Hay quien empieza una nueva etapa a cara de perro, pero tu cara evidenciaba unas ganas enormes por abrirse camino en tu gran pasión en el terreno profesional. Quien vive su trabajo vive dos veces, así que tenías buena parte de la trialera hecha. Pero quien vive viviendo la bici, vive tres veces, y aquí, ¡ay aquí! Aquí te las viste con nosotros.
Un ventoso diez de febrero te uniste a lo que aquél entonces conformaba la resurrección rotera. A lomos de tu Decartón sufriste lo indecible para vencer las rampas del Mortirolo. Al llegar arriba y soltar tus primeras carcajadas, caíste del lado rotero irremisiblemente aunque tú no lo supieses. Aquél día, sábado diez de febrero de dos mil siete. Dejaste tus primeras piedras vencidas bajo tus ruedas de tacos, y al despedirte del grupo un “la semana que viene nos vemos”.
Empezaste en esto de la bici como empiezan muchos: carne de gimnasio conformada a golpes sonoros de sesiones de spinnig. Y los que entienden algo de este bello deporte, saben, que los pedales son algo más que eso. Que las bicis tienen ruedas para algo. Tienen ruedas para llevarte al sitio más insospechado, para otear un horizonte plagado de montañas, que ya no son montañas, sino retos. A cada golpe de pedal, a cada rampa superada, llega otra. Eso solo lo aprende uno en el monte.

Pero la bici en el monte, no solo es sendas, bosques, tomillos u horizontes. En bici se sale en compañía, y si es con un rot, mejor que mejor.
El grupo creció de nuevo, volvieron quienes se habían ido de vacaciones. Pero tú ya estabas allí. Pasaste de ser “Javi el Fotógrafo” a ser “el Rotógrafo”.
Siempre es saludable imprimir nuevos aires a un grupo humano, así que tus formas, tranquilas, apacibles, sosegadas, han impreso cordura cuando ha hecho falta en la Penya, y le han dado una cara más afable. Súmmum de raciocinio salido de alguien que a cada paso que da, sabe lo que hace, que si rota es porque puede, y si no, el sábado que viene quizá. Pero jamás sin un mal gesto, sin un ceño fruncido.
Cabe agradecer tantos ratos, tantos detalles, tantas cosas, a una persona de carácter tan altruista como el tuyo, que no te las decimos porque no hace falta, y porque no las quieres oír.

El domingo no caíste tú. Cayó la Penya entera en un punto fatídico. ¿Qué sentido tiene una cadena en el monte? Cierto, ninguno.
Dicen que los grandes artistas caen en los sitios difíciles, pero no es cierto. Los grandes caen cuando menos lo esperas, porque las dificultades las vencen.
Sé, porque lo siento yo también, que todos y cada uno de los roteros se siente un poco responsable de lo ocurrido. No por el hecho en sí, sino por haberte enseñado ese otro lado que tiene el mountain bike. Un lado más salvaje, que no siempre se muestra aunque montes en bici, pero que ni de lejos se intuye en un gimnasio. También un espíritu que sin grandes arengas, sin grandes palabras, se comprende fácilmente a poco que acompañes a este grupo. Y ese espíritu, esconde tantos adjetivos a tantas palabras, que mejor no ponerse a mencionarlas ahora.
Decir cuándo se deja de ser ciclista de montaña para ser rotero, es como preguntarse cuándo una persona deja de ser adolescente para ser adulto. La línea es tan delgada que se diluye en el tiempo.
Así que ahora, echando la vista atrás, puedes ver que la moneda ha estado girando un año entero en el aire, pero podrían haber sido segundos.

Este texto lo podría haber escrito cualquiera de nosotros, con él simplemente queremos transmitirte nuestra fuerza y empuje, para superar esta delicada trialera en la que no estás solo. Siempre estará ahí algún compañero rotero para ayudarte.

Aúpa pues, Javi, nuestro querido Rotógrafo.

La montaña ya espera tu vuelta.