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miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL MAYOR TESORO DE TODOS LOS ROTEROS


El blog, ese lugar virtual que guarda relación con Springfield, el pueblo de los Simpson, que nunca se sabe dónde está localizado exactamente, es, desde el 15 de enero de 2007, un rincón donde se ha ido almacenando todo aquello que nos vincula en torno a la bici, los sábados, las piedras y las ilegales. Un enorme tesoro que cuenta con un valiosísimo (a ojos del rotero) archivo de letras e imágenes.

Alguna vez nos hemos parado a pensar qué sería de éste blog sin las fotos post-rotada? Quedaría irremediablemente cojo y en blanco y negro. Una despensa donde maceran cerca de 90000 fotos. Sí, señores, no se me ha escapado un cero... 

Este lugar es un lugar donde se está muy agustito. Calentito en invierno y refrescante en verano. Y precisamente ahora, que se encuentra en horas bajas desde la salida a escena del Whatsapp, ha pasado, de entre las funciones que tenía, a tener una  primordial, pues es el único sitio donde puedes consultar ese archivo de imágenes, reír con las divagandas... Y, personalmente, a mi me gusta en esos ratos libres, zambullirme en su enorme base de datos y leer algunas divagaciones, ver álbumes de fotos de antaño, observar el paso del tiempo, nuestra evolución y hasta los pelitos que se nos van cayendo del torrezno.

También os diré que, a pesar de que no tiene ni de lejos la cantidad de visitas que tuvo antaño, el blog se encuentra estupendísimamente posicionado en Google. Miles de palabras clave lo han situado en la primera página de los resultados de búsquedas en temas biciclo-montañeros, y eso es algo que da los años de experiencia que ya tiene nuestro rinconcete... Y, sobre las visitas, aunque es algo secundario, como curiosidad os comentaré que, a día de hoy, sigue teniendo su media de 174 visitas diarias, acumulando ya una cifra que está cercana a las 300.000 visitas.

He flipado con el tremendo valor material que tiene el blog, si, y la buena costumbre de ojear atrás en el tiempo me ofrece ratos de risas, entretenimiento y reflexión. Sin duda un buen hábito que aconsejo a todo rotero que sienta esa curiosidad por ver cómo éramos y hacia dónde vamos.

Nada como pulsar en las etiquetas que hay para ver las entradas disponibles sobre lo que queremos ver (de ahí mi insistencia desde el principio del blog sobre colocar su etiqueta correspondiente), y, a continuación, disfrutar un buen rato. Hemos llegado a crear una forma de vida muy característica que la gente que nos visita, en ocasiones, me lo comenta.

Así es que, desde esta entrada, aprovecho para rendir homenaje al rotero que, en mayor o menor medida, hace que el blog siga adelante y que demuestre que sigue siendo el mayor tesoro que tenemos en la Penya.

Larga vida al blog!

domingo, 22 de noviembre de 2015

MIGJORN (10/10/15) -Parte 2-

https://goo.gl/photos/XgvHV8Z8gNASU9Jw9

Aunque un pelín tarde, aquí va la tanda mía de fotos de la brutal mañana rotera que pasamos en el Migjorn, una de las rutas de la Terreta que más me gustan. Una mañana, sin duda, 100% rotera en todos los aspectos, y con un tiempo espectacular acompañando que nos respetó hasta la hora de comer. Un Dios de las sendas que, por si no os habéis dado cuenta, guarda una estrecha relación con el rotero.

Un tremendísimo gustazo disfrutar de una épica de semejante calibre en muy buena compañía (a pesar de que, como siempre, se echan en falta los ausentes).

Rote or die!

viernes, 20 de noviembre de 2015

SIERRA DEL CABALLO DISABADERA


Pues sí, mañana es sábado. Y uno de los mandamientos más importantes roteros es: "El sábado rotarás, y entre yolos disfrutarás", así que la Sierra del Caballo ha sido la elegida para el desmelene del personal. Turrón del duro para unas navidades que están a la vuelta de la esquina, y buen rollete rotero que es lo que nos hace falta a todos.

Por tanto, se te convoca para que te instes en Kiev a las 07:30, para zampar bollos de todo tipo y a las 8 estar dando pedales desde el parking de Bassa el Moro.

Viernes, xiquets!!
Vas a venir?

miércoles, 18 de noviembre de 2015

UN ALTO EN MITAD DEL SENDERO


Muchos años después de tomar este sendero, he parado a descansar. Aunque lo cierto es que he parado por varios motivos, no falto a la verdad si te digo que me encontraba un tanto cansado.

Llevo un rato sentado, bien resguardado, con la vista puesta sobre el serpenteante hilillo de tierra del cual provengo, y que se hace a malas penas visible entre el cúmulo de rocas de todos los tamaños y colores posibles por el que discurre.

El sol ha aparecido, después de un tiempo en el que la niebla espesa ocultaba lo que me deparaba cada recodo del camino, sin acertar a saber si lo que venía a continuación era una dilapidante cuesta arriba, un falso llano o una apoteósica cuesta abajo.

El sendero lo inicié imberbe, con unas gafas y un culotte con fluorescencias varias, y una posición muy tumbada sobre una bici, que ya bastante hizo por mi antes de pedirme clemencia, y una digna jubilación más que merecida. Además, pronto coincidí con colegas con los que compartir frías mañanas invernales y sofocantes penurias estivales.

El senderillo se afianzaba a veces, pero en otras se puso bien peludo. En ocasiones tuve que bajarme de la bici por no saber hacerle frente a lo que tenía delante mío, pero hubo quien me enseñó a afrontar lo que me daba miedo, quizá por haber sabido vencer anteriormente los suyos propios ante escalones parecidos.

Paré cuando tuve que parar, comí cuando tocaba comer, y bebí cuando necesité beber. Reí hasta llorar y lloré hasta reír. Y creo que jamás me cansé de empaparme de cuanto captaban mis sentidos conforme avanzaba, aunque no siempre me gustó lo que vi, ni lo que sentí.

Procuré saludar con quienes me crucé en mi camino, tanto a los que iban en el sentido de mi marcha, como a los que iban al contrario, pues era consciente que para ellos, quien iba al revés no era otro sino yo.

A veces hubiese mandado a mi bici al infierno, y en otras estoy convencido que ella me habría mandado a mi. Al final, con tan largo y duro recorrido cambié de montura varias veces, y empecé casi sin pretenderlo, a tomar el enlace más angosto en cada desvío.

Lejos de desquiciarme, cuando me quise dar cuenta me sentí cada vez más capaz, y en muchas ocasiones encontré el flow. O a su hermano, o a su primo cercano... qué sé yo. Conversé con él en diversos tramazos imborrables, allá donde el planeta recibe miles de nombres distintos, uno por cada lengua distinta a la mía.

Me helé en mitad de la nevada, me refugié como pude del feroz pedrisco, me calé en medio de la tormenta y quemé mi piel abrasado por incontables ponientes. Pero siempre, por suerte, fui superando los tramos de este sendero que cada vez alcanza mayor altura.

Ahora que las canas se asoman bajo el casco y el sol empieza a calentarme demasiado la coronilla, es cuando he parado. En un sitio con unas vistas inigualables, junto a mis colegas que se han parado conmigo a echar el rato aquí, y con la compañía de quienes al otro lado del teléfono sé que me quieren, y pacientemente esperan mi vuelta a casa.

Pronto me subiré de nuevo a los pedales, surcando nuevas trazadas que pondrán a prueba lo adquirido, y que también me descubrirán nuevas torpezas. El hilillo de tierra seguirá llevándome hasta donde quiera que deba llegar, consciente que a veces, hay que parar.

Aunque sea para saber qué biker eres, al ver desde dónde vienes y cómo lo has hecho.

martes, 17 de noviembre de 2015

MIGJORN (10/10/15) -Parte 1-


A mediados de octubre se alinearon los astros para algunos de nosotros, y quisimos aprovechar la oportunidad haciendo una rotada de las buenas. El gusto que da instarse a la hora concreta en Moldavia, verse los caretos, zarpando luego hasta las raíces del Migjorn, para poco a poco ir ganando metros mientras el sol trata de romper las umbrías y enfilas finalmente hacia ese pico decidido que tanto nos llama... no tiene precio en metálico. Volver la vista atrás y ver desde dónde venimos, sin para de bajar... tampoco.

Gran mañana, qué voy a decir, donde una vez más la rotada, las bicis, la montaña, los personajes y la comida final, estuvieron a tremenda altura.

Estas pildorillas roteras que de tanto en tanto nos engullimos, quizá por menos habituales, nos siguen manteniendo bien viva la llama de la bici y la montaña.