Hoy no hemos madrugado. El día no acompaña a ello, ni tampoco a rotar por la montaña. Sin embargo, movido quizá por ese espíritu interior que te incita a no desaprovechar cualquier oportunidad, almuerzo y me pongo el traje de luces. Llamo al Bere. Su voz refleja fielmente la ilusión rotera. Sí. Habrá partido. Corto, pero intenso.
A la hora pactada nos percatamos ambos del fresquete reinante. Pese a que no ha nevado en las montañas circundantes a Novelda, el temporal dejó buena cuenta de agua. Decidimos ir a comprobarlo.
Salimos del pueblo en dirección al Castell de La Mola por aéreo sendero dos metros por encima de una acequia. Como mandan los cánones. Pronto llegamos a las faldas del Castell, al cual ni miramos. Cosas de la rutina. Giro a la derecha por bajada y… primera cagada en forma de tierra pastosa que me da de lleno desde el primer taco de la cubierta hasta el cristal de las gafas. Emito un grito y pienso en la lavadora…
A escasos 100 mts de rodar por la Rambla, damos la vuelta. La Senda del Califa se quedará para otro día. Revolta del Gavatxet, Heretat de Cecília, L’Estació, carretera cortada… nuestras burras irremediablemente se dirigen hacia las obras del AVE, movidas por cierta fijación del Bere en darle la vuelta a La Serreta.
La enorme cicatriz del AVE resultó ser una trampa para nosotros. Qué digo para nosotros, para nuestras sufridas burras!! Maldigo cien veces esta obra infernal!! Ahora más que nunca. Atravesamos territorio expropiado convertido en arenas movedizas. La indignación, se convierte en ira, y la ira en risa. Ya no sé ni lo que me pasa, pero he optado por descojonarme. Ras, ras, ras!! “Dios mío, ¿qué te pasa hoy burrita mía?”, “Hostias si no me van las ruedas!!”. Tijerazo al canto. Como si llevase un camión de cuatro ejes. Sudor. Risas. Palos rotos intentando sacar el pegajoso barro de los frenos. Miro un cartel y me parece leer “Ministerio de Tormentos”. No puede ser. Hasta ayer era de “Fomento”. Me arrastro. El Bere también ha sucumbido al terreno enfangado. Un hombre se mete en el intento de atravesar los 600 ó 700 mts de AVE, “no lo haga! no lo haga!”, “¿recollons!”, exclama sorprendido. “Astò què és?” se pregunta para sí mientras de reojo adivina la silueta de nuestras bicis bajo las capas de barro.
Mare de Déu! Llegamos al final. El Bere quiere llegar hasta la Finca de La Serreta y utilizar las mangueras que hay allí. No sé cómo, lo convenzo para darles una ducha a las bicis en su huerta. Pero antes, chapuzón en un jacuzzi gentileza del Ministerio nuevamente. La bici se hunde hasta los platos. Chorrean, pero el barro sigue ahí.
En mi vida había visto tanto barro encima de mi Sunn. ¿No era cromada?
Camí de l’Heretat. El riuet-huerta del Bere. Primer manguerazo. Rumbo al Elefante Azul, no hemos tenido suficiente. Un euro, dos euros… agua a presión. Ahhhh! Qué gustoooo! Cincuenta céntimos, cincuenta más… sequitas y limpitas parecen otras.
Hala nene pa casa! 16 míseros kilómetros. Asco de AVE. Otra vez será. No estamos todos, falta el malalt.
Señores: ¿no querían agua para todos? Pues aquí la tienen.
Arriba riba.