. Relación que daría más que para una entrada en solitario dedicada al tema, ¡¡para todo un blog!!
Pero no es este el objetivo que estas letras persiguen. Más bien, quería decir algo que siento y casi nunca digo, y que tienen que ver con la dureza de nuestras montañas, y lo difícil que resulta ir de transeúnte por ellas a lomos de un biciclo montañés.
Por puro masoquismo, por cenutrismo exacerbado, o por obcecación mental no transitoria (los yonkis del pedrolo siempre negamos nuestra adicción), mi mente, tu mente, suele fijarse en lo que hay o se intuye allá arriba. Si además un mapa, un track, una simple fotografía o un comentario de alguien conocedor del terreno, te dan la llave de la puerta hacia Mordor… el lío ya está montado, y en menos que cruje una cigarra en agosto, la manada de yonkarras ya andarán sin rumbo definido por la ladera de la montaña, plenamente poseídos por su necesidad psíquico-física.
Sin embargo, a pesar de saber a ciencia cierta que cohabito entre un grupo de ciclistas de montaña muy extraño, que se vanagloria del dolor tras una dura jornada de monte, y que canta la canción de Dora la Exploradora en la ducha, cuando el agua le cae a borbotones sobre las heridas de piernas y brazos producidas tan solo unas horas antes. A pesar de eso, decía, uno se siente un poco ególatra y por qué no decirlo, también culpable, ante el calvario que suponen algunas rotadas de tamaño mayúsculo en la que has metido a tu querido grupo por tu ida de pinza.
Sí, es cierto que cuando se comenta en vivo y en directo o sobre este pequeño reducto del ciberespacio luego, todos coincidimos al señalar que quien va a buscar la dosis es porque quiere. Por yonkismo puro, vaya. Pero no es menos cierto que estas tundas serranas, estas rotadas inverosímiles buscando el camino más difícil, buscando el abrigo de un barranco, las vistas desde una cima, o atravesar tal o cual paraje, conllevan un peaje que fin de semana tras fin de semana, pueden acabar por sobresaturar a más de uno.
El caso es que no sé porqué motivo, cuando mi mente vuela y piensa en montar un sarao, lo hace malignamente, muyyyy malignamente, y al fijar una montaña y un punto A y un punto B, entre medio se me lía el subconsciente hasta el punto de entretejer un laberinto compuesto por canchales de ruido sordo al pisar las piedras, de rocosos pasos en los que hay que cederle la bici al que está debajo, de senderillos con tramos cortos de pedaleo disfrutados a velocidad absurda con la posición media de la tijapija metida, y a exclamaciones que suenan a becerro a cada recodo de pasto salvaje que nos topamos de repente.
Joder qué guay! Si solo de escribirlo me lo imagino y se me acelera el pulso!
Pero entiendo que mi necesidad de metadoneo no sea a veces la tuya, y que mi ego personal te conduzca a la muelte en mitad de la nada. Incluso entiendo que ciertos comentarios se los quede uno para sus adentros porque en general, lo aquí expuesto nos gusta en mayor o menor medida a todos, y uno acabe por cortarse.
Así que, tras vencer a mi yo interior, tras estar desconectado un tiempo de las rotadas de este prolífico dos mil once, le pongo la zancadilla a mis sueños para que pongas tú sobre la mesa los tuyos, con el sencillo afán de buscar la “mercancía” que a todos nos gusta, no solo la que a los yonkis de extrarradio nos satisface.
Así pues, ¿qué propones ir a buscar allá afuera?
Entradas
Gran divagación-opinión Secre, y cómo respuesta a tú pregunta, hace unas semanas propuse dirigirnos y coronar el Cabeçó y por condiciones meteorológicas y sabios consejos, se atrasó para el otoño, así que ya estamos en otoño y espero algún osado mas para tal aventura. ;)
ResponderEliminarGran divagación.
ResponderEliminarSecre, esas "idas de olla", al menos en mi caso, ya sabes que concuerdan al 101% con mi forma de entender este profundo síndrome de abstinencia. Ansina es que sigue proponiendo sobredosis de pedroleo que "to eso lo veo". Además, todo el mundo sabe eso de que "qui no vullga pols....".
Y como dice el Cabeçó, apoyo la proposición de coronar el Cabeçó.
Poseso.
Vamos, desde mi punto de vista, yo no tengo ningun problema en comentar que es lo que me gusta o no me gusta. Ademas, si hay algo que se dice, se propone o lo que sea, y no me gusta, o me gusta, no me corto un pelo y lo digo sin ningun problema. Y creo que deberia ser siempre asi para todo el mundo.
ResponderEliminarEn cuanto al tipo de rutas, pienso que hay cabida de sobra para todo tipo de rutas. Unas te gustaran mas, y otras menos. Como se dice, "en la variedad esta el gusto", o "cada uno somos de una madre y de un padre".
Si se propone una ruta y te gusta, pues vas. Y si se propone una ruta y no te gusta, pues o no vas, o vas por el mero hecho de matar el gusanillo. Yo creo que es asi de sencillo, y no veo mayor problema en el tema. Y si alguien lo tiene, pues que lo comente.
WTF with Mamoncete ?
ResponderEliminarGracias por opinar, que de eso se trata.
ResponderEliminarToma Pepe, un regalo para tus oídos:
http://www.youtube.com/watch?v=zhSd485gaTI&feature=related
Muy de la Máquina del Sur.
¿lo dices por el peinado del vocalista, mamoncete? :P
ResponderEliminaro_Ó
ResponderEliminarLo siento... cada vez estamos en mas sintonía, por lo que cada vez os daré mas la tabarra y aparte de eso como de aki poco formaré equipo con el admin pues tendremos que vernos la cara para subir la media del equipo aleman...
ResponderEliminarA la del Cabezo me apunto... espero que cuadre la fecha.
Un abrazo!!!
Team Liteville rulS!! :D
ResponderEliminarCabezo? Cuando?
ResponderEliminarVictor... Esto es de hace 2 años y pico... Oh my god...
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