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martes, 29 de enero de 2019

DADME DOS PEDALES Y MOVERÉ EL MUNDO



No es una arenga cualquiera, ni un a propósito de Arquímedes. Es una realidad tan grande como el diamétro de una 29+, entrando en la más cerrada de las curvas de la montaña más cercana a tu casa.

El mundo está chungo. Menudo descubrimiento te hago, ¿no?. Resulta desalentador escuchar la televisión, bucear por internet, o caer en la cuenta de lo que contiene cualquier conversación de calle. Parece que todo se esté confabulando para acercarnos al precipicio.

Precipicio Del latín praecipitium.

Dictionary result for precipiciNombre masculino.

  1. 1.
    Pendiente muy profunda y pronunciada, casi vertical, en un terreno. Despeño o caída precipitada o violenta.
  2. 2.
    Desastre o desgracia que afecta profundamente y que resulta difícil superar. Ruina espiritual.

Del punto uno, l@s ciclistas de montaña sabemos muy bien qué hacer con su significado. O mejor: con lo que puede llegar a significar. Para llegar a concentrarte al máximo en el hilillo de tierra y piedra que se abre frente a ti, en sentido ascendente o descendente, notando en tu cogote el aire destemplado que sube desde el abismo, tienes que haberte enfrentado repetidamente a muchas situaciones similares. Es complejo llegar a dominar el tema, pero aún así, se puede lograr.

Del punto dos amig@s, cómo no, l@s ciclistas también sabemos mucho.

Dar pedales supone un bote entero de pastillas para tu cerebro. Gratuitas, beneficiosas, naturales y tuyas propias, de ti mismo, de tu propio mecanismo. Tuyas. Pa ti pa siempre.

Es algo que han estudiado centenares de personas de ciencia. Es algo tan evidente para cualquiera de nosotr@s, ciclistas, que nos arquea las cejas pensar que algo tan "de cajón" se haya tenido que estudiar. 

Esto es así, porque es así. Punto pelota.

Sales, te deslomas hacia arriba, mueves cadera, metes rueda, levantas manillar, lo estrujas hacia abajo, sudas, toses, exhalas, trazas millones de círculos imaginarios con los pedales para continuar avanzando, lanzas un gritito de emoción y llegas con la boca reseca, fruto de lo sonriente que la llevas. En ese segundo posterior  inmediato,  tras dejar tu bici en su sitio, y mientras vuelves a la realidad cotidiana justo por donde lo habías dejado, te sientes nuev@.

Montar en bici te hace ser mejor persona. Te hace ser más sensible a todo cuanto te rodea. Favorece el entendimiento y diluye los problemas que los seres humanos nos generamos. Mueve la musculatura, favorece el riego sanguíneo, produce endorfinas, libera estrés, disipa la ansiedad, quema grasas... uf, la lista de beneficios es tan increíblemente larga, que resulta imposible terminarla sin aburrirte.

Llegados a este punto, me pregunto, ¿cómo es posible que no la receten en la Seguridad Social?, y lo que es peor: ¿cómo es posible que sabiendo todos los magníficos beneficios que produce, las autoridades competentes la prohíban en los escenarios naturales más propicios?

No sé. Igual es cierto eso que dicen que nos quieren llevar al precipicio. Lo que quizá aún no saben es que somos ciclistas, y que l@s ciclistas, sabemos cómo centrarnos en ese hilillo de tierra y piedra sin mirar al abismo. Y por supuesto, sin caer en él.


5 comentarios:

  1. Qué grande tomar un pequeño respiro entre exámenes y teletransportarse a la mejor de las aficiones que se puede tener, con el puntillo dulzón y típico rotero que le damos nosotros.

    Ganazas de pedal.

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  2. Ayyyy Secre... preséntate a lo que quieras, yo te VOTO!!!

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  3. Me voy a presentar a presidente del frenopático!!

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