VIENTO EN EL CORDAL
Tras cuatro vivacs consecutivos
sobre la denominada “Zona de la Muerte”, Jurek alcanzó por fin el Campo II y
con él, el estado de calma. Dos ocho miles consecutivos enlazados y en estilo
alpino, habían puesto su cuerpo y mente al borde del abismo, y sin embargo,
ahora era una persona totalmente en paz consigo misma.
Atrás quedó la humadidad, una vez
rebasado el Túnel de Bielsa el ruido producido por el trasiego perpetuo de los
vehículos, cambió por el rumor fresco producido por el Barranco y el Chuzo de
la Pinarra.
Ante nosotros se abría un cómodo
escenario para dar pedales cuando se podía, o para empujar las bicis cuando no,
sin tener que pagar una factura demasiado cara.
Sonrientes por vernos anclados en
plena cordillera, despertamos la curiosidad de los senderistas que nos
cruzábamos en sentido contrario, y no dejamos de mirar la forma y color de las
nubes que iban tomando forma por cresteríos, picos y collados, como queriendo
oler la posible tormenta eléctrica.
En una borda nos reunimos,
almorzamos -sana cultura de nuestra tierra que conviene llevar allá donde
vayamos-, reposamos, cerramos los ojos siquiera un minuto sin decirnos nada, y
continuamos.
Comprobamos lo absurdo de las
fronteras transnacionales. En plena línea en el mapa, a un lado el acento
francés abigarrado a las rocas, y en el otro el español buscando el sol.
Mientras, una placa nos hablaba
del pavor de las guerras, y tras reponernos del esfuerzo acabamos siendo
conscientes que por donde ahora chocamos las manos satisfechos, tiempo atrás
escaparon familias enteras a través de la nieve, huyendo de la represalia
humana, tan real como desgarradora.
Dos congéneres nuestros corrieron
a toda prisa para saludarnos. Verlos portear sus bicis a buen ritmo nos ayudó a
no sentirnos solos y raros. Una vez más, caras sonrientes, estrechamiento de
manos, desearse suerte y dividir el rumbo.
El nuestro lo marcaba el viento
de cresterío, afrontado con unas fuerzas que empezaban a fallar, mientras nos
invadía de nuevo esa sensación de intranquilidad que solamente la méteo nos
imprime, helando el alma.
Espíritu intranquilo que te hace
darlo todo e ir más deprisa a pesar de la dificultad, con el único ánimo de
atisbar cómo está la cosa detrás de esa Z que te lleva más arriba, y poder
saber así, cómo están los nubarrones a la altura de La Munia. Para entonces
aquella era mi única idea que rondaba mi cabeza, de un modo casi obsesivo.
Llega un punto en el que el
desasosiego mental desequilibra el estado físico, un punto en el que cuerpo y
mente te hacen tener que ayudarte de una mano, para avanzar entre escalones de
roca, en los que la garganta reseca se resiente del viento del cordal, y el
levantar una pierna desequilibra la otra.
Sin embargo el miedo se lo carga
la tenacidad, la capacidad de lucha, el saber que has superado el punto de no
retorno, pues volverse es tan infame como avanzar en el sentido previsto.
Recuerdo ir delante no por
consistencia mía, sino por verme sumido en la necesidad de sacar de allí a
quienes creyeron que mi plan de ruta propuesto era sensato. Ese agobio personal
autoimpuesto, me llevó a una incomprensible calma final. La mitad más una de
mis neuronas, me indicaron que solamente debía limitarme a contemplar lo que
mis ojos estaban viendo, pues quién sabe cuándo volverán a ver la Barroude, la
Punta Roya...
Desde arriba, con el negro de la
base nubosa como telón de fondo, bajaba un francés, nos dio ánimos, comentó que
no quedaba nada: dos giros, una tasca final, y una cumbre tan épica como
atípica.
Me sentí Jurek por unos instantes,
cambiando la inhóspita tienda del Campo II, por la fita de piedras que marcaba
los más de 2700 metros del Pico del Puerto Viejo de Bielsa. No por el tamaño de
la hazaña, por supuesto, sino por el estado mental y físico alcanzado.
bravo, bravo y bravo. gracias maestro
ResponderEliminarA ti, querido.
EliminarY vivir todo eso en primera persona hace que me sienta como el mismisimo Reinold Messner, aunque a esas alturas no sabiamos lo que nos depararía una de las bajales mas brutales de toda la cordillera.
EliminarGracias gracias y mil veces gracias por hacerme participe de esa locura tan grande.
De verdad que fue una grupeta extraordinaria.
EliminarGracias a tu saber hacer, en los momentos de incertidumbre, ver tu decisión nos dio la calma necesaria.
EliminarLa hostrika, siempre desde el más absoluto de los respetos y aun mayor admiración por tu Persona Vicent... Qué pedazo de plumarraka calza su señoría, por farol!!!. Gracias por compartirlo, más si cabe por compartirnos. Salud!!!.
ResponderEliminarGracias a ti por pasar, y por esos cumplidos!!!
EliminarJran relato de un jrande de la pluma y de las endurrigidas
ResponderEliminarJjjjjrande tú!
EliminarEs mi primo, saben uds.?
ResponderEliminarMu, mu jrande!!!
Este tipo de divagandas son como la nitrofosca, pues enriquecen el blog y le dan caché a tope.
Juas juas juas
EliminarTú sí que eres Jrande, cosí!