La sorpresa del viaje fue encontrarnos una buena rotada saliendo desde la misma puerta del Caserío. La zona de Aretxabaleta esconde umbrías con senderos por todas partes. Chapó para el personal de la zona que ha recuperado algunos de estos mismos senderos para una marcha endulerda. El caso es que nos engorrinamos a lo bestia, como siempre, y en apenas unos kilómetros por la umbría del Kurtzebarri, echamos la mañana y parte de la sobremesa entre toboganes imposibles y sendas flipantes entre hayas y pinos. Para colmo, no dudamos en echarnos la burra al hombro diciendo entre nosotros "qué bestias son por aquí en las marchas!", sin saber que el track lo habíamos abandonado hacía tropecientos metros más abajo.

Un buen bocata a orillas del Urkullu nos dio un respiro, pero ver digerir la tortilla a eso de las 5 de la tarde nos hizo volvernos sin terminar la ruta completa. Sin embargo, el tremendo gesto de nuestro Juanes, que nos remontó con la furgo hasta el caserío de Galartza de nuevo, nos salvó la vida. Por no hablar del txuletón de después.