VALLES OCCIDENTALES - PETRECHEMA (17/08/2016) -Parte 1-
La app del tiempo no estaba muy por la labor de ponérnoslo
fácil, y pronosticaba posible tormenta a partir de las 12:00. Hacer la ruta en
ese horario era posible, pero que tendríamos que darnos prisa para acabarla a
tiempo… ¿Darse prisa? ¿Un rotero? ¡¿Estamos locos o qué?!
Madrugamos bastante. Más que para ir a trabajar, y eso que
estábamos de vacaciones. Pero había mucho que hacer y sabíamos que merecía la
pena el esfuerzo. Así que burras y burros a los coches, y rumbo al refugio de
Linza.
Llegamos al punto de partida a buena hora. Algunos nos embelesábamos
al ver por primera vez esos paisajes, para otros no era su primera visita y
recordaban batallitas de la ocasión anterior,. “Mira ahí fue donde partí la potencia… no había recorrido ni 10 metros…”
y reíamos pensando en lo ocurrido.
Hasta que cual árbitro de fútbol se me vino a la mente un “Vaya, joder Rafa, me ca*o en mi madre”. Habíamos
partido el cierre delantero del kalimotxo con ruedas. Parecía que el Petrechema
se quería volver a reír de nosotros. Pero para cojones… los cojones Roteros. Y
MacGyver no es nadie comparado con la sección mecánica Rotera. Brida por aquí,
brida por allá, un par de vueltas con cinta aislante y palante!!
Desde el primer momento la montaña nos lo dejaba claro…
Empujar, empujar y volver a empujar, pero a cambio nos regalaba sus vistas… de
las cuales no se puede decir nada… las fotos hablan por si mismas…
El grupo se iba estirando, unos iban más rápido, otros más
lentos, unos paraban a echar fotos, otros a coger aire, otros simplemente
a mirar lo que tenían a su alrededor.
Nos reagrupamos en el punto crítico, cruce hacia el pico del
Petrechema o senda dirección al collado donde empezaba la bajada. El cansancio hacía mella, la subía
se preveía dura, las previsiones de lluvia seguían ahí… Pero estábamos muy
cerca como para desaprovechar la oportunidad, y 3 valientes aventureros nos
cargamos la bici al hombro para llegar hasta el pico.
2366 metros nos separaban del nivel del mar, frente a nosotros España, a nuestras espaldas
Francia. Nos deleitamos con las vistas mientras nos comíamos un merecido
almuerzo, pero no había más tiempo que perder. El resto de la grupeta nos
esperaba, no queríamos tomar en balde las advertencias de la app del tiempo.
Descendimos lo porteado, que rápido acaba lo que tanto se
sufre… Y nos dirigimos hasta el collado donde habíamos visto almorzar al resto
de la trupe. Ellos habían decidido bajar, como ya nos había avisado, no era
cuestión de jugársela con las previsiones que venían. Así que afrontamos la
bajada siguiendo sus rastros. Y divisándolos de vez en cuando a lo lejos en una
senda que transcurria por un barranco que nos dejaba ver todo lo que nos
quedaba por delante.
La senda no daba tregua… canchales, piedras grandes, piedras pequeñas, tierra suelta, zetas, escalones... Hasta acabar reagrupándonos a la
entrada de un bosque, que nos llevó por una senda completamente tapada por la vegetación de vuelta hasta los coches.
Esta vez sí, ni las averías mecánicas ni las previsiones del
tiempo impidieron que la expedición Rotera cumpliera con los planes previstos. Ahora solo quedaba ir en busca de nuestro merecido premio, la comida.
PD: Jódete app del tiempo... te ganamos el segundo asalto.