El desconocimiento social que se tiene del macizo montañoso de Aitana es demasiado grande. Por suerte, este factor ha permitido que durante décadas hayan permanecido casi ocultos a la opinión pública todo un cúmulo de barrancadas, paredones calizos, bosques impenetrables y solitarios parajes. Incluso tuvieron que llegar de la Pérfida Albión en la década de los 70 para destacar las imponentes masas rocosas de esta porción de La Marina, en un territorio que no dudaron en bautizar como los "Dolomitas de la Costa Blanca". Salvando las distancias, y soslayando la escala de los mapas, se diría que no iban desencaminados aquellos girufos neohippies, que entraron a saco en los vallejos para escalar todo lo imaginable, organizando una actividad aperturista que hoy en día aún es reconocida en el ambiente escalador -original y genuino como pocos, por cierto- que ambienta las profundidades del Barranc de l'Arc. Allí en los confines del Penyó Divino, o del Adivino.
Sucumbidos ante aquella filosofía insumisa, de confraternización en las cordadas y de respeto hacia el entorno, los roteros ya hemos surcado sus vericuetos "de otra manera". Cierto es que no somos oriundos de aquellas breñas grisáceas, y que cientos de bikers han surcado desde que se inventó la rueda con tacos aquellas sendas. Hasta se han trazado circuitos para mountain bike que han obtenido cierta relevancia, como la TransAitana, y hay en los pueblos de los aledaños gente curtida en aquellos pagos que merece nuestro respeto y admiración. Faltaría más. Pero aunque no descubramos la pólvora, esa "otra manera" como decía, es la que le aplicamos los roteros a cada una de las rutas que incrustamos entre aquellos peñascos, con la intención de trazar lo intrazable con nuestra peculiar forma de ver las cosas.
Fundamentados en meternos con las bicis en el mejor de los paisajes, alcanzando el mejor de los balcones, transitando el mejor de los canchales, para atravesar el bosque más húmedo y descansar en el mejor de los picos, ya marcamos a fuego en nuestras mentes la "Épica de Aitana", la colosal "Volta a Bèrnia" y algún que otro "Serrellazo".
Fieles a nuestro estilo, con esa mezcla de orgullo chabacano y callo en el hombro derecho, invocamos a los ancestros de las Highlands que con sus manos construyeron las sendas a las que este sábado, si el resto de la cordada lo desea, rendiremos pleitesía.
Los
"Dolomitas de la Costa Blanca", nos esperan...