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miércoles, 8 de julio de 2009

CRÓNICA DE UN FINDE POR EL REINO DE SOBRARBE

"No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies" Robert L. Stevenson

Amanece el viernes. No es un día cualquiera. La mañana transcurre bajo la normalidad de una jornada laborable, pero en el momento dan las 2, apago mi ordenador en la oficina y recorre todo mi cuerpo en milésimas de segundo el típico escalofrío que sientes cada vez que vas de viaje o sales de la monotonía para disfrutar, para sentirte vivo. Esta vez se trataba de una aventura grande, de 3 días y medio, y ni más ni menos que en el Reino de Sobrarbe, en pleno Pirineo Aragonés, en el Parque de Ordesa y con centro de mando en Aínsa, y más concretamente en el casco antiguo, una preciosísima zona medieval que posee un encanto inigualable.


Reino de Sobrarbe. Hablamos de una explosión de naturaleza en estado puro, de una de las zonas de nuestra península con mayor encanto, de sendas en estado puro, de un auténtico escaparate que muestra la madre naturaleza con orgullo y que sólo quien sabe reconocer y respetar es digno de disfrutarlo. Hasta la fecha, la más preciosa de las comarcas que han pisado mis ruedas. El paraíso existe, señores. Doy fe de ello.Después de comer con el nervio siempre presente, hago las maletas y cargo la bici y los bártulos en el coche, camino de la Pobla de Vallbona. Una vez allí, me recibe Pacolo con su sonrisa que le caracteriza. Pero esta vez, una sonrisa que compartíamos tanto nosotros como los compañeros de fatiga que me presentaría a continuación. Luisma, Raulete, Juan (Mora), Diego, Dudu, y posteriormente nos encontraríamos con Miguel y Óscar en una gasolinera de camino, siendo ellos de Orihuela y Vall d'Uxó respectivamente.

Montamos las 7 burras en una Peugeot Parner, que cabían perfectamente tras un minucioso estudio y clasificación, y, todo sea dicho, quitar los pedales, y partimos destino al paraíso. Carretera y manta. Esa era la tónica predominante durante las casi 6 horas de viaje que teníamos por delante, pero charlando en el coche con Pacolo y Diego a mi personalmente se me pasaron volando, hasta que a las 12 y poco llegábamos a Aínsa y, al subir hacia el casco antiguo dejamos de hablar.... Los ojos como platos viendo lo precioso que es la zona medieval. Aparcamos los coches y comenzó el festival de las fotos. Todo era fotogénico incluso de noche....

Apenas a 50 m. de la plaza estaba la casa rural donde nos alojaríamos, y que era de Jorge (el jorf), un chaval amabilísimo que tan sólo conocía por algunos comentarios y las impresionantes fotos que coloca en el foro y que precisamente allí estaba yo para comprobar en vivo y en directo que eran tan espectaculares como las vemos en las instantáneas. La entrada desde la calle era una estancia muy acogedora decorada con gusto exquisito, acorde con la temática medieval de la que goza el casco antiguo y cuyo acceso a las escaleras estaba protegido por una cancela enorme. Subimos a la primera planta y allí tenemos los dos apartamentos, uno de 6 plazas y otro de 3. Jorge nos fue mostrando todas las comodidades que tenían (completísimos incluso con lavavajillas, microondas, vitrocerámica...), e incluso gozábamos de un patio con barbacoa y mesas, del que acabaríamos sacando partido. Una vez todo en su sitio y después de todas las explicaciones de Jorge, fuimos a lo que tocaba, que no era más que mojar el gaznate con unas buenas jarras de cerveza disfrutando del fresquito de la noche en un bareto enmedio de la plaza. De lujo, tú. Charraeta y al sobre que mañana era el día "D" y teníamos pocas horas para descansar...

SÁBADO. 07:30 AM. Suena el despertador. La noche había sido corta y encima aderezada con una buena tormenta marca de la casa, algo por lo visto muy común por la zona. Jorge ya nos comentó que no se formaba barro, ya que se trata de una tierra muy acostumbrada a la lluvia y absorbe inmediatamente todo lo que cae, al contrario de lo que nos pasa en nuestra zona. Perfecto pues, ya que con los aspersores enchufados toda la noche tendríamos las sendas con buen "grip"...

Todo montado y listo, la gente en los coches y rumbo a Bielsa, desde donde partiría la ruta del día, sin duda la etapa reina de nuestro periplo por Aínsa, ya que comprendía un total de 54 km. con dos impresionantes puertos (un perfil en forma de "M"), coronando en primer lugar la Collata Chistén en el Lago de Urdiceto (2.378 m), y posteriormente, después de la comida, la Cruz de Guardia (2.108 m.), haciendo una ascensión acumulada total de nada menos que 2.452 m. Una épica en toda regla.

Montaje listo y adelante! Comienza la ruta con un breve llaneo por asfalto hasta que aparece la pista de subida en forma de buen rampón que se nos presenta a modo de campo labrado en el que había que emplearse a fondo para evitar poner el pie en el suelo. Molinillo a fondo y primeros comentarios de "como sea todo así lo vamos a flipar". Por suerte a medida que avanzábamos, el terreno adquiría mayor firmeza, al igual que los rampones, pero se trataba de mentalizarse de que era un mínimo de 2 horas de ascensión o, lo que es lo mismo, casi 16 km. de subida ininterrumpida, agudizándose desde Parzán, un poco antes del km. 5 de recorrido. El tiempo parecía respetarnos, ya que amaneció con el cielo encapotado y algunos claros que de vez en cuando dejaban asomar algunos tímidos rayos de sol que intentaban hacerse notar, pero que pronto eran interrumpidos por un desafiante nubarrón, hasta que llegó el que se encargaría de soltar en poco tiempo una considerable llovida que nos dejó calados en menos de un minuto. No obstante, al hacer una buena temperatura, no había sensación de frío e incluso las débiles gotas que caían después del chaparrón eran incluso bien recibidas por el cuerpo a pleno rendimiento, haciendo inservible e incluso contraproducente el uso del chubasquero.

Nuestra primera parada fue para el almuerzo, a la altura de una estación eléctrica. Más fotos, comentarios, sensaciones y un hambre voraz mientras sentías cómo te acogía el monte, cómo empezabas a formar parte de él. A nuestro alrededor, rebaños de vacas nos miraban atónitas quizá pensando "están locos estos romanos" mientras pastaban tranquilamente. Tonalidades de verde siempre predominante tan sólo interrumpidas por el blanco inmaculado de los restos de nieve en pleno deshielo de los que bajaba el agua a veces en impresionantes saltos, aderezando aún más un paisaje ya de por si sensacional. Gran riqueza en flora (algo de esperar), en la que me sorprendió ver la gran cantidad de pinos negros y abetos, además de encinas, hayas e incluso robles y fresnos, que iban desapareciendo a medida que ganábamos altura, quedando algún abeto y ya predominando el matorral típico de la alta montaña.

Coronamos la Collata Chistén, dejamos las burras y nos dirigimos caminando a ver el Lago de Urdiceto, donde lógicamente caerían otras tantas fotancias. Protes rápidamente, ya que comenzábamos a sentir frío allí arriba y empezaba lo bueno, una trialera un tanto rota que seguía el GR-11, que no duraría mucho y que nos haría bajar de las bicis y cargarla a lo sobrarbino para llegar al comienzo del verdadero turronaco. En ese preciso momento, mientras llegaba la gente, dejé la bici, el MULE, me senté en la hierba fresca y respiré profundamente el aire tan puro que allí sopla, llenándome de monte, formando parte activa del entorno, sintiendo el mensaje de la creación de la naturaleza que allí se mostraba en toda su exuberancia. Sentí una grandísima sensación de felicidad, lo juro. Me sentía plenamente satisfecho de estar allí, de poder tener la oportunidad de contemplar un espectáculo tan grandioso, de ser partícipe de tan majestuosa obra... Recuerdo que le comenté a Pacolo "si poguera parar el temps, ho faria ara mateix". No tenía ganas de levantarme. Me sentía plenamente identificado con el entorno, y además sabía que me esperaba una bajada alucinante. Sin duda, experimenté una sensación inolvidable que espero poder volver a sentir. Llegó el resto de la tropa y ahora sí, ahora tocaba turrón del bueno. Sendas rápidas que en ocasiones se hacían técnicas con desnivel pronunciado y pedrolos y zetas que sortear. El clímax del endurero.

Gritos incontenibles y disfrute al máximo mientras experimentaba la nueva sensación que suponía bajar a saco por zonas mojadas que, en ocasiones se mostraban como un pequeño cauce de riachuelo, lo cual me hizo hasta divagar sobre la el agarre de las Ma***s, que me sorprendió muy gratamente, todo sea dicho, ya que mi gran miedo siempre había sido circular por mojado. Así pues, mito descartado!

Al cabo de un buen rato y unos cuantos alaridos de emoción, llegamos a Pista Biadós, que, como su nombre indica, es pista y fue la gran lástima de la ruta, pues nos tocó bajar un buen tramo de pista pestosa mientras mirábamos a los lados en espera de algún PR bondadoso que nos hiciera continuar con nuestro disfrute inicial... Más tarde Jorge nos comentaría que sí existe la alternativa de bajar por unos PR's pero no estaban en el track que llevábamos.

Las 5 de la tarde ya pasadas y llegamos a San Juan, el pueblo donde debíamos comer. Y así fue. Nos acogieron en un restaurante y allí volaron las jarras de cerveza y las olivas mientras esperábamos los platos combinados repletos de calorías para poder aguantar la ascensión que aún teníamos pendiente. Brindis final con unos chupitos de orujo de hierbas y de nuevo a las monturas. Esta vez acompañados por un sol que nos hacía poder vislumbrar con total claridad los verdes prados y colinas que nos rodeaban, rebosantes de vida animal, pues se oía todo tipo de insectos haciéndose sentir. Con el estómago lleno la subida se hacía más pesada, sobre todo por el desconocimiento de la zona que no te daba pistas de cuándo iba a terminar. A cada curva, un nuevo rampón que se veía terminar a lo lejos en la siguiente curva, y así sucesivamente hasta que uno se da cuenta que "no queda más montaña que subir". Paisaje de nuevo típico de alta montaña en el que las pesadas moscas ya no se atrevían a seguirte hasta que coronamos la Cruz de Guardia. Allí muchos como yo con problemas de falta de agua desde hacía rato hasta que una mano amiga (Diego), me facilitó la boquilla de su Camel. Me hizo volver a la vida de nuevo.

Admiramos el paisaje, protes de nuevo mientras observábamos que quedaba poco tiempo de luz y un lugareño nos comentaba que aún teníamos dos horas por delante de descenso. Y qué razón llevaba. Nos lanzamos por el GR que luego se transformó en PR que, en ocasiones nos hacía detenernos para buscar por dónde seguía dada la Explosión de vida vegetal que se "comía" literalmente las sendas. Observamos a lo lejos la silueta de una gineta que supo desaparecer muy habilmente, alertada por nuestra presencia, y continuamos la marcha hasta entrar en un profundo bosque. Era el colofón de la ruta, el súmum de la perfección, la guinda del pastel. Sendas realmente impresionantes con algunas zetas y tramos técnicos que nos devolvieron las fuerzas que nos estaban abandonando. Sin duda, lo mejor de la jornada para mí. Inmersos en un auténtico bosque rebosante de helechos, musgos y enredaderas que trepaban por los troncos de los pinos, creando un ambiente que nada tiene que envidiar a las mejores fotos de Whistler o cualquier salvapantallas impresionante que hayamos buscado en alguna ocasión para nuestro pc. 2 horas y poco hasta que vislumbramos Bielsa, donde acabamos cruzando el pueblo con la sonrisa propia de un guerrero que vuelve de la batalla ganada. ÉPICA EN TODA REGLA. RUTÓN.

De regreso a Aínsa, comentarios de todo tipo, ducha y una cena de categoría: Dudu no había podido hacer la ruta con nosotros debido a que, como teníamos que sacar los pedales de las bicis para que cupiesen todas, se los dejó olvidados, así que fue junto con Luisma que abortó la ruta en la comida a comprar la cena, que no era otra que una fabulosa chuletada en el patio de la casa rural, y unas patatas asadas. El colofón a un día brutal. Sin duda una currada que agradecimos devorando las chuletas con ansia mientras reíamos y narrábamos las mejores jugadas. Más tarde, y porque unas gotas nos interrumpieron, recogimos y todos a la cama. Nos esperaba una nueva ruta a la mañana siguiente.

DOMINGO. 08:00 AM. De pie de nuevo y preparados para una ruta nueva, totalmente diferente a la de ayer, pero tan impresionante como la vivida. Coches de nuevo y rumbo al Hospital de Tella. Allí dejaríamos el vehículo de Dudu, y remontaríamos hasta la presa de Pineta, desde donde comenzaría una nueva aventura. De nuevo la rutina vivida el día anterior que nos hacía ganar altura incesantemente. Alguna paradita en la que descubrimos el intenso sabor de las fresas silvestres y xino-xano hasta el comienzo de la senda. Ni más ni menos que 25 km. de trialeras con 800 m. de desnivel acumulado son motivo más que suficiente para subir hasta allí incluso a rastras si hace falta. Y qué trialeras, oigan! Tras vestirnos de romano allí nos esperaba el clímax del endurero. Unas trialeras BRUTALES con saltos naturales, zetas de infarto y desniveles impresionantes, todo rodeado de un paisaje idílico, en el seno de lo más profundo del bosque pirenaico, mientras seguíamos el canal del Cinca. Nuevamente gritos de gozo y libertad, mientras negociábamos los pedrolos y raíces mojadas (estas últimas altamente peligrosas ante la que se rinde cualquier cubierta). Paraditas contínuas para inmortalizar esos momentos hasta que nos detuvimos a almorzar. Sonrisas en todas las caras, palabras que eran piropos al monte entre bocado y bocado de bocata. Reemprendemos la marcha y más de lo mismo. No deseabas que aquello se acabase, pero es que tampoco se acababa. Ruta rompepiernas donde las haya con un perfil en forma de sierra, que en ocasiones te hacía sentir tener un "deja-vú", dada la similitud de los tramos.

De nuevo nos sorprende la lluvia pero estábamos a un paso de unos impresionantes túneles excavados en la roca, y digo impresionantes porque nos comentó Jorge que habían sido hechos por presos. Nada de máquinas, sino picando una y otra vez. Como digo, impresionantes. Allí nos refugiamos de la lluvia por un momento mientras disfrutábamos de las maravillosas vistas que había, y del pavoroso abismo que teníamos en todo momento a mano izquierda. Ni las copas de los abetos más altos llegaban hasta donde estábamos. Reemprendemos la marcha, esta vez en forma de subida
y cambiamos de vertiente, ya que se unía al río Cinca las aguas del Cinqueta, girando hacia el oeste y cruzando unos canchales que nos llevarían a una de las partes más divertidas de nuestra ruta: una bajada plagada de zetas que te hacen recuperar fuerzas con una sonrisa de oreja a oreja. No obstante, este descenso nos llevaría a una zona en la que, dejando de lado el impresionante decorado que nos rodeaba, abundaban las zarzas y las aliagas, compañeros desagradables que tratarían de impedir el disfrute general y que en alguna ocasión minarían la moral del personal allí presente. De repente, surgido como de bajo de la tierra, aparecía un camino de cemento que forma parte de una canalización realizada el siglo pasado para el aprovechamiento hidroeléctrico del agua de la cuenca del Cinca, todo, según parece (son 14 km. dentro de la espesura del bosque), hecho con medios humanos y muy poca o ninguna maquinaria ni explosivos. Allí pude cambiar las pastillas de los Hope delanteros que no hacían más que frenar la rueda y me estaban matando.

Nos encontrábamos ya de lleno en el GR-19 que nos llevaba a Tella, y pudimos disfrutar de una zona más parecida a nuestras trialeras por la cantidad de pedrolos que tenía (eso sí, aquí bien mojaditos pues nos volvió a sorprender la lluvia), y raíces que hicieron las delicias de la banda, con tramos bastante técnicos. Un auténtico disfrute.

Más y más senda con pasos por riachuelos que siempre coincidían en curva cerrada y de subida a izquierdas, con tramos de verdadera empujancia por barro (la humedad rondaría el 100% en esas zonas, era bestial), y los pies más que mojados de pasar rozando la hierba húmeda que nos rodeaba, combinado con tramos descubiertos en los que pegaba el sol y predominaba la roca. Finalmente, vislumbramos a lo lejos Tella y dábamos por concluída la maravillosa ruta del día. Pacolo, Raulete y Dudu que se suben a por los coches y ya de vuelta a Aínsa, la ansiada ducha y a disfrutar de una merecidísima cena en la plaza del casco antiguo. Repaso de las mejores jugadas en torno a un buen vino mientras disfrutábamos de unas rebanadas de pan tostado con tomate, ajo, longaniza seca y unas olivas negras exquisitas. De primero, lasaña al horno, otros morcilla de Burgos y luego la bomba de relojería: para mí un codillo de cordero como la copa de un pino, pero otros como Pacolo, Diego, Mora..., eligieron una "muerte por intoxicación cárnica" a modo de fuente enorme que contenía chuletas de cordero, pechuga de pollo, codorniz, churrasco y longanizas, todo asado. Casi ná. Hubo quien hasta incluso repelaba los huesos...

Mientras cenábamos, aparecieron Jorge junto con MN y José Luis Flores (murcianos de pro), que acababan de llegar. Saludos y caras nuevas grabadas en el archivo. A MN ya le conocía de nuestra épica Aitanera en la que vino con Nando, y con José Luis Flores tengo ganas de coincidir en una buena rotada también. Buena gente, sin duda alguna. Quedamos para después tomarnos algo y charlar, e incluso planear alguna salidita con Jorge a la mañana siguiente.

Acabamos la opípara cena, y tocaban unos cubatitas y futbolín de marras mientras veíamos pasar por meta a Pedrosa delante de Rossi en Laguna Seca. En el pafeto no vimos a Jorge ni a los murcianos, y después estuvimos buscándolos pero no los encontramos. Eran ya cerca de las 2. Tuve que plantearme seriamente si salir o no ya que al día siguiente nos esperaban otras 6 horas de coche hasta La Pobla y después 2 horas más en solitario hasta Novelda. Al final me eché atrás por si acaso, y fueron Pacolo y Diego quienes salieron a hacer una rutita de unas 2 horas. Bueno es, porque así ya sé que me queda algo pendiente para volver.

En definitiva, una experiencia maravillosa e inolvidable en un entorno de ensueño con una muy grata compañía, con la que espero coincidir en breve con mi gente y mostrarles el Territorio Rotero que, aunque no tenga esos paisajes, tiene su encanto y forma parte de mi vida. Mi agradecimiento a todos (Pacolo, Luisma, Diego, Raulete, Mora, Dudu, Óscar, Miguel, sois cojonudos), incluído a Jorge que se portó exquisitamente con nosotros (Jorge, volveré... ;) Eso sí, avisa cuando bajes por aquí). Siento no haber podido rutear con él pero espero hacerlo pronto, al igual que con los murcianos (MN, José Luis Flores & co.). Es una gozada saber que aún hay tantas tareas pendientes, tantas sendas por descubrir, gente agradable por conocer y días para hacer todo eso y más.

AÍNSA rulZ!!

7 comentarios:

  1. ai mare qué nerviós que m'he posat!! a vore, a voreeee!!!

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  2. Verdaderamente IMPRESIONANTE cosí. Con pelos y señales. No veas lo que nos hemos acordado de vosotros este finde, y especialmente quien escribe ahora, la de recuerdos infantiles que me venían y me han vuelto a la memoria... con ese aire húmedo pirenaico que desde pequeños mamamos.

    MUY GRANDE!!!! GRANDÍSIMO!!!!

    SOBERBIA CRÓNICA!!!

    JOSELE RULZ!!!

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  3. Joder Jose me has hecho empezar tarde a currar pero...ha valido la pena...incluso estoy viendo llover y no se....me apetece pillar la bicicleta...ja ja ja

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  4. Secre, yo tb me acordé de cuando estuvimos allí.... Qué buenos tiempos aquellos! Allí supe lo que es realmente un peaje gracias a nuestros padres! :D

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  5. IMPRESIONANTE JOSELE!!Nos da una idea de lo k has tenido k disfrutar por alli,k envidia sana
    K viva el Monster,je,je

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  6. Me has hecho sentir que estaba allí.Se nota que has disfrutado como un chiquillo.

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