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lunes, 28 de septiembre de 2009

- REFLEXIONES SOBRE UNA SENDA -

Después de una mañana de auténtico MTB, desde que quedó de buena mañana en Ucrania y hasta que se despidió tras haber saboreado la cerveza de rigor, llega el momento en el que nuestro protagonista, una vez duchado, comido y "siesteado", se sienta en el sofá con el portátil, junto a una infusión de tomillo, la persiana de la ventana bien alta para ver llover y que entre luz, y mientras observa las fotos que los colegas han colgado en el blog, un aluvión de ideas nuevas y divagaciones le abordan...


Antaño, la pista y el asfalto predominaban en sus rotadas. Las risas y el disfrute estaban más que garantizadas. La mañana era perfecta. Actualmente, máquinas con doble suspensión, frenos hidráulicos y geometrías endureras hacen las delicias de su grupeto manteniendo intacta la esencia. Evolución, sin duda.

Y, lo mejor de todo, uno de los motivos que mantiene, bajo su punto de vista, la llama rotera, es, sin duda, el descubrimiento de nuevas sendas y trialeras. Allí han estado, impávidas, "vírgenes", las sendas, durante años y años y, el rotero, con ansias de conquista, desea dejar la huella de su cubierta marcada y atestiguar el momento de su descubrimiento con gritos de júbilo.

Pero este año ha sido distinto. Este año no sólo ha rotado por la "contorná", sino que también ha tenido la oportunidad de descubrir nuevos territorios, tales como el maravilloso e inolvidable Reino de Sobrarbe, allá en los Pirineos, o rodar por los cortijos de Azuel (Córdoba), entre el ganado bravo y los "chaparros", y en breve disfrutar de la ya mítica marcha de Los Calares del Río Mundo... Experiencias que se van acumulando y que le hacen divagar acerca de algo que, hasta el momento, le pasaba desapercibido: el terreno por donde pisa.

Así pues, y como se suele decir, en la variedad está el gusto, y para romper la monotonía, nuestro amigo acaba aprobando la teoría que tenía en mente, bajo su aún pobre experiencia, de que es muy distinta la forma de rodar en varios lugares.

- En Aínsa, en la primera de las dos etapas, rodando por el Lago de Urdiceto, tuvo la oportunidad de rodar por terreno húmedo y roca mojada. Lo que en principio era una bajada tímida, poco a poco fue haciéndose más y más confiada, debido a que se trata de una zona en la que la humedad es predominante, por lo que no se llega a formar el barro pastoso y pegajoso de la zona Alicantina. Grip perfecto y agarre total en piedra mojada (que es roca sedimentaria formada en las profundidades marinas y de aspecto gris oscuro), a excepción, eso sí, de las raíces, que mojadas son igual de peligrosas en cualquier lugar, y el espeso manto verde que supone un problema, ya que "oculta" posibles socavones y "devora" literalmente las sendas, haciendo que se pierdan. El precio que hay que pagar por un paisaje de ensueño...

- En Azuel, rodando por los cortijos, la tierra está en forma de gravilla y la roca es toda granito. Las sendas, creadas por el ganado, carecen totalmente de piedra o roca, por lo que son rápidas y totalmente seguras. Cualquier cubierta con taco blando puede rodar sin problemas por allí. El barro es algo que se lee en las revistas y del que los más viejos del lugar comentan de vez en cuando... Hablamos de Córdoba, señores...

- Riópar: muy similar a Aínsa pero a la vez totalmente diferente. El agarre es prácticamente el mismo, aunque el barro más pegajoso. Bosques espesos pero diferente vegetación, ambos con su encanto, por lo que supone una tontería tratar de escoger entre ellos el mejor. Sus rocas calizas (de color más claro que las pirenaicas), ofrecen también buen agarre en seco, pero las sendas suelen ser rápidas, limpias y muy, muy divertidas.

- Territorio Rotero: el paraíso de la piedra. La casa de la trialera por excelencia (coloco el link porque me ha parecido bastante interesante). Escasísimas las sendas limpias de piedra y roca y muy abundantes los tramos técnicos. Zona "LT". Sin duda, una buena escuela para desarrollar el equilibrio y aprender a manejarse encima de la bicicleta. Un secarral en toda regla pero que le permite rodar casi los 365 días del año. Piedra caliza color crema, bien vistosa y casi siempre de pico, pues es víctima constante de la meteorización mecánica, que obliga a calzar ruedas gordas y llantas resistentes, y protecciones en brazos y piernas. El barro se presenta en contadas ocasiones, pero cuando lo hace, impide casi totalmente el tránsito encima de la burra.

Cada zona tiene su encanto, cada paisaje le brinda una oportunidad de disfrutar con la naturaleza, de admirar su obra, de respirar aire puro y de disfrutar trazando sus sendas. Así es que, nuestro protagonista, apura su infusión mientras termina de escribir y una placentera sensación, fruto de las endorfinas, esa "droga" natural que hace a uno sentir vivo, le invade poco a poco. Una sonrisa se dibuja en su rostro. Es el momento perfecto, el colofón a una mañana de auténtico mtb disfrutado segundo a segundo, en torno a sus colegas, su monte y sus piedras. Terreno 100% endurero. Territorio Rotero.

5 comentarios:

  1. Buena divagacion!!!.

    Ya hacia tiempo que no se veia ninguna.

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  2. Jodo payo, cuánta razón en unos renglones de texto!!!

    Muy bueno Josele!!! ;)

    Ainsa, ummm, pufffff, arrrrffff

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  3. ayyyyy señol, los efectos de tomillo

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  4. Juas, juas, juas, juas.... Muy bueno Octavio.

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  5. ...Pero bebido, no fumado. No te confundas Octaviet. :D

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