LA HORA DE LOS TOPICAZOS.
Una manga corta dejando al descubierto los rasguños de zarzales, piornales y aulagares varios, o una nariz barnizada de un rojo parecido al tinto de verano, pueden ser solo el inicio de todo un señor ataque frontal procedente de cualquier grupo compuesto por familiares en torno a una mesa bien puesta, compañeros de trabajo en mitad de la fotocopiadora, y/o amigos ajenos al mundillo de la bicimontañesa en cualquier barra llena de líquidos varios, que a modo de burla por lo que tu apariencia delata, se van a poner las botas de un momento a otro. A tu costa, claro.
Normalmente empieza la tortura a modo de voz cantante con tono socarrón. Una mano en el hombro o una palmadita en la espalda, que podrían ser interpretados como símbolos inequívocos de buenrollismo, pasan a convertirse al terminar la primera frase de quien te toca, en todo un sonoro y fatal beso de Judas.
Dios la que te espera!
Compadécete a ti mismo si la escena no va a ser algo pasajero, ay de ti si no es una mala nube tormentosa que enseguida despeja, si esa mano que te coge del hombro te acompaña hasta la mesa y el círculo de caras de descojone te va a rodear en un rato… llena tu vaso y ármate de paciencia.
Después de haberte pegado la palmadita de rigor justo en la parte donde cargaste el biciclo, en aquel infame porteo de casi una hora intentando enlazar lo que en el gugelerz parecía un senderito asequible; tu familiar allegado empezará con el disparo indiscriminado de topicazos.
De arriba a abajo empezará por decirte que si todavía llevas las gafas puestas, “porque a esas marcas patilláceas que se dirigen hacia las orejas, solo le falta que ponga Rayban”. Y tú empezarás a defenderte como los gatos, te creerás hasta ágil pese a tener pocas fuerzas todavía como consecuencia de la última tunda serrana, y quién sabe si lo mismo le responderás “que esto es un deporte de tipos rudos, así que las marcas pijas: para golfistas y patrones de embarcación”. Bueno, tiene un pase.
Ayyyy, que abre la boca de nuevo: “macho ¿y ese corte en la manga?, ¡joder habrá que verte en pelotas!, seguro que se te distingue con la luz apagada”, o la típica e insufrible frase “¡¡habrá que verte en la playa!!”. Pensarás sin decirlo, "pobre infeliz…", y mascullarás: “Coño!!! Pero si a mi lo que me mola es la montaña!!! mon-ta-ña!! eso que se recorta en el horizonte que tú no alcanzas a ver porque te lo tapa la “M” de McAuto!!".
“Ahí va la hostia, si se nos ha picado el gallito”. Jodo nene, la que has liado por tratar de defenderte.
El jajaja, jojojo, jujuju sonará de fondo como una lapidación a cada inquisidora frase de la voz socarrona, que con tal quórum, se nos viene arriba por momentos.
El encuentro familiar sigue, y por mucho que trates de cambiar de tema, la cháchara sigue una y otra vez. Recurrentes tópicos como el típico “con lo que valen esas bicis, no entiendo como no suben solas”, o el magnífico “pagar tanto para tener que sudar lo mismo que una bici comprada en el Carreful de Estambul”. Por no decir del “¿sabe tu mujer lo que te ha costado?".
El sudor frío, se trasforma en consternación primero, seguida de buenas dosis de inseguridad personal después, y apatía ante la vida como sensación final.
Tras cinco minutos más absorto ante los comentarios, que ya cansan a más de uno sin contarte a ti, aciertas a decir “vente un día y lo pruebas”. Puf, qué has dicho!!, “ni loco!!”, te contestará, “ufff, quita quita, ¡cuánto sufrimiento gratuito con lo bien que se está en casa! además, he visto vuestras fotos y videos y la verdad es que estáis fatal de lo vuestro”. Seguidamente se hará referencia a la infantilidad de los escritos, de las crónicas, de los comentarios, y a la imbecilidad de eso que nosotros llamamos “retos”, que “no son más que cafradas dignas de un adolescente imberbe, y no de alguien que ya pinta canas y se le está cayendo el pelo".
Puede ser que hasta aquí hayamos llegado, y quién sabe si como consecuencia del litro y medio de cerveza absorbido como un poseso para no sentirte magullado verbalmente, o quién sabe si por las ganas de mear por tamaña ingesta; te armarás de valor y como un Ave Fénix resurgirás desde el fondo de la trialerosa conversación para lanzar un torcido discurso biker:
“Pues no te digo que no me haya gastado lo que no tengo en un simple aparato de dos ruedas que me cuesta cielo y tierra llevar hasta la cima, que por tal motivo me duelan aún hasta las cejas, que pasase un frío de la hostia en la cima de aquella montaña, mientras me zampaba un bocata con el estómago encogido por los nervios previos a una tremebunda bajada, compuesta por losas del tamaño de primeros pisos, rocas de dudoso agarre, zarzas adornadas con centenares de pinchos que parecían estar esperándonos toda la vida, y Zs que nos juntaron el píloro con el esfínter".
Silencio sepulcral
“Pero mirad lo que os digo, si por una puñetera casualidad fueseis capaces de asimilar lo que se siente allá arriba, sabiendo que has sido capaz de afrontar aquella abominable subida con la paciencia, la delicadeza, la tenacidad y fuerza necesaria, y flipar en colores con lo grande que se ve el Mundo desde allá arriba, y lo pequeños que se vuelven los problemas diarios; para a continuación echar unas risas con otros locos de la colina, que como tú, se protegen cuanto pueden del cuerpo y en seguida alucinan bellotas a base de obstáculos, que como en la vida misma, nos ponen a prueba el temple, el propio nervio, nuestra capacidad de aguante y hasta la de sacrificio… seguramente al verme, hubieses interpretado en mi aspecto que en vez de marcas sin sentido, lo que ves es una buena forma de gastar el tiempo, que si me apuras, se puede convertir en toda una actitud ante la vida”.
Aunque bueno, quizá todo dé igual, y a la que te vuelvan a ver en otra comida de éstas… mejor que te pillen con manga larga y las gafas puestas!!
Normalmente empieza la tortura a modo de voz cantante con tono socarrón. Una mano en el hombro o una palmadita en la espalda, que podrían ser interpretados como símbolos inequívocos de buenrollismo, pasan a convertirse al terminar la primera frase de quien te toca, en todo un sonoro y fatal beso de Judas.
Dios la que te espera!
Compadécete a ti mismo si la escena no va a ser algo pasajero, ay de ti si no es una mala nube tormentosa que enseguida despeja, si esa mano que te coge del hombro te acompaña hasta la mesa y el círculo de caras de descojone te va a rodear en un rato… llena tu vaso y ármate de paciencia.
Después de haberte pegado la palmadita de rigor justo en la parte donde cargaste el biciclo, en aquel infame porteo de casi una hora intentando enlazar lo que en el gugelerz parecía un senderito asequible; tu familiar allegado empezará con el disparo indiscriminado de topicazos.
De arriba a abajo empezará por decirte que si todavía llevas las gafas puestas, “porque a esas marcas patilláceas que se dirigen hacia las orejas, solo le falta que ponga Rayban”. Y tú empezarás a defenderte como los gatos, te creerás hasta ágil pese a tener pocas fuerzas todavía como consecuencia de la última tunda serrana, y quién sabe si lo mismo le responderás “que esto es un deporte de tipos rudos, así que las marcas pijas: para golfistas y patrones de embarcación”. Bueno, tiene un pase.
Ayyyy, que abre la boca de nuevo: “macho ¿y ese corte en la manga?, ¡joder habrá que verte en pelotas!, seguro que se te distingue con la luz apagada”, o la típica e insufrible frase “¡¡habrá que verte en la playa!!”. Pensarás sin decirlo, "pobre infeliz…", y mascullarás: “Coño!!! Pero si a mi lo que me mola es la montaña!!! mon-ta-ña!! eso que se recorta en el horizonte que tú no alcanzas a ver porque te lo tapa la “M” de McAuto!!".
“Ahí va la hostia, si se nos ha picado el gallito”. Jodo nene, la que has liado por tratar de defenderte.
El jajaja, jojojo, jujuju sonará de fondo como una lapidación a cada inquisidora frase de la voz socarrona, que con tal quórum, se nos viene arriba por momentos.
El encuentro familiar sigue, y por mucho que trates de cambiar de tema, la cháchara sigue una y otra vez. Recurrentes tópicos como el típico “con lo que valen esas bicis, no entiendo como no suben solas”, o el magnífico “pagar tanto para tener que sudar lo mismo que una bici comprada en el Carreful de Estambul”. Por no decir del “¿sabe tu mujer lo que te ha costado?".
El sudor frío, se trasforma en consternación primero, seguida de buenas dosis de inseguridad personal después, y apatía ante la vida como sensación final.
Tras cinco minutos más absorto ante los comentarios, que ya cansan a más de uno sin contarte a ti, aciertas a decir “vente un día y lo pruebas”. Puf, qué has dicho!!, “ni loco!!”, te contestará, “ufff, quita quita, ¡cuánto sufrimiento gratuito con lo bien que se está en casa! además, he visto vuestras fotos y videos y la verdad es que estáis fatal de lo vuestro”. Seguidamente se hará referencia a la infantilidad de los escritos, de las crónicas, de los comentarios, y a la imbecilidad de eso que nosotros llamamos “retos”, que “no son más que cafradas dignas de un adolescente imberbe, y no de alguien que ya pinta canas y se le está cayendo el pelo".
Puede ser que hasta aquí hayamos llegado, y quién sabe si como consecuencia del litro y medio de cerveza absorbido como un poseso para no sentirte magullado verbalmente, o quién sabe si por las ganas de mear por tamaña ingesta; te armarás de valor y como un Ave Fénix resurgirás desde el fondo de la trialerosa conversación para lanzar un torcido discurso biker:
“Pues no te digo que no me haya gastado lo que no tengo en un simple aparato de dos ruedas que me cuesta cielo y tierra llevar hasta la cima, que por tal motivo me duelan aún hasta las cejas, que pasase un frío de la hostia en la cima de aquella montaña, mientras me zampaba un bocata con el estómago encogido por los nervios previos a una tremebunda bajada, compuesta por losas del tamaño de primeros pisos, rocas de dudoso agarre, zarzas adornadas con centenares de pinchos que parecían estar esperándonos toda la vida, y Zs que nos juntaron el píloro con el esfínter".
Silencio sepulcral
“Pero mirad lo que os digo, si por una puñetera casualidad fueseis capaces de asimilar lo que se siente allá arriba, sabiendo que has sido capaz de afrontar aquella abominable subida con la paciencia, la delicadeza, la tenacidad y fuerza necesaria, y flipar en colores con lo grande que se ve el Mundo desde allá arriba, y lo pequeños que se vuelven los problemas diarios; para a continuación echar unas risas con otros locos de la colina, que como tú, se protegen cuanto pueden del cuerpo y en seguida alucinan bellotas a base de obstáculos, que como en la vida misma, nos ponen a prueba el temple, el propio nervio, nuestra capacidad de aguante y hasta la de sacrificio… seguramente al verme, hubieses interpretado en mi aspecto que en vez de marcas sin sentido, lo que ves es una buena forma de gastar el tiempo, que si me apuras, se puede convertir en toda una actitud ante la vida”.
Aunque bueno, quizá todo dé igual, y a la que te vuelvan a ver en otra comida de éstas… mejor que te pillen con manga larga y las gafas puestas!!
No atino con el tipo de letra!!
ResponderEliminarSi que son comunes algunas frases que otras.....
ResponderEliminarFabulosa divagación, secre! Me ha molao mucho mucho, pq, entre otras cosas, yo me he visto en semejante situación!.
ResponderEliminarPero, sisplau, no la hagas con el Internet Explorer, pq he tenido que ponerme el bañador y el flotador para sumergirme entre océanos de código-morralla para limpiar la entrada!
Joer Secre, BUENÍSIMO! Aunque no os esforcéis, no nos entenderán nunca!!!
ResponderEliminarJodé Secre buenísima!! Realmente ¿quién no ha sufrido esto? yo odio la de si con una bicicleta del carrefour... o la que me dicen a mi todos, con lo patoso que eres hablando seguro que los sábados te los pasas por tierra...
ResponderEliminarPor cierto a ver si os veo pronto que ya tengo bastantes faltas jeje
Saludos!!!!
si a todo eso le añades ¿otra vez te has caido? jejeje. tienes al plasta de mi cuñao
ResponderEliminarMe alegro que os guste, yo en realidad no pensaba en nadie ni nada que me haya pasado... o sí? :D
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