NO ME GUSTA
MTB o BTT, tres letras que, si estás metido en este mundillo, te dicen mucho. Pero a cada uno se la dice a su manera. Y como lo bueno de este deporte es la tremenda variedad que hay y, por si fuera poco, nosotros nos encargamos de subdividir lo dividido, acabamos teniendo colores para todos los gustos.
Uno llega a esto porque le gusta y porque se ha dado cuenta de que dando pedales se siente bien por dentro y por fuera, pero es a partir de aquí donde empieza a ramificarse el tema, creándose submundos bien diferenciados, donde cada uno disfruta a su manera, mereciendo respeto y admiración por ello. Ninguno es mejor que otro pero, eso si, siempre que no se perjudique al prójimo. Y es ahí a donde voy.
Independientemente del tipo de bici que lleves (aunque una cosa condiciona la otra), lo que está claro es que cuando te federas (por aquello de tener un mínimo de seguridad cuando haces el loco por el monte), ya te dan a elegir si tu práctica va a ser catalogada como ciclismo de competición o cicloturista. Pues bien, puedes decantarte por la competición, tener una burricleta de 9 kgr., pagar menos en cada carrera, entrenar tus piernas para dar el máximo y, quien sabe, igual llegar muy lejos profesionalmente o planteártelo como un reto meramente personal. Es un sufrimiento que proporciona grandes satisfacciones, entrenando varios días con los miembros de tu club, siguiendo su disciplina, disfrutando de los circuitos que se preparan en diferentes localidades, muy entretenidos y con soporte, avituallamiento y mucha gente animando y dando palmas en todas las partes del recorrido. Fotos, masajes, chips que pitan al llegar a meta, diplomas, camisetita conmemorativa, palmaditas en la espalda y la enorme satisfacción de ver que has superado el tiempo que esperabas o, incluso (este no ha sido nunca mi caso), verte en un podio levantando una bonita copichuela. Ojo, hablo sin acritud. No se me malinterprete. Respeto al máximo este tipo de práctica, pues me parece muy sufrida y he tenido mi época en la que lo he practicado (a mi nivel, eso sí).
Luego tenemos la otra cara de la moneda, tan válida como la anterior: el cicloturismo. En este caso uno sale con su grupeto y simplemente se dedica a disfrutar de la ruta que se ha trazado en ese gran escenario que es el monte. Es un ambiente más distendido y en el que se cambian las barritas y los geles por bocadillos o sandwiches. Uno va a pasar la mañana con sus amigos y su premio es el paisaje, la senda, el pasito....
Ahora voy a adentrarme un poco más en el subgrupo en el que me encuentro: los bocadillos son generosos, a veces se brinda con mistela y el ritual del almuerzo dura lo que el bocata o el tema del que se esté hablando, llegando incluso en excepcionales ocasiones a alargarse con una bien merecida "siesta rotera" (unos minutos de relajación escuchando el silencio que te brinda el monte). Por otro lado, las rutas no suelen superar los 30 km., aunque no están exentas de sufrimiento, pues cambiamos kilómetros por desnivel y el reto de coronar una cima haya o no senda, cargados de una mochila de 7-8 kgr. y una bicicleta al hombro de 15 kgr.
En ambas disciplinas, en el momento de máximo sufrimiento se dibuja una sonrisa de oreja a oreja en que te pueden calificar de masoquista, pero persiguen, aunque de forma distinta, una finalidad concreta. También en ambas disciplinas, puesto que engloban a este bonito deporte, se da por hecho que quien lo practica ama el monte, sus caminos, sus sendas, su vegetación, la irregularidad de su orografía..., en fin, ese encanto a veces inexplicable que hace que el alma encuentre la paz y el equilibrio que necesita y que no consigue en la selva de hormigón y alquitrán. Por tanto, el ciclista está moralmente obligado a respetarlo y tratar de que no quede huella alguna tras su paso. Respeto, deferencia, miramiento, consideración... Nos hace más humanos si minimizamos el impacto que causamos sobre las sendas, dejando todo como lo has encontrado para que otros puedan disfrutar igual que tú lo has hecho.
A estas alturas de la entrada, supongo que más de uno ya sabrá hacia donde voy encaminando al lector (sobre todo tras ver la foto de portada), y otros se preguntarán a qué viene todo esto. Pues bien, ayer por la tarde, tras una cansada jornada laboral delante del pc, el cuerpo me pedía movimiento, y, saliendo a las 19:00 se tiene el tiempo justo para coger la burricleta, hacer una subida exigente (la Mola), comer algo de fruta mientras te relajas allí arriba viendo los últimos rayos de sol y respiras aire puro, vestirte de romano y meterte una cresta + canteramen entre pecho y espalda. Rotada completísima que no me canso de repetir. El caso es que cuando dejo el asfalto y me dispongo a enfilar la senda del PR me doy cuenta de que hay un cartel en el que pone "MARCHA MTB" y pienso: "vaya, por aquí pasó la marcha del domingo". Bajo plato y subo piñones mientras hago suposiciones de por dónde iría la marcha. No hay prisa. Por delante toda una subida y bastante dura. Sigo mi camino preparándome para lo que viene. De pronto, en un desvío de la pista, otro cartelito de marras y una cinta. Adelanto mi vista y veo, a unos metros más, otra cinta blanca y roja en un matorral. Ya no me gusta.
En esta época del año, a eso de las 7 y pico de la tarde, el sol ilumina la Mola de una forma espectacular, dándole un aspecto dorado a la sierra y fundiéndose con las abundantes matas de esparto, y te hace sentir que estás en el mejor sitio para encontrarte contigo mismo. Y, ciertamente, lo que menos espera uno es encontrarse los plastiquitos y los cartelitos de marras afeando y "desnaturalizando" el paisaje, además de los botes y tubos de gel, que por lo visto suponen un lastre inmenso que frena cualquier expectativa de podio... Para la gente que deja este tipo de desperdicios por el monte sólo se me ocurre un adjetivo pero afearía bastante esta entrada que pretende ser, ante todo, respetuosa pero tajante y clarividente.
Por tanto, sirvan mis palabras de profunda y pacífica queja, y espero que inviten a la reflexión de quienes han aceptado la responsabilidad que conlleva realizar una marcha (y de los participantes a quienes no les remueve la conciencia tras arrojar basura), pues no sólo está el mérito humano de conseguir reunir a gente para realizar una prueba que fomenta nuestro deporte, sino también y tan importante o más es el hecho de ser una organización lo suficientemente digna como para dejar, una vez finalizada la prueba, todo como se lo han encontrado. Personalmente, ésto lo concibo como una obligación moral en primer lugar y de estatuto en segundo.
Aún hoy se pueden observar cintas de la marcha de hace 4 ó 5 años y, señores de la organización, me parece LAMENTABLE.
Espero que durante los próximos días se proceda a quitar las marcas y carteles, quedando las sendas tan sólo con la inevitable huella que dejan 400 bicicletas (número aproximado pues no sé la cantidad de corredores que participaron), y que es un mal asumible dado que este tipo de pruebas han de realizarse (pues todos tenemos derecho a disfrutar a nuestra manera de la montaña), para que el resto de personas que por allí pasamos, respetamos profundamente el monte y deseamos que todos sientan esa paz interior que sentimos al estar allí, las veamos como siempre y volvamos a sentir esa fascinación por nuestras sierras.
Sirva esta entrada de llamada/queja/protesta para que la Unión Ciclista de Novelda que realizó la IX Marcha BTT Novelda cumpla con sus responsabilidades como organización de tal evento y retire todas las marcas que ha dejado en el trayecto de la prueba.
Agradecido de antemano,
Un rotero.
Uno llega a esto porque le gusta y porque se ha dado cuenta de que dando pedales se siente bien por dentro y por fuera, pero es a partir de aquí donde empieza a ramificarse el tema, creándose submundos bien diferenciados, donde cada uno disfruta a su manera, mereciendo respeto y admiración por ello. Ninguno es mejor que otro pero, eso si, siempre que no se perjudique al prójimo. Y es ahí a donde voy.
Independientemente del tipo de bici que lleves (aunque una cosa condiciona la otra), lo que está claro es que cuando te federas (por aquello de tener un mínimo de seguridad cuando haces el loco por el monte), ya te dan a elegir si tu práctica va a ser catalogada como ciclismo de competición o cicloturista. Pues bien, puedes decantarte por la competición, tener una burricleta de 9 kgr., pagar menos en cada carrera, entrenar tus piernas para dar el máximo y, quien sabe, igual llegar muy lejos profesionalmente o planteártelo como un reto meramente personal. Es un sufrimiento que proporciona grandes satisfacciones, entrenando varios días con los miembros de tu club, siguiendo su disciplina, disfrutando de los circuitos que se preparan en diferentes localidades, muy entretenidos y con soporte, avituallamiento y mucha gente animando y dando palmas en todas las partes del recorrido. Fotos, masajes, chips que pitan al llegar a meta, diplomas, camisetita conmemorativa, palmaditas en la espalda y la enorme satisfacción de ver que has superado el tiempo que esperabas o, incluso (este no ha sido nunca mi caso), verte en un podio levantando una bonita copichuela. Ojo, hablo sin acritud. No se me malinterprete. Respeto al máximo este tipo de práctica, pues me parece muy sufrida y he tenido mi época en la que lo he practicado (a mi nivel, eso sí).
Luego tenemos la otra cara de la moneda, tan válida como la anterior: el cicloturismo. En este caso uno sale con su grupeto y simplemente se dedica a disfrutar de la ruta que se ha trazado en ese gran escenario que es el monte. Es un ambiente más distendido y en el que se cambian las barritas y los geles por bocadillos o sandwiches. Uno va a pasar la mañana con sus amigos y su premio es el paisaje, la senda, el pasito....
Ahora voy a adentrarme un poco más en el subgrupo en el que me encuentro: los bocadillos son generosos, a veces se brinda con mistela y el ritual del almuerzo dura lo que el bocata o el tema del que se esté hablando, llegando incluso en excepcionales ocasiones a alargarse con una bien merecida "siesta rotera" (unos minutos de relajación escuchando el silencio que te brinda el monte). Por otro lado, las rutas no suelen superar los 30 km., aunque no están exentas de sufrimiento, pues cambiamos kilómetros por desnivel y el reto de coronar una cima haya o no senda, cargados de una mochila de 7-8 kgr. y una bicicleta al hombro de 15 kgr.
En ambas disciplinas, en el momento de máximo sufrimiento se dibuja una sonrisa de oreja a oreja en que te pueden calificar de masoquista, pero persiguen, aunque de forma distinta, una finalidad concreta. También en ambas disciplinas, puesto que engloban a este bonito deporte, se da por hecho que quien lo practica ama el monte, sus caminos, sus sendas, su vegetación, la irregularidad de su orografía..., en fin, ese encanto a veces inexplicable que hace que el alma encuentre la paz y el equilibrio que necesita y que no consigue en la selva de hormigón y alquitrán. Por tanto, el ciclista está moralmente obligado a respetarlo y tratar de que no quede huella alguna tras su paso. Respeto, deferencia, miramiento, consideración... Nos hace más humanos si minimizamos el impacto que causamos sobre las sendas, dejando todo como lo has encontrado para que otros puedan disfrutar igual que tú lo has hecho.
A estas alturas de la entrada, supongo que más de uno ya sabrá hacia donde voy encaminando al lector (sobre todo tras ver la foto de portada), y otros se preguntarán a qué viene todo esto. Pues bien, ayer por la tarde, tras una cansada jornada laboral delante del pc, el cuerpo me pedía movimiento, y, saliendo a las 19:00 se tiene el tiempo justo para coger la burricleta, hacer una subida exigente (la Mola), comer algo de fruta mientras te relajas allí arriba viendo los últimos rayos de sol y respiras aire puro, vestirte de romano y meterte una cresta + canteramen entre pecho y espalda. Rotada completísima que no me canso de repetir. El caso es que cuando dejo el asfalto y me dispongo a enfilar la senda del PR me doy cuenta de que hay un cartel en el que pone "MARCHA MTB" y pienso: "vaya, por aquí pasó la marcha del domingo". Bajo plato y subo piñones mientras hago suposiciones de por dónde iría la marcha. No hay prisa. Por delante toda una subida y bastante dura. Sigo mi camino preparándome para lo que viene. De pronto, en un desvío de la pista, otro cartelito de marras y una cinta. Adelanto mi vista y veo, a unos metros más, otra cinta blanca y roja en un matorral. Ya no me gusta.
En esta época del año, a eso de las 7 y pico de la tarde, el sol ilumina la Mola de una forma espectacular, dándole un aspecto dorado a la sierra y fundiéndose con las abundantes matas de esparto, y te hace sentir que estás en el mejor sitio para encontrarte contigo mismo. Y, ciertamente, lo que menos espera uno es encontrarse los plastiquitos y los cartelitos de marras afeando y "desnaturalizando" el paisaje, además de los botes y tubos de gel, que por lo visto suponen un lastre inmenso que frena cualquier expectativa de podio... Para la gente que deja este tipo de desperdicios por el monte sólo se me ocurre un adjetivo pero afearía bastante esta entrada que pretende ser, ante todo, respetuosa pero tajante y clarividente.
Por tanto, sirvan mis palabras de profunda y pacífica queja, y espero que inviten a la reflexión de quienes han aceptado la responsabilidad que conlleva realizar una marcha (y de los participantes a quienes no les remueve la conciencia tras arrojar basura), pues no sólo está el mérito humano de conseguir reunir a gente para realizar una prueba que fomenta nuestro deporte, sino también y tan importante o más es el hecho de ser una organización lo suficientemente digna como para dejar, una vez finalizada la prueba, todo como se lo han encontrado. Personalmente, ésto lo concibo como una obligación moral en primer lugar y de estatuto en segundo.
Aún hoy se pueden observar cintas de la marcha de hace 4 ó 5 años y, señores de la organización, me parece LAMENTABLE.
Espero que durante los próximos días se proceda a quitar las marcas y carteles, quedando las sendas tan sólo con la inevitable huella que dejan 400 bicicletas (número aproximado pues no sé la cantidad de corredores que participaron), y que es un mal asumible dado que este tipo de pruebas han de realizarse (pues todos tenemos derecho a disfrutar a nuestra manera de la montaña), para que el resto de personas que por allí pasamos, respetamos profundamente el monte y deseamos que todos sientan esa paz interior que sentimos al estar allí, las veamos como siempre y volvamos a sentir esa fascinación por nuestras sierras.
Sirva esta entrada de llamada/queja/protesta para que la Unión Ciclista de Novelda que realizó la IX Marcha BTT Novelda cumpla con sus responsabilidades como organización de tal evento y retire todas las marcas que ha dejado en el trayecto de la prueba.
Agradecido de antemano,
Un rotero.
totalmente de acuerdo Jose. Cuando alguna marcha pasa cerca de mi casa, también dejan ese tipo de huellas, que perduran hasta que alguien ajeno a la marcha se pone a quitarlas
ResponderEliminarsalud!!!
Lo mismo de siempre.
ResponderEliminarOtro rotero, que suscribe todo lo plasmada en el texto.
ResponderEliminarEspero no pueda hacer fotos del tema, porque lo hayan limpiado.
Otras opiniones, aquí.
AthleticClub: Este equipo ya es eterno. Jugaremos las finales de Copa y UEFA Europa League #sanmames #athlive Hace un minuto
ResponderEliminarOctavio, no puedo hablarte compañero,,,,,,,,,
Bien, me sumo a las opiniones, pero dejaría un margen de tiempo este fin de semana.
ResponderEliminarSi, eso mismo pensé yo hace 4 años, y hace 3, hace 2 y el año pasao.... Pero bueno...
ResponderEliminarYo le voy a dar 3 semanas. Tiempo mas que suficiente y encima contando que hay puente por medio. Ojalá puedan sacar un rato para recogerlo todo. Eso si, si hasta pasados dos meses siguen ahí, me lo tomaré como algo personal, y tomaré “acciones“ al respecto. Basta que tenga una tarde libre para engarzar todas las piezas de ave gallinacea (montar un buen pollo, vamos).
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