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martes, 4 de octubre de 2016

¿REAL-MENTE?




Determinar de dónde nacía ese apego y sentido de pertenencia, fue el paso siguiente que mi mente determinó como clave, para entender el ciclismo de montaña imperante en aquel reducto del Mundo. Pero para llegar a ello, previamente tuve que pasar por experiencias vividas en primera persona, en una visita casual y fruto de mis merecidas vacaciones.

Mi trabajo estresante en una de las revistas más leídas entre la comunidad ciclista británica, y por ende, entre la comunidad biker global al ir escrita en inglés, reconozco que me generó en un momento de mi vida, un cierto rechazo hacia la bici en mis periodos vacacionales.

Sin embargo aquella vez decidí investigar mi destino elegido azarosamente: primero sobre el territorio, después sobre el movimiento biker asentado. Los resultados fueron curiosos, y las fotos y un par de mails cruzados con un grupo aparentemente tan rudo como divertido, casi cómico diría yo, inclinaron la balanza hacia el lado de la escapada relajante con pedales añadidos. “Bueno, sin pretensiones ni machacaduras”, me dije sin saber lo que me esperaba.

La primavera fluía, el verde de las hierbas y el gris de la roca sucumbían ante el fresco vientecillo marino que llegaba hasta las cumbres, y por encima de todo, una embriagadora fragancia compuesta por miles de pequeñas matas envolvía el ambiente. Descansando en un collado, entre dos lomos romos, con el solecito de finales de abril en la cara, los ojos cerrados, y el ruido de abejas e insectos al abordaje florístico... "ahhh... oh my God!..." exclamé, hasta que llegaron sus pasos sobre la caliza hecha pedacitos por millones de inviernos, sus risas, y sus vozarrones, impidiéndome borrar del todo los cierres mensuales de revista, las fotos, pruebas y demás rollos laborales.

Abrí un ojo arqueando la ceja y los vi acercándose a mi. Mientras las sienes soltaban el sudor post porteo, un lenguaje ininteligible y lo que aparentemente me parecieron hasta gruñidos pero de buen rollo, se sentaron a mi lado. Y de pronto paz, no sé si alguno llegó a pillar el sueño, pero esa sonrisa en medio de la cara mientras los guantes tapaban sus ojos, y esa desconexión total con la vida real, conectándose a la vez con todo lo que los rodeaba, significó para mi toda una sorpresa reveladora. Un silencio que me lo dijo todo.

No sé cuánto duró aquel instante, puede que fueran en realidad pocos minutos, en cualquier caso suficiente tiempo como para hacerme partícipe de su manera de sentir y entender aquello.

Luego vino el momento de la cima, los abrazos alzando tremebundos sobacos, barbas mojadas, y joder, no me molestó ni un ápice!. Después, alcanzamos el buen karma a base de lazadas por una ladera orgullosa, a golpe de manillar, metiendo cadera, tensando cuádriceps y moviendo hasta el más irreverente de los músculos de un cuerpo absolutamente estirado, entregado a la causa. El éxtasis nos alcanzó de lleno una vez abajo, y con él un golpear de jarras de cerveza que nos volvieron a mojar las manos y los resecos gaznates.

El vuelo al Norte de Inglaterra fue duro, el gris plomizo de la oficina aún más, y el tener que enchufarme el waterproof por exigencias del guión algo muy molesto, y es curioso la verdad, pues la habitualidad y constancia de mi vida biker anterior, hasta ese momento no me había hecho nunca plantearme, cuán de asqueado te hace sentir una badana chorreante.

Pero no fueron las condiciones o la hierba mojada, ni siquiera el barrizal arcilloso pegado a la bici, lo que me hacía plantearme lo que en verdad echaba de menos. Paré y me di cuenta que mi ritmo cardíaco era asfixiante, mi grupeta no era un grupo como tal, y que no habíamos parado de dar pedales desde que salimos de la ciudad.

Arqueé la ceja, me levanté las gafas, y solicité por WhatsApp una prueba de material al jefe en ese lugar exótico, allí donde las abejas se atocinan sobre las flores, éstas sobre la pituitaria de quien osa llegar arriba, y sobre él se le sientan pseudo ciclistas de montaña que sienten como más importante el entorno, que el material del que acababa de pedir para una prueba. 

Quiero ir lejos de la irrealidad que me envuelve, cerca del mtb real, por favor”, le dije claro por escrito.


2 comentarios:

  1. Real-en-la-mente, sin duda. De tan claro que lo expones, parece que hasta lo hayas vidido.

    Divagandas, esos ratos de esparcimiento mental por los mundos de Dios... Y que sigan!

    Jrande, cosí!

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    Respuestas
    1. Ahí, ahí cosí, que sigan!

      Gracias por comentar.

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